Soy tu hombre. La vida de Leonard Cohen

Sylvie Simmons

Fragmento

cap-2

1

Nacido con traje

When I’m with you

I want to be the kind of hero

I wanted to be

when I was seven years old

a perfect man

who kills.

«The Reason I Write»,

Selected Poems, 1956-1968

El chófer se desvió de la carretera principal a la altura de la sinagoga que ocupaba casi toda la manzana, dejó atrás la iglesia de San Matías, en la esquina opuesta, y subió por la colina. En la parte de atrás del automóvil viajaban una mujer —veintisiete años, atractiva, de facciones marcadas, vestida con elegancia— y su hijo recién nacido. Las calles por las que pasaban eran hermosas y bien trazadas, con árboles perfectamente alineados. Grandes casas de ladrillo y piedra, que bien podrían derrumbarse bajo el peso de su presunción, parecían flotar sin esfuerzo en las laderas. Aproximadamente a mitad de la cuesta el conductor tomó una calle transversal y se detuvo frente a una casa situada al final de la calle, en el 599 de la avenue Belmont. Era una casa grande de estilo inglés, sólida y de aspecto solemne, cuyo ladrillo oscuro quedaba suavizado por una galería enmarcada de blanco en la parte delantera, y en la trasera por el parque Murray, unos catorce acres de césped, árboles y arriates, con unas magníficas vistas del río San Lorenzo a un lado y del centro de Montreal al otro. El chófer se bajó del coche y abrió la puerta de atrás, y Leonard hizo su entrada por los blancos escalones delanteros en el hogar familiar.

Leonard Norman Cohen nació el 21 de septiembre de 1934 en el hospital Royal Victoria, una mole de piedra gris situada en Westmount, un barrio acomodado de Montreal, Canadá. Según los registros, fue a las 6.45 de la mañana de un viernes. Según la historia, ocurrió a mitad de camino entre la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Echando la cuenta, Leonard fue concebido entre el final de la Hanucá y la Navidad, durante uno de los inviernos subárticos que su ciudad natal lograba alumbrar con tanta regularidad como brío. Se crió en una casa de trajes.

Nathan Cohen, el padre de Leonard, era un próspero judío canadiense que tenía un negocio de ropa de calidad. La Freedman Company era conocida por sus trajes de etiqueta, y a Nathan le gustaba vestir con elegancia hasta en los actos informales. En el atuendo, como en las casas, prefería el elegante estilo inglés, que lucía acompañado de polainas y atenuaba con una flor en el ojal, y, cuando su mala salud lo hizo necesario, con un bastón de plata. Masha Cohen, la madre de Leonard, era dieciséis años menor que su marido, judía de ascendencia rusa e hija de un rabino, y había inmigrado hacía poco a Canadá. Se casó con Nathan no mucho después de su llegada a Montreal, en 1927. Dos años más tarde daba a luz a la primogénita de sus dos hijos, Esther, la hermana de Leonard.

Las primeras fotografías de Masha y Nathan lo muestran a él como un hombre fornido, de rostro y espalda cuadrados. Ella, más delgada y una cabeza más alta, es, en cambio, toda círculos y curvas. La expresión del rostro de Masha es a la vez infantil y regia, mientras que Nathan aparece rígido y taciturno. Aun cuando no fuera esa la pose adecuada ante la cámara para un cabeza de familia de la época, sin duda Nathan era más reservado, y más anglicanizado, que su cálida y emocional esposa rusa. De bebé, Leonard —rechoncho y de rostro cuadrado— era la viva imagen de su padre, pero conforme fue creciendo adquirió la cara en forma acorazonada de su madre, su espeso cabello ondulado y sus ojos profundos, oscuros y caídos. De su padre heredó la estatura, la pulcritud, la decencia y la afición a los trajes; de su madre, el carisma, la melancolía y la música. Masha siempre cantaba cuando andaba por casa, en ruso y en yidis más que en inglés, viejas canciones populares sentimentales que había aprendido de niña. Cantando con una buena voz de contralto, y acompañada de violines imaginarios, pasaba de la alegría a la melancolía y viceversa. Leonard la calificaría de «chejoviana».[1] «Reía y lloraba con toda el alma», diría Leonard,[2] una emoción seguía a la otra en rápida sucesión. Masha Cohen no era una mujer nostálgica, no hablaba mucho del país que había dejado atrás, pero llevaba su pasado en forma de canciones.

Los residentes de Westmount eran anglocanadienses protestantes acomodados, de clase media alta, y judíos canadienses de segunda o tercera generación. En una ciudad absolutamente marcada por la división y la separación, se metía en el mismo saco a judíos y protestantes por la sencilla razón de que no eran ni franceses ni católicos. Antes de la denominada «revolución silenciosa» de Quebec, en la década de 1960, y antes de que el francés se convirtiera en la lengua oficial de la provincia, los únicos franceses en Westmount eran los empleados domésticos. Los Cohen tenían una criada, Mary, aunque era católica irlandesa. También tenían una niñera, a la que Leonard y su hermana llamaban Nursie, y un jardinero negro llamado Kerry, que asimismo hacía las veces de chófer de la familia. (El hermano de Kerry desempeñaba el mismo trabajo en casa del hermano pequeño de Nathan, Horace.) No es ningún secreto que Leonard tuvo un origen privilegiado. Nunca ha negado que nació en la parte rica de la ciudad, nunca ha renunciado a su educación, renegado de su familia, cambiado de nombre ni pretendido ser alguien distinto de quien era. Pertenecía a una familia adinerada, aunque sin duda las había más ricas en Westmount. A diferencia de las mansiones de Upper Belmont, la casa de los Cohen, aunque grande, era semiadosada, y su coche, aunque conducido por un chófer, era un Pontiac, no un Cadillac.

Pero lo que tenían los Cohen, y muy pocos llegaban a igualar, era prestigio social. La familia en la que nació Leonard era distinguida e importante, una de las familias judías más prominentes de Montreal. Los antepasados de Leonard habían construido sinagogas y fundado periódicos en Canadá. Habían financiado y presidido una dilatada lista de sociedades y asociaciones filantrópicas judías. El bisabuelo de Leonard, Lazarus Cohen, fue el primero de la familia que llegó a Canadá. En Lituania, que cuando él nació, en la década de 1840, formaba parte de Rusia, Lazarus había sido profesor en una escuela rabínica de Wylkowyski (hoy Vilkaviškis), una de las más rigurosas yeshivot del país. Cuando rondaba la veintena dejó a su esposa y a su hijo de corta edad para probar fortuna. Tras una breve estancia en Escocia, cogió un barco rumbo a Canadá y recaló en Ontario, en una pequeña población llamada Maberly, donde a fuerza de trabajo logró pasar de mozo en un almacén de madera a dueño de una empresa de carbón llamada L. Cohen and Son. El hijo era Lyon, el futuro padre de Nathan, a quien Lazarus mandó a buscar, junto con su madre, dos años después. Con el tiempo la familia se trasladó a Montreal, donde Lazarus se convirtió en el presidente de una fundición de latón y creó una próspera empresa de dragados.

Cuando en 1860 Lazarus Cohen llegó a Canadá, la población judía del país era minúscula. A mediados del siglo XIX había menos de quinientos judíos en Montreal, mientras que a mediados de la década de 1880, cuando Lazarus asumió la presidencia de la sinagoga de la congregación Shaar Hashomayim, eran más de cinco mil. Los pogromos rusos habían provocado una oleada de inmigración, de modo q

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