Una nueva educación sexual
Nadie nos habla de sexo, y lo poco que nos cuentan suele quedarse en infecciones de transmisión sexual, embarazos y preservativos. ¿En serio en todo este tiempo el discurso general no ha cambiado? ¿En serio nadie se ha atrevido a hablar a la juventud del placer del sexo? ¿En serio el placer sin guiones sigue sin ser protagonista en las conversaciones sexuales?
Parece que tengamos que descubrirlo —con suerte— solas y, si queremos información, no sabemos muy bien dónde buscarla. A veces, por vergüenza, miedo u orgullo, tampoco hacemos preguntas. Y al final, sin una buena base de educación sexual, las únicas «referencias» las encontramos en la ficción, plagadas de estereotipos y actitudes violentas y machistas; por eso cuando pensamos en sexo nos suelen venir a la mente imágenes que, en realidad, limitan la vivencia de una sexualidad saludable y placentera.
Mi interés por los temas sexuales despertó pronto. Me cuesta identificar cuándo tuve consciencia (o, al menos, alguna idea probablemente poco acertada) de qué era el sexo. Lo que sí recuerdo es que desde que la tuve, vino acompañada de la sensación de estar tocando un asunto peliagudo. Miraba de reojo escenas de películas en la televisión en las que los protagonistas se enrollaban y notaba en mi cuerpo una respuesta, un cosquilleo. Desde primaria, sentía atracción por chicos, y recuerdo haberla sentido por una chica sin que ello me llevara a cuestionarme algo de mí misma ni de mi identidad u orientación —entonces, todos estos términos eran desconocidos para mí.
En la adolescencia, sobre todo después de mi primera relación romántica, entre los catorce y los quince años, sentí una necesidad urgente de buscar respuestas a todas mis dudas, de conocerme y de reconocerme sexualmente. Quizá, de poner palabras y entender qué me pasaba. Así llegué a mi primera lectura sobre educación sexual, la única que era algo conocida por entonces para chavalas de mi edad. Años después, me formé como sexóloga con la intención de ayudar a otras personas a vivir una sexualidad mejor, más libre y más placentera.
Hoy tengo la suerte de escribir el libro que a mí me habría flipado leer. Y, además, lo hago desde la certeza de que nunca dejamos de aprender. Tampoco en lo sexual. Quiero hablarte de sexo como mereces, sin mitos ni tabús. Para que, si lo practicas, lo hagas con placer. Algo que, más o menos, yo tuve el privilegio de hacer. Muchas personas sienten vergüenza al hablar de sexo porque así lo aprendieron, pero creo firmemente que ha llegado la hora de derribar prejuicios y desinformación para poder vivir el sexo con más consciencia y naturalidad, como una parte más de nuestro bienestar.
La mayoría de las personas practican sexo, así que, ¿por qué no hablamos de ello de una forma más sencilla, con más alegría y espontaneidad? ¿Por qué no echamos por tierra las connotaciones de miedo, culpa y vergüenza?
Después de leer estas páginas, con las que no solo pretendo darte información, sino también empujarte a hacerte preguntas, es posible que sepas más de sexo que la mayor parte de las personas adultas que te rodean.
Qué bien que sea así, porque de esta manera empezaremos a romper con un discurso sobre sexo anticuado y estrecho que solo nos trae quebraderos de cabeza, dificultades y malestares a la hora de disfrutar, pero también de relacionarnos con otras personas. Eso sí, que toda esta información te ayude a ser flexible, a tener la mente bien abierta para cuestionarte y a actualizarte.
Cada vez que alguien quiera cambiar de canal cuando dos personas se enrollan, o cuando pretendan limitarte la información, usa este dato: cuanta más y mejor educación sexual, mejores y más responsables decisiones se toman en su práctica.
Se suele pensar en el sexo como sinónimo de una penetración del pene en la vagina. ¡Esa idea deja fuera del sexo infinidad de posibilidades que pueden ser igual de divertidas y válidas! ¡O más! ¡O menos! Las prácticas sexuales son una amplia paleta de colores entre los que podemos elegir para crear un dibujo estupendo. Cada cuerpo lleva integrado su propia gama cromática del placer, que estará en constante cambio. Para conocerla, vamos a tener que explorarla. ¡Empezando siempre por nosotras mismas!
Ya te lo adelanto: el sexo es mucho más que unos genitales en contacto. EL SEXO es una experiencia corporal, emocional, mental y social maravillosa que podemos aprender a disfrutar y a cuidar. No nacemos siendo buenos amantes; nos hacemos a través de la empatía, la escucha, la observación y la práctica. El sexo es saludable, placentero y divertido cuando se practica con curiosidad, respeto, información veraz y responsabilidad. Y no tiene mucho que ver con la representación que se hace en las ficciones, tanto de cine comercial como de cine porno.
Si estás leyendo esto, seguro que te interesa saber más cosas sobre sexo. Es lo más normal del mundo.
¿Cómo no va a interesarnos uno de los grandes placeres de la vida que, encima, está rodeado de secretismo?
Así que vamos a romper silencios para adquirir consciencia y bienestar. Vamos a asentar las bases de una educación sexual integral de calidad y, para ello, hablaremos de todo lo que tienes que saber sobre el sexo y las relaciones para vivir bien. Cosas que, déjame adivinar, nadie te ha contado.
Hablamos poco de sexo porque es un tabú y, además, cuando lo hacemos, usamos la palabra para expresar distintas cosas. Empecemos por ponerlas en orden.
Por un lado, se habla de «sexo» para hacer referencia a los genitales de una persona, vulvas o penes, entre los que existen tantas formas y aspectos como personas en el mundo. ¿Te has fijado bien en los tuyos? ¡Deberías saber identificarlos como si fuesen tus manos!
Por otro lado, se habla de «sexo» para referirse a nuestra realidad biológica, esa que aúna fisiología (genitales internos y externos), cromosomas y hormonas sexuales.
Organicemos un poco esto de la biología:
Por cierto, hablando de genitales, un dato importante sobre la vulva: NO ES LO MISMO QUE LA VAGINA. Es increíble la cantidad de veces que escuchamos hablar de vaginas cuando se está haciendo referencia a la vulva. Y esto muestra el enorme desconocimiento que las personas arrastran acerca de la sexualidad y de su propia anatomía. ¿Lo bueno? Tú ya no cometerás ese error.
En estos dos significados, la palabra «SEXO» está marcada por los caracteres sexuales primari