¿Hablamos?

Ferran Ramon-Cortés
Alex Galofré

Fragmento

1. ¿Dónde está nuestra relación?

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¿Dónde está nuestra relación?

Una paella en la playa

Carlos dirigía un equipo de investigación de once personas. Once brillantes investigadores, cada uno con su personalidad y su estilo. Desde el primer momento quiso tener el control del equipo, así que en las primeras reuniones no tuvo reparos en cortar las discusiones que le parecían absurdas o las intervenciones que juzgaba fuera de lugar. Tras tres años de trabajo conjunto, las reuniones de proyectos se desarrollaban con absoluto orden y sin atisbo de conflicto. Sus decisiones eran generalmente aceptadas sin controversia, aunque cierto es que muchas veces costaba que esas decisiones se implementaran. A los ojos de la organización, el equipo era una balsa de aceite.

Era el tercer año del proyecto y acababan de conseguir financiación para continuar la investigación dos años más, así que Carlos pensó que sería un buen momento para celebrarlo. Habló con uno de los investigadores con los que tenía más confianza:

—¿Qué te parece si propongo una salida conjunta del equipo?

—¿En qué estás pensando exactamente?

—No sé… Algo como una comida fuera.

—¿Estás seguro? Vamos muy pillados de tiempo…

—Sí, estoy seguro. Tenemos que celebrar la prórroga del proyecto.

—Vale, si tú lo ves claro…

En la reunión semanal con el equipo, Carlos hizo la propuesta:

—He pensado que tenemos que celebrar la prórroga del proyecto. Os propongo hacer una paella en la playa todos juntos este viernes. ¿Qué os parece?

Las respuestas, aunque no demasiado entusiastas, fueron todas de confirmación: «Bien», «Buena idea», «Vale», «Está bien»…

Y llegó el viernes. Ya a primera hora recibió la visita de uno de los miembros del equipo.

—Lo siento muchísimo, Carlos —dijo—, no podré venir. Tengo a mi suegra ingresada…

Lo entendió perfectamente, era una causa de fuerza mayor.

A media mañana, se repitió la escena:

—Me encantaría venir, Carlos, pero tengo tutoría del pequeño esta tarde. No va muy bien en la escuela y es importante que esté.

A las 13.30, Carlos, algo decepcionado, salió en dirección al restaurante. En el trayecto le llegaron algunos mensajes de móvil.

En cuanto llegó al local se puso a revisarlos: «Carlos, vamos tarde con la programación. Mejor no vengo…», «Me encuentro fatal, me voy para casa. Espero estar en forma el lunes».

La paella era para doce. A las 14.30, hora de la convocatoria, eran cinco en la mesa. Como científico, no podía agarrarse a la estadística para justificar siete ausencias. Realmente aquella paella no apetecía, aunque nadie había tenido el valor de decirlo.

Cine de autor

Jorge tenía una especial predilección por el cine y, muy concretamente, por las películas de autor. Como era de esperar, además le encantaba ver las películas en versión original.

Cuando Jorge y Nacho se encontraron surgió el amor de forma inmediata. Era a finales de los años 80, y se había estrenado la película Oci ciornie (Ojos negros), con Marcello Mastroianni. En esos inicios de su relación, Jorge pensó que era una ocasión maravillosa de sorprender a Nacho. Al salir del cine, Jorge le expresó emocionado lo mucho que había disfrutado en la película, y le preguntó:

—¿Qué te ha parecido?

—Es muy interesante —respondió Nacho—, la he disfrutado.

—¿A que sí? Y suerte que la hemos visto en versión original, pues doblada pierde mucho.

Una semana más tarde volvieron a quedar para ir al cine. Jorge le tenía preparada otra película, en este caso la danesa El festín de Babette. En los siguientes días, Jorge le llevó a ver también la japonesa Akira, la estadounidense Bird y la francesa Chocolat.

Un mes más tarde, Nacho presentó a Jorge a su amiga Carmen. Mientras hablaban, Jorge sacó el tema del cine y de pronto le contó a Carmen que habían ido a ver varias películas que a Nacho le habían encantado. Sobre todo destacó la película Ojos negros, a lo que Carmen respondió:

—¿Ojos negros? Nacho, ¡pero si es la película que fuimos a ver juntos el mes pasado en versión doblada, y te fuiste del cine a los veinte minutos porque dijiste que era insoportable!

Jorge, con la mirada atónita, no pudo dejar de sentir que, aunque con su mejor intención, Nacho llevaba un mes mintiéndole.

Las cosas han cambiado

Marta y Roberto se sentían satisfechos de lo que habían conseguido. Cinco años atrás habían iniciado un proyecto profesional que resultó ser de gran éxito. El crecimiento de la empresa había sido enorme, y habían pasado de gestionar una organización de 12 personas a una de 180.

En el último año habían decidido ocupar funciones distintas en la empresa para ser más eficaces.

Un día, en una conversación aparentemente inocente, se dieron cuenta de que algo estaba pasando:

—¿Cómo van las ventas de Chile, Marta?

—Todo bien, según las previsiones. Creo que vamos a conseguir todos los objetivos planteados en Latinoamérica.

—Genial —dijo Roberto—. Si seguimos con este crecimiento, podemos plantear la venta en un año.

—¿Te refieres a vender la empresa?

—Claro, es lo que hablamos el año pasado.

—Sí, y no hemos vuelto a tratar este tema.

—¡Si ya estaba todo hablado!

—Lo hablamos hace un año, es cierto, pero las cosas han cambiado.

—No lo entiendo. Además, tampoco has dado pistas de que estuvieras cambiando de opinión…

—Y tú no me has preguntado en este tiempo.

—Pero ¿de verdad no quieres vender? ¡Yo pensaba que sí querías!

—Pues ese es el problema, que pensabas una cosa que no hemos vuelto a comentar en todo el año.

Fue entonces cuando empezaron a entender lo que estaba ocurriendo. Con la decisión de ocupar funciones distintas se habían olvidado de ir sincronizando sus visiones, sus preocupaciones y sus pensamientos. Y, sin darse cuenta, su complicidad se había perdido y su relación se había enfriado.

¿Eres de Javi o de Toni?

El equipo de baloncesto de la escuela lo había ganado todo en el curso anterior. Con una altísima motivación y una entrega de todos los jugadores sin fisuras, las victorias se sucedían y eran la «bestia negra» de la liga escolar.

Sin embargo, ese año las cosas estaban siendo bien distintas. Técnicamente habían crecido, eran mejores, pero en la competición se venían abajo y las victorias llegaban a cuentagotas. En cada partido había un detalle que dejaba de funcionar: alguien que no intuía una jugada, muchos pases fallidos… Algo no funcionaba como antes.

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