Heavier than Heaven

Charles R. Cross

Fragmento

cap-1

PRÓLOGO A LA EDICIÓN DE 2014

Este libro fue publicado por primera vez en septiembre de 2001 y la fecha de puesta a la venta «oficial» fue el día 24, coincidiendo con el décimo aniversario de Nevermind. Esa efeméride pasó prácticamente inadvertida en la prensa convencional, ya que los ataques del 11 de septiembre eclipsaron el mundo aquel mes, incluido el aniversario relacionado con Nirvana.

En los años transcurridos desde la publicación de Heavier Than Heaven he recibido miles de cartas y correos electrónicos de lectores, pero ninguno tan memorable como uno que llegó tan solo una semana después de los atentados del 11-S. El hombre que lo escribió había trabajado en una de las torres del World Trade Center. De hecho, estaba en su mesa leyendo Heavier Than Heaven cuando el primer avión impactó contra la torre que tenía al lado. Fue evacuado y sobrevivió, pero quería que yo supiera que había dejado su ejemplar de Heavier Than Heaven en el edificio. Pedí a mi editorial que le enviara de inmediato otro por correo, pues me comentó que no había terminado de leerlo. Fue un extraño giro surrealista que de alguna manera relacionó esta obra creativa con aquella tragedia, o al menos hizo que yo sintiera que existía cierta relación, por indirecta que fuera.

Esa sensación personal —incluso en medio de una tragedia inimaginable o desde una distancia incalculable— refleja lo que muchos lectores de este libro han expresado a lo largo de los años acerca del vínculo que sienten con Kurt Cobain. Casi ninguno de ellos lo conocía, pero aun así sintieron su muerte como una pérdida personal. Y en cierto modo lo fue, ya que la muerte de Kurt supuso asimismo el fin de Nirvana, y quienes amaban a esa banda perdieron algo con su desaparición. Fue una pérdida sentida por una generación o dos, incluso para aquellos que nunca vieron a Nirvana en concierto, que no conocieron personalmente a Kurt, que no hablan inglés o que ni siquiera habían nacido antes de que él dejara este mundo hace veinte años.

Yo siento esa pérdida incluso trece años después de la publicación de este libro, y dos décadas después de su muerte. Rara vez pasa una semana sin que me invada la tristeza al pensar qué podría haber sido o cómo podría haber cambiado el destino.

Kurt era un personaje público de tal magnitud, con una vida siempre convertida en noticia, que resulta fácil olvidar que su muerte fue una tragedia aún mayor para aquellos que lo conocían en persona. Y mientras escribía este libro, muchas de esas personas entraron en mi vida, y muchas han seguido formando parte de ella. Todo biógrafo inteligente sabe que un escritor solo puede mostrar una parte muy pequeña —un pedazo, por así decirlo— de la vida del biografiado, por muy extenso que sea su libro. Virginia Woolf señaló en su día que una biografía «se considera completa si explica meramente seis o siete yoes de una persona, cuando esta podría llegar a tener hasta un millar». Yo intento escribir las biografías para los lectores en general, no para los amigos íntimos del sujeto en cuestión; sin embargo, cuando los que lo conocían te dicen que has sabido captar una parte de su esencia, uno de ese millar de yoes, te sientes justificado. Albergas la esperanza de que tu libro ha servido para que alguien se reencuentre con su amigo perdido, aunque solo sea por un instante He oído pronunciar estas palabras sobre ese libro, y me han hecho sentir que el esfuerzo ha merecido la pena.

Si ahora me propusiera escribir Heavier Than Heaven, explicaría de un modo más directo el proceso por medio del cual tuve acceso a los diarios, las cartas y los papeles de Kurt (este libro se escribió sin la «autorización» de nadie, aunque alguna que otra vez he visto que se insinuaba lo contrario en internet). Para consultar tan diverso material me serví de varias fuentes, entre ellas Courtney Love, que controlaba la mayor parte de los diarios de Kurt. Otras cuatro entidades poseían asimismo un alijo de diarios o cartas. Love me permitió leer los que obraban en su poder sin ninguna contrapartida. No leyó mi manuscrito de antemano, y al final no estuvo de acuerdo con algunas de las cosas que se decían en él.

El entonces manager de Love fue quien lo organizó todo para que yo pudiera revisar los diarios de Kurt. Me dejaron completamente solo durante tres días con varias bolsas de lona llenas de diarios de Kurt y Courtney, papeles y creaciones artísticas, en una casa situada en un cañón cerca de Los Ángeles. No creo que nadie relacionado con esa información fuera consciente de lo que contenían aquellas bolsas, ya que muchos de los documentos eran muy personales, entre ellos historiales médicos y declaraciones de impuestos. Mientras estuvieron juntos, Kurt y Courtney vivieron en medio del caos, y me imagino que tras la muerte de Kurt sus efectos personales acabaron metidos en un armario dentro de aquellas bolsas, donde permanecieron intactos hasta que yo los revisé.

Los diarios eran extraordinarios. En muchas de las páginas había manchas, quizá de café, de refresco, o tal vez incluso de desechos derivados del consumo de drogas. También se apreciaban manchas de sangre seca.

Estando un día en aquella casa vacía a altas horas de la noche, di con unas páginas en las que Kurt le suplicaba a Dios que lo ayudara a dejar la adicción. Tener aquellas palabras entre mis manos fue uno de los momentos más sobrecogedores y tristes de mi vida. No puedo explicarme por qué Kurt nunca fue capaz de estar limpio y sobrio, y, en cambio, otros sí. Escribir Heavier Than Heaven me brindó mucha información útil para entender mejor la historia de la primera infancia que modeló a Kurt Cobain, pero también me suscitó preguntas espirituales más importantes a las que es imposible responder.

Si volviera a escribir este libro hoy en día, me replantearía asimismo la estructura del último capítulo. Como lector, no me gusta encontrarme notas a pie de página dentro del texto, pues tengo la sensación de que me apartan del trance en el que confío entrar y de las imágenes que veo en mi mente al leer una biografía. No obstante, a lo largo de los años me han escrito algunos lectores jóvenes para preguntarme cómo sabía, por ejemplo, qué cedé estaba escuchando Kurt en los últimos momentos de su vida, o si «me lo inventé» sin más.

Redacté este libro a partir de trescientas entrevistas, pero también a partir de extensos informes policiales. Dado que el suicidio de Kurt fue investigado a fondo —a pesar de los rumores sin fundamento que circulan por internet, sugiriendo que fue debida a un asesinato o una conspiración—, tuve acceso a multitud de documentos que me ayudaron a reconstruir los últimos días de Kurt. El cedé de Automatic for the People, de los R.E.M., estaba puesto en el reproductor, que encendieron cuando la policía inspeccionó la sala; habían apagado el equipo de música cuando las partidas de rescate registraron la casa unos días antes en busca de Kurt. Ya solo esos detalles acerca de este hecho en concreto habrían dado para una extensísima nota a pie de página referida a una sola frase.

Asimismo, intenté no introducirme en el texto como narrador en primera persona. Me constaba que Kurt apretó con fuerza el bolígrafo al escribir la nota de suicidio porque tuve esa nota en mi mano, y observé las impresiones tan profundas que habían dejado las palabras en el papel. Ha pasado c

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos