David Lynch es el autor de uno de los mundos más originales y misteriosos del cine y es probable que esta nueva edad dorada de la televisión no existiera sin la inédita libertad narrativa de «Twin Peaks». ¿De dónde vienen ese mundo, esos personajes y esas ideas? En el ya célebre libro «Atrapa el pez dorado» reveló su sencilla respuesta: de la meditación trascendental. En estos pasajes de su extraordinaria autobiografía, «Espacio para soñar» (Reservoir Books), Lynch despliega su larga relación con ella: desde que la descubrió siendo un hombre lleno de ira luchando por terminar una película, hasta el inesperado y revelador viaje para despedir al Maharishi en la India. Y fundamentalmente explica cómo, lejos del temor a que una técnica que lo ayudara a encontrar cierta paz le arrebatara en el proceso la llama de la creatividad, la meditación no hizo otra cosa que alimentar y hacer arder ese fuego más que nunca.