La relación de Raymond Chandler con Hollywood fue tan conflictiva como épica. Y a finales de 1946, poco antes de que dejar Hollywood y mudarse a La Jolla, la expuso como nunca en un artículo sobre la entrega del premio Oscar que pretendía titular «Adoración tribal en Hollywood» («Juju Worship in Hollywood»). Ese año se habían estrenado las películas «La dalia azul» y «El sueño eterno», ambas escritas por él. Y aún trabajaría en el guion de «Playback» el año siguiente, aunque nunca se llegó a filmar, y en el de «Extraños en un tren» en 1950, proyecto que terminó abandonando. Su diatriba contra la vacuidad del estrellato y la autocelebración se publicó finalmente en marzo de 1948 en «The Atlantic Monthly» como «La noche de los Oscar», texto incluido en el volumen «A mis mejores amigos no los he visto nunca. Cartas y ensayos selectos» (edición de DeBolsillo, primera ocasión en que vio la luz íntegro en castellano) y lectura ideal en vísperas de la 94 edición de la ceremonia de entrega de la estatuilla dorada.