El primer hombre

James R. Hansen

Fragmento

cap-1

Prefacio

Si Neil Armstrong siguiera vivo, ¿cómo querría que fuera el prefacio a esta nueva edición de su biografía, teniendo en cuenta que se publicará la víspera del cincuenta aniversario del Apolo 11? Sé exactamente lo que me diría si le formulara esa pregunta: «Jim, el libro es tuyo. El autor eres tú, no yo. Debes empezarlo como te parezca más oportuno».

Así era Neil Armstrong en estado puro. Cuando finalmente aceptó cooperar en su biografía (y tardé casi tres años, de 1999 a 2002, en convencerlo), Neil quería que fuera una biografía independiente y erudita. Me acompañó en cincuenta y cinco horas de entrevistas y accedió a leer y comentar el borrador de cada uno de los capítulos. Pero ni una sola vez intentó cambiar o tan siquiera influir en mi análisis o interpretación. Por consiguiente, jamás le autografió el libro publicado a nadie. El libro no era suyo, le decía a la gente; era de Jim. Una vez le pregunté si podía firmarme dos ejemplares para mis hijos y respondió que se lo pensaría. No volví a preguntárselo y él no mencionó el tema nunca más. No era su libro y no debía firmarlo. De nuevo, Neil en estado puro.

Así pues, ¿cómo empezar el prefacio para esta edición del cincuenta aniversario del Apolo 11?

Me gustaría comenzar el libro con algo que sea coherente con lo que Neil consideraría importante decir en este momento decisivo de la historia de la exploración espacial; entre 2018 y 2022, el mundo no solo conmemora el primer alunizaje, sino diez misiones increíbles de la NASA, nacidas de un programa espacial joven y vanguardista que se llevó a cabo con asombrosa rapidez y éxito, como parte de una empresa épica cuyo nombre, Apolo, se ha hecho legendario. Desde el audaz vuelo circunlunar del Apolo 8, en diciembre de 1968, hasta la misión final en la superficie de la Luna emprendida por los intrépidos tripulantes del Apolo 17, en diciembre de 1972, todos vimos cómo los astronautas estadounidenses abandonaban su planeta para caminar sobre otro cuerpo celeste, situado a unos cuatrocientos mil kilómetros de distancia. El momento más notable tuvo lugar el 20 de julio de 1969, el día en que, en el Apolo 11, Mike Collins, piloto del módulo de mando, Buzz Aldrin, piloto del módulo lunar, y el comandante Neil Armstrong culminaron el histórico primer alunizaje tripulado.

Después de mucho cavilar sobre cómo empezar este libro, recordé una conversación que había mantenido con Neil en 2009, cuatro años después de la edición original de El primer hombre y coincidiendo con el cuarenta aniversario del Apolo 11. La charla giró en torno a uno de los objetos que Neil y Buzz habían dejado en la Luna en 1969, un pequeño disco de silicona del tamaño de medio dólar con «mensajes de buena voluntad» inscritos microscópicamente y redactados por líderes de setenta y tres países; el disco incluye asimismo los nombres de los principales congresistas y de los cuatro comités de la Cámara de Representantes y del Senado responsables de la ley relacionada con la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, así como de los directivos de la NASA, incluidos antiguos administradores y subadministradores. También aparecen grabadas cuatro declaraciones presidenciales, incluidas las del entonces presidente de Estados Unidos, Richard M. Nixon, y las de su predecesor, Lyndon B. Johnson, además de citas de la Ley Nacional de la Aeronáutica y el Espacio de 1958, firmada por Dwight D. Eisenhower, y del discurso de John F. Kennedy sobre el compromiso con el viaje a la Luna, pronunciado ante el Congreso el 25 de mayo de 1961. Thomas O. Paine, entonces director de la NASA, había contactado con varios líderes mundiales para recoger sus mensajes; que se fotografiaron y redujeron a una ultramicroficha a escala 1/200. El disco, transportado hasta la Luna por el Apolo 11, sigue descansando hoy en el interior de una caja de aluminio especial en el mar de la Tranquilidad.

En 2007, un año antes de aquella conversación con Neil, Tahir Rahman, un médico de Kansas City cuya gran pasión, aparte de la medicina, era la historia espacial, publicó un libro sobre el disco de silicona. El título de la obra del doctor Rahman era We Came in Peace for All Mankind [Venimos en son de paz en nombre de toda la humanidad], el hermoso sentimiento grabado en una placa adosada a la escalera del módulo lunar Eagle. Sin embargo, el tema principal del libro de Tahir estaba en el subtítulo, «La historia jamás contada sobre el disco de silicona del Apolo 11». Tanto Neil como yo recibimos agradecidos un ejemplar de manos del autor, que propició una conversación sobre el chip de silicona y sus mensajes de buena voluntad.

Neil tenía una memoria increíble para muchas cosas y una capacidad de olvido natural para muchas otras, si eran de un interés menor para él. Durante nuestra conversación sobre el libro de Tahir, le pregunté qué mensajes de buena voluntad recordaba, si es que recordaba alguno, y cuál le había impresionado más. Mencionó tres y me los resumió e incluso parafraseó de manera bastante exacta. Yo no recordaba las declaraciones (al menos con tanta claridad), así que, basándome en el relato de Neil, anoté en una libreta unas cuantas palabras sobre cada una de ellas. Los tres mensajes que recordaba correspondían a los líderes de Costa de Marfil, Bélgica y Costa Rica. Cuando volví a casa y cogí el libro de Tahir de la estantería de mi despacho, leí atentamente cada uno de los mensajes que había mencionado Neil y los setenta restantes. Los que él había elegido eran, de hecho, tres de los mejores.

Creo que a Neil le habría gustado que compartiera en este prefacio estos tres mensajes de buena voluntad que el Apolo 11 llevó a la superficie lunar en 1969, que seguirán allí cincuenta años después, el 20 de julio de 2019, y que quedarán inscritos para siempre en nuestra luna, si, como debe ser, nadie los toca:

DE FÉLIX HOUPHOUËT-BOIGNY,

PRESIDENTE DE COSTA DE MARFIL

En el momento en que el sueño más antiguo del hombre va a hacerse realidad, estoy muy agradecido a la NASA por su amable gesto, al ofrecerme los servicios del primer mensajero humano que pisará la Luna, para que lleve consigo las palabras de Costa de Marfil.

Espero que, cuando este pasajero del cielo deje la huella del hombre en el suelo lunar, note lo orgullosos que nos sentimos de pertenecer a la generación que ha logrado este hito.

También espero que le diga a la Luna lo hermosa que es cuando ilumina las noches de Costa de Marfil.

Deseo especialmente que se vuelva hacia nuestro planeta Tierra y grite lo insignificantes que son los problemas que torturan a los hombres vistos desde allí arriba.

Espero que su labor, al descender del cielo, halle en el cosmos la fuerza y la luz que le permitan convencer a la humanidad de la belleza del progreso en paz y hermandad.

DE BALDUINO, REY DE BÉLGICA

Ahora que, por primera vez, el hombre aterrizará en la Luna, vemos este acontecimiento memorable con asombro y respeto.

Sentimos admiración y confianza hacia todos los que han cooperado en esta empresa y especialmente hacia los tres hombres valerosos que llevarán consigo nuestras esperanzas, así como hacia aquellos, de todas las naciones, que los han precedido o que los sucederán en la aventura espacial.

Con fascinación, contemplamos

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos