Se vende banco por 1 euro

Manuel Medina

Fragmento

cap-1

Prólogo

Es para mí un honor poder escribir el prólogo de este nuevo libro de Manuel Medina, en esta ocasión sobre banca y abogacía, que conmemora el cuarenta aniversario del Grupo Medina Cuadros, sabiamente pilotado por el autor, su esposa Amelia Cuadros y sus cinco hijos, junto a un extraordinario equipo de profesionales.

Aquellas personas o empresas que han triunfado normalmente no lo han hecho por casualidad. Cuando el lector se adentre en la obra, podrá comprobar de primera mano que el éxito de Medina Cuadros se basa en un profundo conocimiento de la profesión de la abogacía, así como en una incomparable experiencia en banca, y el sector financiero en general, de más de cuatro décadas.

En el año 1994 tuve el gusto de conocer personalmente al autor. Fue ese el año de mi incorporación como consejero delegado al Banco Central Hispano, que atravesaba unos momentos muy difíciles. Un entorno económico adverso, la súbita intervención de Banesto por insolvencia y una compleja fusión de los dos grandes bancos, el Central y el Hispano, hacían necesario, a juicio de los reguladores y del propio Consejo de Administración, un cambio de rumbo en la gestión de ese gran banco.

A propuesta del presidente del Consejo de Administración, y con el apoyo unánime de este, del Banco de España y del Ministerio de Economía, me hice cargo con cuarenta y dos años de la gestión de la entidad. Tuve la enorme suerte de encontrarme con un extraordinario equipo humano que, deseoso de salir de la difícil situación en la que nos hallábamos, mostraba una fuerza y una voluntad que eran capaces de mover montañas si hubiera hecho falta. Conté con el apoyo incondicional de todos ellos, y todos ellos contaron con mi confianza, desde el primer momento de aquel veraniego día de junio de 1994 en el que tomé posesión del cargo.

Entre las más de treinta mil personas que trabajaban en el banco, pronto conocí al autor del libro y a su esposa, que formaban parte del equipo de recuperaciones de créditos en dificultades, en estado precontencioso y contencioso. Con una morosidad galopante y generalizada que no cesaba de crecer en toda España, destacaba Andalucía por la intensidad con la que se cebó la crisis económica en dicha región. El equipo de recuperaciones de la entidad era extraordinario y jugó un papel muy destacado en asegurar el éxito que conseguimos en el saneamiento y el relanzamiento del Central Hispano. Tal fue el resultado, que los beneficios y el valor del banco en la Bolsa se multiplicaron por cinco en los casi cuatro años que duró el trabajo de reconstrucción del banco.

Como digo, dentro de las territoriales del área de recuperaciones, una de mis mayores preocupaciones era Andalucía, por su tamaño y su elevada morosidad crediticia. Por ello, necesitábamos un equipo que, sin desfallecer, fuera capaz de recuperar al máximo todas las situaciones de activos en dificultades. En este punto, Manuel Medina tuvo una actuación destacadísima como responsable territorial del recobro de activos dañados. Desde entonces somos compañeros y amigos.

Manuel analiza con valentía, usando ejemplos muy detallados y completos, las verdaderas causas de la profunda crisis bancaria en nuestro país. Sus cuarenta años de experiencia le avalan para poder dar una visión práctica y certera de la realidad de los últimos años en el sector de cajas de ahorros y bancos, desde el privilegio de la cercanía personal de la que ha disfrutado con muchos de sus principales actores. Desgrana en el libro, con fina pluma y gran conocimiento técnico, los usos y costumbres de nuestras cajas y bancos en las últimas décadas. Como buen observador, se adentra en la vida de estas instituciones con el mismo estilo costumbrista con el que nos relataba en libros anteriores las costumbres andaluzas a través de sus incomparables vivencias de niñez en la gran villa que es su Villanueva del Arzobispo y sus extraordinarios campos donde crecen con orgullo los mejores olivos de Europa (o del mundo).

Es necesario recordar los desmanes producidos en el crédito por el lado de la oferta y la demanda, con los reguladores mirando hacia otro lado, a pesar de que veían aumentar las carteras de préstamos a ritmos superiores al 20 % anual. Pero la economía crece, se crea empleo, «if it works, don’t fix it», etcétera, me decía alguien importante entonces en este país, cuando yo le alertaba del excesivo y desbocado crecimiento del crédito al sector privado, y al inmobiliario en particular. No parecía importar la pobre calidad del crecimiento de nuestro PIB; tampoco la del empleo, que era en gran medida el resultado del espejismo de una ficción o burbuja inmobiliaria. Se construía cerca de un millón de nuevas viviendas al año en España, casi tanto como en toda Europa junta. Algo estaba fallando…

Como bien explica el autor, la crisis financiera mundial estalló violentamente al caer Lehman Brothers en septiembre de 2008, momento este en el que nuestro sistema financiero se encontraba con una enorme debilidad, pues la estructura económica era extremadamente frágil, basada en una actividad inmobiliaria exagerada y con grandes desequilibrios exteriores por la falta de productividad. Sin embargo, tuvimos una enorme suerte, ya que, a diferencia del Crack de 1929, los responsables de los bancos centrales de Estados Unidos, la zona euro, Japón, Reino Unido, etcétera, actuaron con rapidez y eficacia inusitadas inyectando ingentes cantidades de liquidez al sistema financiero mundial para evitar el irremediable colapso al que estábamos abocados.

A pesar de ello, por entonces el sistema financiero español tuvo que enfrentarse a una economía doméstica sumida en una profunda recesión y con unos niveles de endeudamiento privado difícilmente soportables, lo que provocó grandes quiebras empresariales y personales, con los consiguientes impagos a las entidades financieras o, al menos, dolorosas reestructuraciones crediticias. De ello sabe mucho Manuel Medina, pues, como comentaba antes, desde 1994 ha estado en el corazón de las recuperaciones de activos dañados de la banca y de las necesidades de ingentes provisiones que se originan en tales circunstancias.

Con la visión y la experiencia de quien conoce bien de lo que escribe, el autor relata en estas páginas de qué manera los inevitables procesos de consolidación han propiciado que los famosos «siete grandes» bancos de los ochenta hoy se hayan convertido en dos sólidos grupos financieros internacionales. Es destacable cómo, tras la inolvidable crisis de la pasada década, nuestro país tiene sus dos principales grupos bancarios —Santander y BBVA— establecidos en el primer nivel internacional, ocupando destacadísimos lugares en el ranking global de solvencia, liquidez y rentabilidad. En definitiva, gracias a una buena gestión. Algo similar ocurre con el sector de las cajas de ahorros, donde finalmente destacan solo dos de ellas: La Caixa y Bankia.

No puedo dejar de mencionar aquí la gran labor realizada por el ministro de Economía y Competitividad, don Luis de Guindos, para resolver la complicada y profunda crisis del sector financiero en nuestro país, sobre todo de las cajas de ahorros, que fueron las entidades más castigadas por la crisis.

El autor, asimismo, analiza aspectos relacionados con su labor propia de la abogacía y la procuraduría de tribunales, que conoce y domina como nadie. Estoy seguro de que un mundo cada vez más global, más digital, más difícil y dominado por el i

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