Léase en caso de fracaso

Leticia Gasca
Pepe Villatoro
Carlos Zimbrón
Luis López de Nava

Fragmento

Léase en caso de fracaso

INTRODUCCIÓN

El día en que nació Fuckup Nights estábamos en una terraza de la colonia Roma en la Ciudad de México celebrando algo; ya saben, improvisando la fiesta. Amigos, música, chelas, un anafre y se armó la carne asada. Después salió el mezcal y empezaron las conversaciones más profundas. Entre plática y plática hubo una entre unos amigos con los que en algún momento intentamos emprender un proyecto que resultó fallido. No creemos que fuera coincidencia. Entonces surgió una idea rara, pero que nos caracterizaba al apostar por lo diferente: organizar un evento de fracasos. Siguió la noche, y para no dejar pasar el momento decidimos juntarnos una semana después y retomarlo un poco más sobrios.

Nos reunimos un jueves en una mezcalería. Pedimos una ronda de tragos. Alguien propuso que cada uno contara su fracaso para probar la idea entre nosotros. Lo que sucedió después se convirtió en una de las pláticas más inspiradoras, íntimas y divertidas que hemos tenido en la vida. Cada uno mostraba formas muy diferentes de ver el fracaso en sus historias: con unas te morías de la risa, con otras querías llorar y otras realmente te daban lecciones profesionales. Eso nos dio la seguridad de que por lo menos nos divertiríamos haciéndolo. No había nada que perder, así que decidimos hacer la primera Fuckup Night la siguiente semana, en la misma terraza donde inició todo.

En esa época los cinco cofundadores teníamos empleos de tiempo completo y la única forma en que Fuckup Nights podía suceder era si manteníamos el evento simple, es decir, que requiriera la menor cantidad de horas para su organización y que se desarrollara de forma orgánica. Por eso, gran parte de las decisiones de los primeros meses, y hasta la actualidad, se tomaron con base en la premisa Keep it simple, make it happen (en español, ‘mantenlo simple para que suceda’). Ese es el consejo que damos con mayor frecuencia a los organizadores de Fuckup Nights en el mundo, durante nuestra videollamada mensual, sobre todo a los que están empezando. Este enfoque impide que se pierda de vista el corazón de Fuckup Nights: contar buenas historias de fracaso. Todo lo demás puede no suceder, pero las historias son la clave para que el movimiento prospere.

Con el concepto de simplicidad en mente, sucedió la primera Fuckup Night (fun) de, de la historia, en septiembre de 2012, en el patio de We Are Todos, un colectivo de artes y oficios de la capital mexicana. Charlie y Luis eran sus cofundadores, así que generosamente ofrecieron sus instalaciones para citar ahí a nuestros amigos y llevar a cabo un primer experimento. Compramos cervezas para todos en la tienda de la esquina, y, a falta de hieleras, usamos huacales de madera forrados con plástico. Keep it simple ejecutado en todos los niveles.

El primer fracasado de la primera fun fue Luis López de Nava, otro de nuestros cofundadores. Asistieron 30 personas, en su mayoría amigos cercanos y familia, y después de los fracasos seguimos hablando hasta pasada la medianoche. Desde luego, los cofundadores tuvimos que dar varias vueltas a la tienda de la esquina para reabastecernos de cervezas y que la noche continuara.

Durante unos cinco meses les pagamos a todos los asistentes de Fuckup Nights las bebidas (antes, durante y después de las historias de fracaso siempre hay cervezas y música) hasta que nos dimos cuenta de que tal generosidad en serio nos llevaría al fuckup si el número de asistentes continuaba creciendo. La primera ocasión que tuvimos 150 personas en una fun empezamos a vender la cerveza. Para ese momento ya habíamos gastado alrededor de 20 000 pesos mexicanos solo en dicha bebida.

Desde siempre, hay emoción en el ambiente, totalmente informal y relajado, sin etiqueta ni protocolo. Cada evento conlleva una expectativa que nos recuerda lo que se siente cuando estás a punto de ver a tu banda favorita en vivo. O cuando asistes a una corrida de toros, donde el morbo en los espectadores que quieren ver triunfar con elegancia al torero se combina con el deseo de sangre, ya sea del toro o de quien porta el traje de luces. Qué valor del orador y de quien pregunta: ambos se exponen al salir del anonimato. ¡Y las risas, el llanto, las caídas y los quebrantos! Pedimos historias de fracasos profesionales para después publicarlas en nuestro blog (no teníamos redes sociales por no ser una tarea simple), pero siempre salen los divorcios, los nuevos amores, las bajas pasiones y las altas traiciones. Nos gustaría decir que solo existen aprendizajes y finales felices, pero así no es la vida real. Lo que sí hay es mezcal porque… para todo mal, mezcal, y para todo bien, también.

Así que las cervezas gratis se fueron, pero nuevas aventuras llegaron. Entre ellas, la de investigar el fracaso desde el Failure Institute, el único think tank en el mundo dedicado al fracaso en los negocios. Nació la noche en la que anunciamos al orador número 100 que participaba en una fun: al terminar la sesión, uno de los asistentes nos preguntó si, después de escuchar 100 historias de fracaso, teníamos alguna estadística acerca de las causas más comunes. Un par de días más tarde ya estábamos buscando aliados para investigar de forma rigurosa las causas más comunes por las que los negocios fracasan. Cuando nos reunimos con el equipo del Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera y con investigadores de la egade Business School, todos del Tecnológico de Monterrey, nos revelaron que hacía tiempo habían intentado estudiar el fracaso emprendedor y habían fracasado (un metafracaso, podríamos decir). Después de esa conversación, supimos que ellos eran los indicados para hacer realidad la primera investigación del fracaso emprendedor en México.

Así surgió el brazo de investigación de nuestro movimiento, con la misión de atender un claro vacío de información que impedía la toma de decisiones informadas en las empresas, la sociedad civil, el gobierno y la academia. Desde entonces, hemos desarrollado una metodología propia y colaborado con cientos de empresas y gobiernos para mejorar su cultura en torno al fracaso.

Pero el camino de transformar un hobby poco usual en un movimiento y, además, en un negocio nos presentó muchísimos retos. Cuando nació Fuckup Nights era percibido como un evento underground, con cerveza gratis, donde la gente hablaba de temas que no se abordaban en ningún otro lugar. Muchas personas rechazaron participar porque no querían asociarse con el tema. Incluso hubo quien dijo que hablar del fracaso atraía malas vibras y esto no podía dejar nada bueno en nuestra vida.

También enfrentamos dificultades con el nombre; nunca consideramos lo que implicaría crear algo que llevara la palabra fuck. Como te imaginarás, esto nos ha traído dificultades para anunciarnos en redes sociales, pues la palabra es un tabú para los angloparlantes.

Por último, desde el inicio tuvimos el sueño de algún día poder apoyar a los fuckuppers, es decir, los organizadores locales, con dinero para construir una gran comunidad de mucho impacto que se replicara en cientos de ciudades alrededor del mundo.

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