Soñar es poder (Libro con contenido multimedia)

Juan Verde

Fragmento

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Introducción
Believe!

Son muchas las personas que se interesan y me preguntan cómo pudo llegar un muchacho de Telde, en la isla de Gran Canaria, a formar parte del Gobierno de Barack Obama en Washington DC.

Obama es el primer afroamericano que contra todo pronóstico ha podido alcanzar la presidencia de Estados Unidos, siendo además uno de los gobernantes más notables y relevantes de la historia y de la política de nuestro tiempo.

Siempre me ha resultado imposible dar respuestas rápidas a preguntas importantes sin haberlas meditado antes, pues con toda probabilidad no diría con exactitud lo que verdaderamente pienso y menos en este caso, en el que debo hacer honor a la complejidad de mi vida.

Por ese motivo he asumido la responsabilidad, que no es poca, de escribir este libro y lo hago no solo para responder a quienes me conocen y han mostrado interés en saber más de cerca mi historia, sino también para reflexionar sobre mi vida en retrospectiva y valorar lo que ha sido mi experiencia personal y profesional hasta ahora. Además de una responsabilidad y cierta dosis de aventura, supone también un ejercicio de memoria, que continuará alimentando la fuerza que me empuja hacia el futuro.

Es cierto también que a medida que vas escribiendo descubres que las preguntas más interesantes de la vida no tienen una respuesta única, y menos aún fácil. Pudiera ensayar una, claro está, y dar una contestación cómoda, como, por ejemplo, que han sido la suerte, o el esfuerzo, el talento, o cualquier otra circunstancia los que me han conducido hasta los lugares donde estuve. Sin embargo, eso sería simplificar la verdad y no contestar con exactitud.

Desde que nací hasta el día en el que entré a formar parte de la Administración del presidente Obama fueron muchos los acontecimientos que marcaron mi destino y orientaron mi rumbo. Algunos fueron buenos y otros no tanto, los hubo llenos de satisfacción y alguna vez la frustración se mostró clara y contundente, pero todos ellos fueron necesarios en mi vida para ir formándola, lo mismo que la de cualquier joven de mi edad. Si he decidido ahora exponer esos acontecimientos, se debe a que sin ellos el éxito no habría sido posible.

Por otro lado, quiero mostrar los valores y los principios que forman el denominador común en la forma de ser y actuar de todas las grandes personas con quienes he tenido el enorme placer de trabajar codo a codo y día a día. He aprendido mucho y he tomado lecciones importantes de Al Gore, John Kerry, el presidente Obama, Bill y Hillary Clinton, Ron Brown, Ted Kennedy, Francisco Sánchez, Juan López, Elio Muller y tantas otras personas que han pasado por mi vida, dejando su huella. Unas son muy conocidas, otras no tanto, pero algunas de ellas, aunque permanecen en el más absoluto anonimato, han marcado a fuego mi vocación profesional con su influencia y sus enseñanzas. Coincido con todos ellos en lo que daré en llamar una filosofía de vida, para hacer el bien y trabajar con la más absoluta honradez y transparencia. A todos y cada uno de ellos agradezco infinitamente la ayuda que me han prestado.

No soy de los que temen al poder ni a toda su parafernalia. Por desgracia hay personas que piensan en la gente poderosa solo como seres dañinos para la sociedad, porque apuestan solo por sí mismos y sus intereses personales, aun cuando pregonan todo lo contrario. Ellos piensan que el objetivo de quienes ocupan cargos de envergadura en cualquier gobierno del mundo es aprovecharse de su posición para enriquecerse rápidamente y asegurarse un futuro próspero a costa del sacrificio de los demás y del propio Estado. Sin embargo, hay de todo en la viña del Señor. Es muy probable que quienes piensen de ese modo tengan sus razones, y posiblemente algunas de ellas sean legítimas, pero la verdad es que no todas las personas son iguales, ni funcionan de igual manera. Por tanto, no todos los políticos, los gobernantes y las personas de altos cargos son corruptos y manipuladores. Cada ser humano es único e irrepetible. De igual modo, no hay una sola nación que sea idéntica a otra.

Gozo de la inmensa fortuna de haber compartido experiencias con hombres y mujeres «poderosos», cuyas vidas son dignas de imitar por la entrega, la rectitud y la ética con las que proceden. De hecho, en muchísimas ocasiones he comprobado que cuanto más

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