Proyecto Omega

Steve Alten

Fragmento

cap-1

Prólogo

Laboratorio de Propulsión a Chorro

Instituto de Tecnología de California

12 de marzo de 1998

El hombre que lucía la bata blanca de rigor no era científico; había sido elegido para dirigirse a la prensa más porque estaba disponible que por su experiencia como relaciones públicas. Al salir del bloque de administración y enfrentarse al viento helado, se maldijo por no haber llamado diciendo que estaba enfermo.

Los murmullos de los periodistas desaparecieron cuando se acercó a la improvisada tarima repleta de micrófonos. El hombre se sacó del bolsillo la declaración que llevaba preparada y estudió a la muchedumbre con la mirada entre el revuelo de los obturadores de las cámaras fotográficas.

«Míralos…, como un rebaño de ovejas, aterrorizadas por una voz solitaria que grita que viene el lobo. No dejes que te vean secarte ni una sola gota de sudor, entienden el lenguaje corporal. Léeles la maldita declaración, responde unas cuantas preguntas y para adentro, que se está más calentito.»

—Buenos días. Ayer, el astrónomo Brian Marsden, formado en Harvard y miembro de la Unión Astronómica Internacional, hizo pública una circular de la UAI sobre una posible aproximación a la Tierra del asteroide 1997 XF11. Según los cálculos efectuados por Marsden, dicho asteroide, cuyo diámetro es aproximadamente de un kilómetro y medio, pasará a menos de cincuenta mil kilómetros el jueves 26 de octubre de 2028, alrededor de la una y media de la tarde, hora de verano de la Costa Este. El señor Marsden aseguraba que, aunque las probabilidades de que el asteroide llegue a chocar con la Tierra son escasas, no es algo que pueda descartarse por completo. Un asteroide de un kilómetro y medio de diámetro, como muchos de ustedes saben, podría causar importantes daños.

»A raíz del anuncio del señor Marsden, dos científicos de nuestro laboratorio, los doctores Donald Yeomans y Paul Chodas, han reexaminado los datos sobre el 1997 XF11 basándose en los cálculos de órbita obtenidos en marzo de 1990 en el Observatorio Palomar de Caltech, siete años antes de que Jim Scotti, del grupo Spacewatch, anunciara su descubrimiento. En virtud de esos datos más concluyentes, nos complace afirmar que el asteroide 1997 XF11 pasará a una tranquilizadora distancia de 960.000 kilómetros, aproximadamente el doble de lo que nos separa de la Luna, lo cual reduce casi a cero las probabilidades de una colisión con nuestro planeta.

Un bosque de brazos trató de atraer su atención en medio de un discordante coro de preguntas. Se guardó la declaración en el bolsillo y buscó una cara amable entre la multitud.

—Lo siento, no conozco sus nombres. Sí, el caballero de la corbata a rayas rojas —dijo señalando con el dedo.

—Zach Bachman, del periódico L. A. Times. ¿Cómo es que los científicos del LPC han podido encontrar estos nuevos datos menos de veinticuatro horas después de hacerse pública la circular de la UAI?

—Si está insinuando algún tipo de conspiración, señor Bachman, quizá debería hablar con los productores de esas dos nuevas películas sobre asteroides que impactan contra la Tierra. —Sonrió ante la eficacia de la respuesta ensayada de antemano y aprovechó las carcajadas para pasarse una mano por la frente húmeda con disimulo—. En realidad, el asteroide ya fue fotografiado por científicos del LPC en Palomar en 1990, pero nadie le puso nombre. Si se hubiera hecho en su momento, supongo que no habría cundido el pánico y yo ahora podría estar desayunando tranquilamente en la cafetería. ¿Sí? Usted, el de la camisa a cuadros.

—Tom Cubit, del USA Today. Según Jack G. Hills, del Laboratorio Nacional de Los Álamos, se trata del asteroide más peligroso de cuantos se hayan avistado y su impacto equivaldría a dos millones de bombas como la de Hiroshima. ¿Se podría comparar esta amenaza con la del asteroide que exterminó a los dinosaurios hace sesenta y cinco millones de años?

—El asteroide al que usted se refiere era unas tres veces mayor que el 1997 XF11. Y, repito, las probabilidades de que colisione contra la Tierra son mínimas. No restamos importancia al peligro; solo hemos recalculado la órbita del asteroide según cómputos más precisos y fiables. Sí, la señorita de la CNN.

—¿Existe algún factor que pueda alterar la órbita prevista del asteroide a lo largo de los próximos treinta años? Por ejemplo, ¿podría afectarle la gravedad terrestre en su siguiente paso por la Tierra, que, si no me equivoco, será el día de Halloween de 2002, y que ello tuviera consecuencias en 2028?

El hombre tenía la espalda empapada de sudor.

—Si bien es cierto —respondió— que la interacción gravitacional con un objeto mayor puede alterar la órbita de un asteroide en un cuarto de grado aproximadamente, los cálculos del LPC confirman que la influencia de la órbita terrestre sobre el 1997 XF11 en su aproximación de 2002 debería ser mínima. En el peor de los casos, el asteroide 1997 XF11 pasaría a no menos de una luna de distancia en octubre de 2028. Gracias, es todo por ahora.

El representante del LPC saludó con la mano a los allí reunidos y abandonó el estrado, mientras reflexionaba sobre la última frase que había pronunciado. «No menos de una luna de distancia… ¿Se ha tomado alguien la molestia de trazar la órbita de la Luna para cuando el 1997 XF11 pase junto a la Tierra en el año 2028?»

cap-2

PRIMERA PARTE

LA GRAN MORTANDAD

2020-2025

cap-3

1

Fuerte y sano, ¿quién piensa en la enfermedad hasta que esta cae como un rayo? Obsesionado con el mundo, ¿quién piensa en la muerte hasta que llega como el trueno?

SUTTA NIPATA II,
recopilación de discursos de Buda,
siglo V a.C.

12 de marzo de 2022

Yo no sabía mucho de armas. La que sostenía entre las sudorosas manos tenía cuatro balas en el cargador y una en la recámara, como cuando la saqué del cadáver con el que me había tropezado hacía dos semanas. En aquellos tiempos era raro encontrar un muerto al que no le hubieran arrancado la piel y la carne. Por suerte, nunca me había visto obligado a comer carne humana, y por eso estaba allí… en el bosque, con la esperanza de cazar un ciervo antes de que desapareciese el último, antes de que se agotaran mis escasas provisiones y el hambre me empujase al canibalismo, el suicidio o la muerte por inanición.

Había llegado al bosque poco antes del amanecer, después de viajar toda la noche en motocicleta. Gracias a mis gafas de visión nocturna no necesitaba encender las luces, y tampoco hacía ruido, pues la moto funcionaba únicamente con batería. Llevaba en aquel escondite casi ocho hor

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