El juicio a los máximos responsables militares de la última dictadura argentina volvió desde hace unos meses a los diarios y las conversaciones del mundo gracias al éxito fenomenal de la película «Argentina, 1985». Detrás de ese juicio, sin embargo, hubo una trastienda compleja y acechante, llena de sucesos, incertidumbres y presiones políticas y militares, que la película apenas alcanza a insinuar. Por eso, la publicación en Argentina de «La hermandad de los astronautas» (Sudamericana/Debate) es un aporte único: las memorias de aquellos días en boca de Ricardo Gil Lavedra, uno de los seis jueces encargados no sólo de dictar sentencia contra los dictadores sino de resistir las presiones de aquel tiempo y encontrar la manera de llevar adelante ese juicio. En este epílogo del libro, Gil Lavedra cuenta el desenlace inesperado de todo aquello: cómo los mismos jueces terminaron llevando, ellos mismos, copias de las cintas del juicio a una bóveda en Oslo para resguardarlas de cualquier intento de borrar la memoria de lo que había pasado.