¡Termina!

Jon Acuff

Fragmento

¡Termina! Descubre la clave para lograr tus objetivos

INTRODUCCIÓN

El fantasma equivocado

En 2013 luché contra el fantasma equivocado.

Ese año publiqué un libro donde animaba a los lectores a empezar cosas. Los retaba a levantarse del sofá. Impulsaba a la gente para que empezara un negocio, iniciara una dieta, escribiera un libro o persiguiera el millón de metas distintas con que soñaron durante años.

Pensaba que el mayor problema de la gente era que el fantasma del miedo les impide comenzar. Si sólo les daba un empujoncito para que atravesaran la línea de salida, todo funcionaría. El miedo era el fantasma que los frenaba, y empezar era la única manera de vencerlo.

Tenía la mitad de razón.

Empezar sí importa. El inicio es significativo. Los primeros pasos son críticos, pero no son lo más importante.

¿Sabes qué es lo más importante? ¿Sabes qué provoca que el inicio parezca tonto, fácil y casi insignificante?

El final.

Año tras año los lectores me buscan al término de un evento y dicen: “No tengo problema con empezar; he comenzado un millón de cosas, aunque nunca las termino. ¿Cómo le hago?”.

No tenía una respuesta, pero también la necesitaba para mi vida.

He terminado algunas cosas: corrí medios maratones, escribí seis libros y hoy me vestí bastante bien. Sin embargo, éstas son excepciones en mi vida a medias.

Sólo he acabado 10% de los libros que tengo. Me tardé tres años en completar seis días del programa de ejercicio en casa P90X. A los 23 años me hice cinta azul en karate, más o menos 76 cinturones abajo de lograr el objetivo de ser cinta negra. Tengo 32 cuadernos Moleskine a medio empezar en mi oficina, y 19 protectores para labios ChapStick casi terminados en el baño. Un consejero financiero seguro se volvería loco con la categoría “labios hidratados” de mi presupuesto personal.

También mi garaje es un monumento al “casi”. Está mi teles­copio (usado cinco veces), la caña de pescar (usada tres veces) y la tabla de nieve con un pase anual a la montaña cercana (usado cero veces). ¡Y cómo olvidar la moto que compré hace tres años y con la que sólo recorrí un total de 35 kilómetros! Ni siquiera le puse nombre ni la registré. Andaba en la clandestinidad. Vivía fuera del sistema. El sistema de lo hecho.

Al menos no estoy solo en mis cosas incompletas.

Según los estudios, 92% de los propósitos de Año Nuevo... fracasa. Cada enero la gente empieza con esperanza, lo anuncia con bombo y platillo, y cree que ése será el año en que sí logrará convertirse en una nueva persona.

Y aunque 100% inicia, sólo 8% termina. De manera estadística, tienes la misma oportunidad de entrar en Juilliard y convertirte en bailarina que de terminar tus metas. Su tasa de aceptación es más o menos de 8%, pequeña bailarina.

Pensé que mi problema era que no me esforzaba lo suficiente. Eso dicen en internet todos los gurús de blanca sonrisa: “¡Tienes que moverte! ¡Debes trabajar duro! ¡A descansar a la tumba!”.

Quizá sólo era flojo.

Después de todo sabía que tenía niveles demasiado bajos de “determinación” en mi vida. Lo aprendí cuando me medí con la excelente Escala de Grit, de Angela Duckworth.1 Mi puntaje fue tan bajo que ni siquiera salió la gráfica. Deberían dar puntos extras por terminar el test, lo que, de manera sorprendente, conseguí.

Empecé a levantarme más temprano. Tomaba suficientes bebidas energizantes como para matar a un caballo. Contraté a un entrenador personal y comí muchos súper alimentos.

Nada funcionó, aunque desarrollé un temblor en el párpado muy bonito por tanta cafeína. Era como si mi ojo te saludara muy, muy rápido.

Mientras me mataba trabajando y soñando a lo grande para ir por todo como Abraham Lincoln, diseñé un reto de 30 días en internet. Se llamó 30 Days of Hustle2 (es decir, 30 días para apurarte), y era un curso en video que ayudó a miles de personas a establecer sus objetivos.

Lo que pasó después fue, en el mejor de los casos, un accidente. No se supone que uno lo admita en libros como éste. Cuando escribes autoayuda, es tentador reescribir tu pasado como prueba de que estás calificado para ayudar a los demás con su futuro.

El líder que tropezó con el éxito regresa en el tiempo e inventa 10 pasos que lo llevaron ahí para escribir un libro titulado 10 pasos que te llevarán ahí. Hablando de forma honesta, no planeé lo que te voy a decir. Estaba tan sorprendido como lo estarás tú. Más bien me emociona que haya funcionado.

En la primavera de 2016, Mike Peasley, un investigador de la Universidad de Memphis, se me acercó con una propuesta.

Quería estudiar a las personas que tomaron el curso 30 Days of Hustle, en el que establecían sus objetivos, para analizar qué funcionaba y qué no. Estaba por terminar su doctorado y escribiría artículos sobre lo que su estudio revelara. En los meses siguientes entrevistó a más de 850 participantes para construir una base sólida de datos reales.

Ésta fue una experiencia nueva para mí porque, antes de ella, yo funcionaba con aquel mandato de 2003: “Inventa lo que quieras decir en internet sin ningún fundamento”.

Lo que él aprendió cambió todo mi enfoque en cuanto a terminar, así como para este libro y, de algunas maneras, para mi vida.

Mike descubrió que la gente que completó el curso tenía 27% más de probabilidades de éxito sobre otras ocasiones en las que intentó establecer objetivos. Era alentador, pero no muy sorprendente, ya que cuando trabajas en algo de manera constante durante 30 días, te vuelves mejor en eso.

Sin embargo, me sorprendió algo que debería ser más evidente para todos nosotros: los ejercicios que provocaron un incremento dramático en el progreso de la gente fueron los que quitaron la presión, los que acabaron con el perfeccionismo paralizante que lleva a las personas a abandonar sus objetivos. No importó si trataban de bajar una talla de pantalones, escribir más contenido en su blog o conseguir un aumento… los resultados fueron los mismos. Entre menos buscaban la perfección, más productivas se volvían.

Resultó que esforzarse mucho no era la solución.

Trabajar muy duro tampoco era la solución.

Los iniciadores crónicos pueden convertirse en finalizadores constantes.

Podemos terminar.

Admítelo: sientes que este libro será similar al comercial de Red Bull. Te daré algunos consejos, te motivarás, te ofreceré confianza, poder, y te ayudaré a hacer más, más, ¡más!

¿Qué tal te funciona esto? ¿Tratar con mayor ahínco es útil para ti? ¿Hacer más te provoca más gusto por la vida? ¿Te ha ayudado (aunque sea un poco) alguno de los consejos productivos, trucos de administración del tiempo o datos útiles?

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos