Otros colores

Orhan Pamuk

Fragmento

PREFACIO

PREFACIO

Este es un libro hecho de ideas, imágenes y fragmentos de vida que todavía no han encontrado su camino en ninguna de mis novelas. Los he reunido aquí en un discurso continuo. A veces me sorprende que en las novelas no encajen todas las experiencias dignas de mención que he vivido. Algunos detalles y rarezas de la vida que me gustaría compartir con los demás, algunas palabras que me salen de dentro con fuerza y alegría, no pasan de fragmentos a pesar de todo mi entusiasmo y mis esfuerzos. En parte son ensayos autobiográficos, en parte han sido escritos a toda prisa, en parte se quedaron fuera porque mi mente pasó a interesarse rápidamente por otras cosas… Aunque raramente releo mis novelas, sí me gusta recordar y releer estos textos fragmentarios, como si fueran esas fotografías de momentos felices sobre las que volvemos tan a menudo. En estos textos hay algo que va más allá de las circunstancias especiales que me impulsaron a escribirlos, de las peticiones de las revistas y periódicos para los que los hice e incluso de lo que quería expresar en aquel momento, de mis intereses y emociones. Para describir estos curiosos episodios, estas epifanías, estos instantes en los que hasta cierto punto la verdad sale a la luz, Virginia Woolf usó en una ocasión la expresión «momentos de ser».

Entre 1996 y 1999 escribí artículos semanales en Estambul para la revista entre política y humorística Öküz y los ilustré como mejor me parecía. En esos textos breves, que se fundamentaban en una emoción poética y la mayoría de los cuales escribía de una sentada, me gustaba exponer mi relación de amistad con mi hija Rüya, descubrir de nuevo el mundo y lo que contiene y verlo a través de palabras. Con el paso de los años creo cada vez más que la literatura consiste en «ver el mundo con palabras», más que narrarlo. Desde el momento en que comienza a usar las palabras como los colores que componen un cuadro, el escritor redescubre por sí mismo lo sorprendente y maravilloso que es el mundo y, además, encuentra su propia voz rompiendo el esqueleto de su lengua. Para eso hace falta papel, lápiz y el optimismo de ver el mundo como lo mira un niño.

He recolectado estos fragmentos para formar un libro completamente nuevo con un centro autobiográfico. He desechado muchos escritos, otros los he recortado y abreviado, he extraído partes de los cientos de entrevistas que he concedido y de mis cuadernos de memorias y muchas de ellas las he colocado en extraños lugares del libro con el placer de estar creando una historia.

Este Otros colores se ha formado sobre el esqueleto del libro de ensayos del mismo título que publiqué en Estambul en 1999, pero aquel era como una recopilación mientras que el que el lector tiene en las manos ha tomado la forma de una serie de fragmentos, momentos y pensamientos autobiográficos. Para mí, hablar de Estambul, de los libros, los escritores y las pinturas que me gustan, siempre ha sido una excusa para hablar sobre la vida. Las notas sobre Nueva York las escribí la primera vez que llegué a la ciudad, con mis primeras sensaciones de extranjero y pensando en los lectores turcos. El relato al final del libro es tan autobiográfico que el protagonista podría haberse llamado Orhan. El hermano mayor, como todos los de mis libros, no se parece en absoluto a mi hermano mayor, Sevket Pamuk, el eminente historiador de la economía, sino que es malvado y cruel. Mientras seleccionaba los textos para este libro vi, preocupado, que tenía una curiosidad y una tendencia especiales hacia los desastres naturales (los terremotos) y sociales (la política), así que dejé aparte muchos deprimentes artículos políticos. Siempre he creído que en mi interior existe un grafomaníaco ambicioso y difícil de satisfacer, un hombre que no se harta de escribir, que todo lo anota, de modo que debo redactar algo para satisfacerle. Pero al preparar este libro vi que mi grafomaníaco interior estaría mucho más contento si trabajaba con un editor que le proporcionara a ese enfermo de literatura un centro, un marco y un significado. Me gustaría que el lector sensible fuera tan consciente de mi trabajo de editor creativo como del esfuerzo del escritor en sí mismo.

Como otros muchos lectores, soy admirador del filósofo y escritor alemán Walter Benjamin. Pero a veces, para irritar a algún amigo (por supuesto académico) seguidor en exceso de Benjamin, le digo: «¿Y qué tiene de grande? Terminó muy pocos de sus libros y además no es famoso por ellos, sino por los que no terminó». Y mi amigo me responde que los libros de Benjamin son ilimitados y fragmentarios como el mundo mismo y que luchan por darle un sentido. Y yo, sonriendo, siempre le contesto: «Algún día también yo escribiré un libro compuesto solo de fragmentos». Este es ese libro, insertado en un marco que sugiera un centro que he tratado de ocultar, y espero que los lectores disfruten imaginando que dicho centro se convierte en realidad.

VIVIR Y PREOCUPARSE

VIVIR Y PREOCUPARSE

1. MI PADRE

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MI PADRE

Aquella noche llegué tarde a casa. Me dijeron que mi padre había muerto. Al mismo tiempo que el dolor se me clavó en la mente una imagen de mi niñez: en casa, en pantalones cortos con sus piernas delgaditas.

A las dos de la madrugada fui a su casa para verlo por última vez. «Está dentro, en el dormitorio», me dijeron, y allí fui. Mucho más tarde, ya de vuelta poco antes de amanecer, la avenida Valikonagı y las calles de Nisantası en las que llevaba viviendo cincuenta años estaban vacías y frías y las luces de los escaparates lejanas y ajenas.

Aquella mañana, sin dormir y como en un sueño, hablé con las visitas y respondí a las llamadas telefónicas, me sumergí en los trámites burocráticos, y mientras redactaba la esquela y me dejaba llevar por las notas, peticiones, deseos y pequeñas discusiones que me llegaban, creí comprender cómo en todas las muertes de repente resulta más importante el entierro que el propio difunto.

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