La gran burbuja del fútbol

José María Gay de Liébana

Fragmento

cap-2

Desde principios de los años setenta, coincido con mi amigo Manolo siguiendo al Espanyol y, como cabe imaginar, hemos compartido toda clase de alegrías, así como algún que otro disgusto. Pero el fútbol da para mucho más de lo que ocurre dentro del terreno de juego, así que también hemos tenido ocasión de compartir nuestras obsesiones particulares, las típicas manías del forofo.

Durante la temporada 1986/87 —entonces nuestro equipo jugaba en el añorado Sarrià bajo las órdenes de Javi Clemente—, Manolo se empeñó en saber cuándo y quién marcó el primer gol oficial de la historia del fútbol. No era una obsesión tan extraña en un perico, si tenemos en cuenta cuál fue el primer gol oficial de nuestra liga. El 10 de febrero de 1929 se jugó la jornada inaugural de la que tendría que convertirse en una de las competiciones más importantes de este deporte, y en ella participaron los nueve equipos que la impulsaron, junto con el Racing de Santander, que accedió en las eliminatorias previas. A los blanquiazules les pudo tocar alguno de los equipos históricos, como el Athletic de Bilbao, el Real Madrid, el Atlético de Madrid o la Real Sociedad, un rival que ya entonces era especial, como el FC Barcelona, o alguno de los que quedarían cual históricos como el Club Esportiu Europa, el Arenas de Guecho o el Real Unión de Irún. Finalmente, este último fue el rival de los catalanes. A los cinco minutos de encuentro, a un legendario jugador perico como Pitus Prats le correspondió el honor de inaugurar el marcador oficial del partido, que fue también el primero de la jornada y de la competición.

Con este precedente, no era extraña la obsesión de Manolo y, como buen amigo, me alegré cuando en 1995 pudo resolverla gracias a las investigaciones del periodista Robert Boyling. Durante mucho tiempo se había dado por sentado que el primer gol de la historia lo había marcado Gershom Cox… en propia puerta. Pero las investigaciones del periodista inglés demostraron que el partido que jugaron el 8 de septiembre de 1888 el Aston Villa y el Wolverhampton Wanderers —en el que jugaba Cox— empezó con media hora de retraso. De modo que el primer partido oficial de la competición auspiciada por la Football Association lo disputaron el Bolton Wanderers y el Derby County, y solo dos minutos después de empezar, Kenyon Davenport, del Bolton, marcó el gol que debe considerarse el primero de la historia oficial del fútbol.

Cuento esta anécdota porque, igual que Manolo, a lo largo de los años he tenido una obsesión particular. Ha pasado mucho tiempo desde que yo era un estudiante iconoclasta, pendiente de las movidas universitarias y aquellas revueltas pendientes de los movimientos de los grises, pero no he dejado de prestar atención a los cambios que ha experimentado la economía del fútbol. Desde aquella época en la Bombonera Perica y hasta el día de hoy en nuestro estadio de Cornellà-El Prat —el único del mundo con porterías en dos términos municipales distintos, que me conste —, he analizado cómo lo que era un pasatiempo de los domingos se transformaba en una de las grandes industrias de la actualidad. Y mientras lo hacía, intentaba responder a preguntas que los futboleros y expertos deportivos, siempre a lomos de una actualidad trepidante, a menudo dejamos sin contestar. ¿Cómo se sostiene esta gran industria? ¿Quiénes la financian? ¿Son sostenibles los grandes fichajes de los grandes clubes? Y los equipos pequeños, ¿tienen posibilidades de sobrevivir en un mercado altamente competitivo?

Mis estudios, junto con mi actividad profesional y docente, me han dado las claves para intentar entender este entramado y, con este libro, mi propósito es poner estos análisis al alcance de aficionados que aman este deporte sin ser entendidos en economía. Así, he optado por explicar algunos conceptos que a mis compañeros economistas pueden parecerles básicos, y he aligerado las argumentaciones de tablas y detalles minuciosos. A cambio de este sacrificio, que estoy seguro que mis colegas comprenderán, muchos más lectores podrán entender los mecanismos económicos que mueven la que hoy es la gran industria del entretenimiento.

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