Créditos
Título original: The Sea and the Summer
Traducción: Jordi Gubern
1.ª edición: septiembre 2007
© George Turner, 1987
© Ediciones B, S. A., 2007
Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)
www.edicionesb.com
ISBN DIGITAL: 978-84-9069-324-7
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidasen el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
Contenido
Portadilla
Créditos
Esta obra recibió...
Dedicatoria
Cita
LA GENTE DEL OTOÑO. PRIMERA PARTE
I
EL MAR Y VERANO. PRIMERA PARTE
1. ALISON CONWAY. Año 2061
2. FRANCIS CONWAY. Años 2041-2044
3. NOLA PARKES. Año 2044
4. FRANCIS. Años 2044-2050
5. NOLA PARKES. Año 2050
6. FRANCIS. Año 2050
LA GENTE DEL OTOÑO. SEGUNDA PARTE
EL MAR Y VERANO. SEGUNDA PARTE
7. TEDDY CONWAY. Años 2044-2045
8. CAPITÁN NIKOPOULOS. Año 2044
9. TEDDY. Años 2044-2045
10. NICK. Año 2045
11. TEDDY. Año 2045
12. ALISON. Años 2044-2047
13. TEDDY. Años 2045-2047
14. NICK. Año 2050
15. FRANCIS. Año 2050
16. TEDDY. Año 2050
17. NICK. Año 2050
18. NOLA PARKES. Año 2050
19. ALISON. Año 2051
20. NICK. Año 2051
21. TEDDY. Año 2051
22. NOLA PARKES Y ARTHUR DERRICK
23. FRANCIS. Fragmentos de su diario: años 2056-2061
LA GENTE DEL OTOÑO. TERCERA PARTE
De Andra a Lenna
POSTSCRIPTUM
Notas
Esta obra recibió...
Esta obra recibió la ayuda de una beca concedida por la Junta de Literatura del Consejo de Australia, órgano del Gobierno Federal para la subvención y asesoramiento de las Artes.
Dedicatoria
A John Foyster,
por sus atinados consejos
Cita
Debemos planificar a cinco años vista, a veinte años y a cien años.
SIR MACFARLANE BURNETT
LA GENTE DEL OTOÑO. PRIMERA PARTE
LA GENTE DEL OTOÑO
PRIMERA PARTE
I
I
El sol, alto aún en la tarde temprana, relumbraba sobre las aguas tranquilas. No soplaba brisa alguna; sólo la estela de la embarcación turbaba la placidez de la bahía.
La carta de navegación del piloto mostraba en líneas de puntos, directamente debajo de donde estaba la quilla, el antiguo lecho de un río, pero ninguna corriente fluía por la superficie: el Yarra desembocaba ahora a cierta distancia hacia el norte, al pie de los Dandenongs, donde la Ciudad Nueva se resguardaba entre lomas y árboles.
El joven piloto había perdido su inicial temor reverente a la Ciudad Vieja y a la vasta extensión de ruinas sumergidas que había por debajo; este viaje ya era para él mera rutina. En el transcurso del año transportaba a centenares de historiadores, arqueólogos, submarinistas y simples turistas. Sus actuales sensaciones eran simplemente de placer porque el sol tuviera vig