Mira la catedral que habitas

Álvaro Abós

Fragmento

Corporativa

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Para León y Félix, dos príncipes pequeños

Buenos Aires es una ciudad oscura, sin encantos, sin recursos, sin nada... En esta ciudad uno se siente prisionero… (25 de octubre de 1929). Este es un siniestro país (enero de 1930). Detesto tanto la Argentina, en la que vivo (enero de 1930).

ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY, Cartas a la madre y a Renée de Saussine

Me encontraba en la Argentina como en mi propio país. No hay en mi vida época alguna que prefiera a la que viví entre ustedes. Me sentía un poco vuestro hermano y pensaba vivir largo tiempo junto a vuestra juventud tan generosa…

ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY, Carta a Rufino Luro Cambaceres, circa 1935

Antoine de Saint-Exupéry llegó a la Argentina el 12 de octubre de 1929 y regresó a Francia el 1º de febrero de 1931. Tenía, al llegar, veintinueve años. Aquí se afianzó en sus obsesiones: volar y escribir. Contribuyó de manera decisiva al desarrollo de la aviación civil argentina. Escribió una novela. Conoció y se enamoró de la mujer que lo acompañaría hasta el fin, en las buenas y en las malas, en la pasión exaltada y en la mutua destrucción. Esa mujer fue la inspiradora de El principito. Sí, es “la rosa”…

Saint-Exupéry comenzó odiando a Buenos Aires y a los argentinos en general. Un resquemor que la ciudad compartió con París, con Nueva York y con otras urbes donde también vivió. Es que, como señala Blas Matamoro, a Saint-Exupéry no le gustaban las ciudades ni, en realidad, ninguna parte del mundo donde debiera aterrizar. Amaba, en cambio, “los paisajes que veía desde lejos, como el desierto, el mar o la cordillera. Ítimamente, se consideraba un ser ajeno al planeta, un paseante de otro astro…”. Es cierto. Pero también es cierto que esa inquina fue disolviéndose con el tiempo y, cuando le tocó bajar a esta tierra, lo hizo con los ojos bien abiertos, fiel a la consigna que él mismo se daba: “Mira la catedral que habitas”. Estrechó muchas manos. Fue querido, dejó huella. Y, al partir, se reconcilió con su experiencia argentina. Y la añoró, incluso en los momentos más arduos de su terrible final.

Esa experiencia fue breve, pero en él todo fue breve, empezando por su vida, que sólo se extendió por cuarenta y cuatro años. Sin embargo, ese tiempo argentino tan intenso resume su vida. Fue, en esta tierra, piloto, escritor, amante. A veces pasa que el destino de alguien se condensa en un solo momento, aquel en el que sabe para siempre quién es. Esto le pasó a Saint-Exupéry en su momento argentino, aunque este haya durado poco más de un año.

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DOS EXTRANJEROS
EN LA AVENIDA DE MAYO

Buenos Aires es la ciudad más inhumana que conozco.

LE CORBUSIER

La noche del 12 de octubre de 1929 Le Corbusier y Antoine de Saint-Exupéry durmieron bajo el mismo techo, en Buenos Aires. Cada uno lo hizo en su habitación del Majestic, el lujoso hotel que se alzaba en el 1302 de la Avenida de Mayo.

Esos hombres eran muy distintos. A Le Corbusier, un arquitecto de cuarenta y tres años, las elites culturales del mundo lo consideraban un renovador de la arquitectura como arte total. Visitaba América Latina bajo el auspicio de personas o entidades que querían retenerl

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