Instinto criminal

Crimen & Investigación

Fragmento

INTRODUCCIÓN
La realidad supera la ficción

¿Por qué esa irrazonable ira cuando ves a otros contentos, felices y satisfechos? ¿Por qué ese creciente desprecio por la gente y esas ganas de herirla?

TRUMAN CAPOTE, A sangre fría

La naturaleza atávica del crimen aparece reflejada en uno de los textos más antiguos de la cultura occidental, el Antiguo Testamento. En el Génesis se narra el que sería el primer asesinato conocido en la historia de la humanidad, la muerte de Abel a manos de su hermano Caín. La Biblia explica cómo la semilla del mal quedó sembrada en el corazón del hombre con el pecado original.

Desde entonces, el crimen ha sido objeto de atención y escrutinio en todas las sociedades. El estudio del crimen se ha sistematizado bajo la denominación de Criminología, término acuñado por un antropólogo francés, Paul Topinard, a finales de 1883. En la actualidad, por Criminología se entiende aquella ciencia dedicada al estudio, al análisis y al tratamiento del fenómeno criminal desde una perspectiva objetiva.

En palabras del escritor y criminólogo Francisco Pérez Caballero, «es un arma de futuro. Lo que ayudará a descubrir los asesinos que están por venir es conocer el pasado, cómo se han comportado las mentes de los criminales más sangrientos».

El crimen deja su impronta en la cultura popular. Y dentro de las diferentes conductas delictivas, el asesinato es la que tiene un mayor impacto en la sociedad por las consecuencias irreparables que provoca. De hecho, en la actualidad la figura del asesino en serie es equiparable a los mitos de tiempos pasados como Drácula o el Hombre lobo.

Para muchos expertos en la historia del crimen, Jack el Destripador marca el nacimiento del asesino en serie moderno. Es el primero que reclama una autoría sobre su «obra». El primero que manda cartas a la policía para demostrar su superioridad sobre las fuerzas del orden. Y también es el primero en quien se observa una progresión en el sadismo de sus crímenes.

En la presente obra se recoge la historia de algunos de aquellos que vinieron después.

Pero antes conviene preguntarse, ¿es lo mismo psicópata que asesino en serie? ¿Con qué armas cuentan las fuerzas del orden para atraparlos? ¿Cómo se juzgan los crímenes seriales en nuestro país? Y ¿qué sucede si el asesino es una mujer?

EL PSICÓPATA

La psicopatía es un concepto clínico. Kurt Schneider, doctor en Medicina y Filosofía y director del Kaiser Wilhelm Institute en Munich, definió por vez primera, a comienzos del siglo XX, las personalidades psicopáticas como «aquellas personalidades anormales que sufren por su anormalidad o hacen sufrir bajo ella a la sociedad».

Para el doctor en Psicología Robert D. Hare, una de las principales voces en torno a las psicopatías desde los años setenta, el psicópata es «incapaz de mostrar simpatía o genuino interés por los demás; los manipula y utiliza para satisfacer sus propias conveniencias; sin embargo, recurre a una exuberante sofisticación y una aparente sinceridad, y a menudo es capaz de convencer a los mismos que ha utilizado de su inocencia y de sus propósitos de cambio».

En nuestro país, Vicente Garrido, profesor de Psicología Criminal y Pedagogía de la Delincuencia de la Universidad de Valencia, ofrece la siguiente definición de psicópata: «Un sujeto que tiene una personalidad patológica (...) está incapacitado para tener emociones profundas, emociones morales, aquellas que permiten al ser humano ocuparse y preocuparse por los demás, como la empatía, culpa, responsabilidad... De ahí que uno de los rasgos presentes en la personalidad psicopática sea la cosificación del otro unida a un gran narcisismo, además de un escaso sentido del miedo y poca conciencia de las consecuencias dañinas de sus actos».

Para la abogada y criminóloga Beatriz de Vicente de Castro, los psicópatas son «enajenados emocionales, con atrofia de su mundo afectivo».

Es importante señalar, matiza el profesor Garrido, «que la psicopatía describe a una personalidad preparada para explotar a los otros, pero no obliga al crimen. Puede ser moralmente reprobable, pero no significa que quien sufre esta patología vaya por fuerza a cometer un delito en sentido jurídico».

La psicopatía como trastorno de la personalidad es difícil de detectar por dos motivos en particular: porque no impide que el individuo se integre en la sociedad y porque este no se considera un enfermo.

Sólo en el caso de que el psicópata emprenda una carrera criminal, se pondrá de manifiesto la patología del individuo.

El profesor Garrido explica que «el psicópata es una persona con una patología, aunque plenamente imputable por sus actos delictivos en un sentido jurídico. De hecho, en ningún país del mundo se los exime de la culpa. Cuando estas personalidades cometen crímenes se esfuerzan por no ser atrapados, lo que denota que tienen una conciencia de la actividad criminal aunque no asuman el hecho de una forma moral».

La literatura y el cine han creado un falso mito acerca de la «superinteligencia» del psicópata. Uno de los mejores exponentes del psicópata criminal de ficción es Hannibal Lecter. En la novela El dragón rojo, Thomas Harris lo retrata como un asesino de inteligencia elevada, gustos refinados y amplia cultura..., que ayuda al FBI a atrapar a otro asesino en serie. Esta «idealización» no resiste la comparación con la realidad de estos criminales.

EL ASESINO EN SERIE

El concepto de asesino en serie nace en Estados Unidos en el seno del FBI, acuñado por uno de sus agentes, Robert K. Ressler. Se asocia a aquellos asesinos que han matado a tres o más personas con un período variable de inactividad entre una y otra, conocido como período de enfriamiento.

Es una definición amplia que acoge en su seno a asesinos muy dispares. Desde Jack el Destripador, con cinco víctimas conocidas, hasta el doctor Harold Shipman, de quien se cree que acabó con la vida de más de doscientos de sus pacientes.

Esta definición es la más conocida, pero no la única. En 1986, la doctora en Psiquiatría Ann W. Burgess definió el asesino serial como «alguien que mata a otro en un contexto de poder, control, sexualidad y brutalidad». En el libro de Holmes & Holmes podemos encontrar la siguiente cita: «El asesino, para ser calificado como serial, debe matar al menos a tres personas en un período de más de treinta días».

Para el profesor de Derecho Penal José Ángel Rollón, se puede distinguir entre el asesino en serie y el asesino en masa, que mata a un gran número de personas como parte de un único plan en un brote violento.

También se puede hablar del asesino itinerante, un híbrido entre el asesino en masa y el asesino en serie, cuya característica fundamental es su constante movilidad para cometer sus crímenes y la falta de período de enfriamiento.

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