Mao

Jung Chang

Fragmento

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NOTA SOBRE LA TRANSCRIPCIÓN DEL CHINO[1]

En los nombres propios chinos, lo primero que aparece es el apellido. En algunos casos, cuando el apellido es muy común, a partir de la primera mención del personaje nos referimos a él, o a ella, por su nombre de pila.

Los términos y nombres chinos se han transcrito de modos muy diversos durante muchos siglos, y en su mayoría nos han llegado a través de referencias procedentes del mundo anglosajón. En el siglo XX, tras la fundación de la República Popular China, se estableció el pinyin como transcripción oficial en todo el país. Paulatinamente se ha ido extendiendo su uso y actualmente se trata de la transcripción más utilizada, adoptada por todas las bibliotecas importantes y archivos del mundo. En la edición castellana se ha optado por unificar todos los nombres de personas y lugares en pinyin. Sin embargo, Sun Yat-sen y Chiang Kai-shek se han dejado con la transcripción anglosajona y otros nombres como Mao Zedong (Mao Tse-tung), la primera vez que aparecen en el texto se incluyen entre paréntesis las antiguas transcripciones popularizadas en el mundo de habla inglesa. Los nombres rusos se han transcrito aplicando las normas básicas de transcripción fonética que sugiere El libro de estilo de El País.

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PRIMERA PARTE 
 
 
 
EL CREYENTE TIBIO

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1

EN EL UMBRAL ENTRE LO VIEJO Y LO NUEVO
(1893-1911; 1-17 AÑOS)

Mao Zedong (Mao Tse-tung), que durante décadas ejerció un poder absoluto sobre la cuarta parte de los habitantes de la Tierra, fue responsable de la muerte de más de setenta millones de personas en tiempo de paz. De ningún otro líder político del siglo XX puede decirse tanto. Mao nació el 26 de diciembre de 1893 en el seno de una familia de campesinos del valle de Shaoshan, provincia de Hunan, el corazón de China, un lugar en el que sus antepasados llevaban viviendo quinientos años.

Era un mundo de antigua belleza, una región húmeda y templada cuyos montes, brumosos y ondulados, acogían a los hombres desde el Neolítico. Los templos budistas de la zona se remontaban al reinado de la dinastía Tang (618 d. C.-916 d. C.), época de la introducción del budismo en China, y estaban todavía abiertos al culto. En los bosques cercanos crecían casi trescientas especies de árboles —arces, alcanfores, metasecuoyas y los rarísimos ginkgos— que cubrían la región y daban cobijo a los tigres, leopardos y jabalíes que todavía rondaban por la zona. (El último tigre lo mataron en 1957). Esos montes, que no atravesaban ningún camino ni río navegable, aislaban el pueblo de Mao del resto del mundo. Ni siquiera a principios del siglo XX acontecimientos tan relevantes como la muerte del emperador (1908) tenían eco en aquellos parajes, hasta el extremo de que Mao no conoció esa noticia hasta dos años después de haberse producido y cuando estaba fuera de Shaoshan.

El valle de Shaoshan mide aproximadamente 5 por 3,50 kilómetros. Las seiscientas familias que habitaban en él en 1893 cultivaban té y bambú y uncían búfalos para arar los arrozales. La vida cotidiana giraba en torno a estas actividades ancestrales. Yichang, el padre de Mao, nació en 1870. A los diez años se prometió en matrimonio con una niña de trece de un pueblo situado a unos diez kilómetros de Shaoshan, al otro lado del Paso del Tigre que Reposa, donde los tigres se tumbaban a tomar el sol. Esa distancia tan corta era suficiente, sin embargo, para que en los dos pueblos se hablaran dialectos que no tenían casi nada en común. Por ser niña, la madre de Mao no tenía nombre: como era la séptima hembra del clan Wen, la llamaban Séptima Hermana Wen. De acuerdo con una costumbre centenaria, llevaba los pies encogidos —prensados— y vendados, para que se convirtieran en «lirios dorados de ocho centímetros», que en la época constituían el epítome de la belleza.

Su compromiso con el padre de Mao respondía a una costumbre consagrada por la tradición. Los progenitores de ambos lo habían concertado por consideraciones prácticas: la tumba de uno de los abuelos de ella se encontraba en Shaoshan y había que atenderla regularmente y con rituales muy elaborados, de modo que contar con un pariente en el valle resultaría muy útil. Séptima Hermana Wen se mudó a casa de los Mao después de formalizar el compromiso y se casó a los dieciocho años, en 1885, cuando Yichang tenía quince.

Poco después de la boda, Yichang se marchó para hacerse soldado y ganar dinero suficiente para pagar las deudas de la familia —lo conseguiría al cabo de unos años—. Los campesinos chinos no eran siervos, sino granjeros libres, y alistarse por motivos puramente pecuniarios era una práctica generalizada. Por fortuna, Yichang no intervino en ninguna guerra. En vez de ello, vio mundo e hizo acopio de ideas para montar un negocio. A diferencia de la mayoría de los aldeanos, sabía leer y escribir con la soltura suficiente para llevar un libro de cuentas. A su regreso, crió cerdos y cultivó arroz de calidad para venderlo en el mercado de una ciudad cercana. Finalmente, recuperó las tierras que su padre había empeñado, compró más y se convirtió en uno de los hombres más ricos del pueblo.

Aunque relativamente acomodado, Yichang no dejó de trabajar en toda su vida y fue bastante avaro. El hogar familiar tenía media docena de habitaciones que ocupaban uno de los pabellones de una gran casa con los tejados de paja. Con el tiempo, Yichang sustituyó la paja por tejas, una mejora notable, pero no modificó el suelo de tierra ni las paredes de adobe. Las ventanas no tenían cristales —un raro lujo para la época—, eran aberturas cuadrangulares con barrotes de madera que por la noche se cerraban con tablas (la temperatura casi nunca descendía a bajo cero). El mobiliario era sencillo: camas, mesas y bancos de madera desprovistos de todo adorno. Fue en una de aquellas espartanas estancias donde, bajo una manta azul pálido tejida a mano y protegido por un mosquitero también azul, nació Mao.

Mao fue el tercer hijo varón y el primero que sobrevivió a la infancia. Su madre, budista, se hi

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