Cuenta contigo

Patricia Ramírez

Fragmento

cap-1

 

Introducción

Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida.

ARTHUR SCHNITZLER

En esta frase del dramaturgo y médico austríaco Arthur Schnitzler se encuentra resumida la trama principal de Cuenta contigo. Y sobre todo en saber que aprovechar el momento adecuado depende de nosotros. Este libro es un canto a la responsabilidad y al locus de control interno. ¿En qué medida nuestro éxito personal, profesional o deportivo depende de nosotros? ¿Son los demás los que nos boicotean, nos estresan e impiden que alcancemos nuestros sueños? ¿No seremos nosotros los que no ponemos todo de nuestra parte, e invertimos el tiempo y la energía en buscar excusas que nos limitan?

Los límites, los pretextos, la pereza y la cultura de «lo merezco todo invirtiendo lo mínimo» impiden que muchas personas alcancen sus sueños y, con ello, la felicidad. Estas pasan gran parte del tiempo soñando con lo que anhelan, diciendo que quieren esto y lo otro, pero apenas se esfuerzan, ni luchan por lo que desean. Quizá es que no lo desean con la suficiente intensidad...

En Cuenta contigo vamos a trabajar desde el interior para que puedas alcanzar tus propósitos. Pero ¿qué hay en tu interior? Hay mucho más de lo que imaginas: capacidad de aprendizaje, posibilidad de cambio, valores, fuerza de voluntad, talento, pasiones y emociones; en definitiva, un potencial cognitivo que puedes poner en práctica para sentirte mejor, experiencias positivas que ayudarán a que te sientas seguro y confiado y a que veas en ti alguien con posibilidades de avanzar, en lugar de una persona limitada. También es cierto que dentro de nosotros hay miedos, historias de fracasos, vulnerabilidad, etiquetas y juicios de valor que nos impiden avanzar, o críticas que condicionan nuestras expectativas. A lo largo del libro veremos que todo esto también forma parte de nuestra mochila, y que tendremos que aprender a lidiar con ello, analizarlo y vencerlo para que, en lugar de restar, nos ayude a seguir sumando.

En Cuenta contigo vas a encontrar el empujón que precisas para no depender de los ánimos de los demás. Si para empezar a hacer ejercicio necesitas contar con la compañía de un amigo, si para ser titular en tu equipo solo dependes de la elección de tu entrenador o para mejorar tu inglés esperas que sea tu empresa la que te pague la formación, quizá nunca logres ninguno de estos tres propósitos. ¿Por qué? Porque el éxito de los tres está en lo que los demás tienen que hacer por ti. Y esto es cómodo pero poco eficaz. Deja de esperar el rescate y ponte a nadar, en la dirección que sea y en el estilo que mejor se te dé, pero ¡nada! Como decía Dory en Buscando a Nemo: «Sigue nadando, sigue nadando...». Nadar permite, en un principio, mantenerse a flote. Y cuando disfrutas nadando, eres capaz de atreverte incluso con el estilo mariposa.

Pedir ayuda es vital para nuestra supervivencia. Es una conducta inteligente que permite colaborar, cooperar, y que entre todos consigamos objetivos que no somos capaces de lograr por nosotros mismos. Pero si pedimos ayuda sin probar antes de qué somos capaces, sin explorar si podemos resolver el enigma con nuestros propios recursos, nunca llegaremos a saber dónde están nuestros límites, ni a salir de la zona confortable, ni a trabajar la creatividad para buscar soluciones nuevas. No se trata solamente de estudiar y memorizar lo que nos dan hecho o resuelto. Se trata de aprender a aprender. Resultan mucho más placenteros los logros conseguidos con nuestro esfuerzo y poniéndonos a prueba, que los logros a los que hemos sido empujados por otros.

No pretendo con este libro que seas autosuficiente y autónomo para todo, pero sí que aprendas a responsabilizarte de tus objetivos, emociones y pensamientos; en definitiva, de las cosas que te ocurren en la vida. Porque solo así podrás ocuparte de ellas y solucionarlas. Los demás no son los responsables de que tú seas infeliz, de que estés nervioso o tengas una situación de incertidumbre. Esto es demasiada responsabilidad para el otro. ¿Te lo imaginas al revés? ¿Te imaginas asumiendo la responsabilidad de la felicidad de tu pareja, de tus colegas de trabajo, de los compañeros de equipo, de tus amigos... siendo el director de toda esa «orquesta»? Sería terrible y agotador. Aprende a estar pendiente de ti y de lo que tú controlas para poder trabajar en ti mismo.

Cuenta contigo tampoco es una llamada al egoísmo. No es ese el objetivo. Todo lo contrario. No se trata de mi tiempo, mi espacio, mis recursos y mis cosas, o de mis rotuladores y mis apuntes, como cuando íbamos al colegio. Cuenta contigo significa solo dejar de pedir ayuda fuera para buscarla en ti. Y si después de una búsqueda a conciencia no la encuentras, cuenta con otros. Pero date tiempo para aprender, actuar, reproducir y coger el hábito. Para contar con otros, tienes toda la vida.

¿En qué momento perdimos el espíritu aventurero, ese que todos los niños tienen mientras siguen siéndolo? ¿Te acuerdas de que, cuando eras pequeño, una de tus frases favoritas era «yo solo»? Los niños quieren sentirse mayores ganando autonomía. Quieren que les dejes comer solos aunque se echen los macarrones por encima, quieren vestirse solos aunque se ralentice el proceso, quieren ducharse solos aunque acaben con la cabeza llena de espuma porque no saben aclararse bien. Las personas tenemos esa necesidad de explorar y de aprender... hasta que llegan los machacones del error y las prisas, y los obsesivos de la perfección, que nos hacen sentir desgraciados cuando nos equivocamos. Muchos padres contestan «No, que te manchas», «No, que si te visto yo, terminamos antes», «No, que te dejas toda la cabeza llena de jabón y se te va a quedar el pelo pegajoso». Y poco a poco nos van mutilando la iniciativa y los deseos de descubrir y ocuparnos de nuestras cosas. Terminamos interiorizando que, cuando otros se ocupan de las cosas, lo hacen mejor y más rápido. Y cuando te das cuenta, en tu vida prevalece el perfeccionismo, las prisas y el hacer lo correcto y lo que se espera de ti. Aunque para ello tuviste que pagar un precio muy alto: entregaste a cambio tu creatividad y tu iniciativa, y perdiste la oportunidad de divertirte descubriendo.

Recuerdo que cuando era pequeña una de mis mayores ilusiones era ir a bajar el Naranjo de Bulnes. Alguno de mi pandilla debió oír en su casa que era una montaña fantástica para escalar, y nosotros íbamos todas las tardes a escalar una pared de unos tres metros de altura. De habernos caído, seguro que nos hubiéramos roto algún hueso. Yo no sabía ni lo que significaba Naranjo de Bulnes, de hecho lo llamaba «Naranjo Blume», porque hacía gimnasia deportiva y me recordaba a la Residencia Blume. Solo sabía que había que bajar y subir, tratar de no caerse y de que en casa no supieran dónde nos metíamos. E ingeniárnoslas, si nos caíamos, para buscar esa mentirijilla que cubriera a los demás y no delatase nuestras escapadas. La mentirijilla estaba mal, pero la aventura era divertida. Desarrollaba la creatividad, el ejercicio, la amistad, la complicidad y muchas otras cosas. Hoy en día esto sería impensable. No puedes salir de casa a jugar a la calle porque te manchas, te caes, te rompes algo, te raptan, te violan, te, te, te... Nuestros hijos están asimilando el «manual del perfecto inútil»

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