El encuentro (La Saga de los Heechee 3)

Frederik Pohl

Fragmento

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Créditos

Título original: Heechee Rendezvous

Traducción: Francisco Amella Vela

1.ª edición: abril 2008

© 1984 by Frederik Pohl

© Ediciones B, S. A., 2016

para el sello B de Bolsillo

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-575-3

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Contenido

Portadilla

Créditos

Prólogo

1. Como en los viejos tiempos

2. Lo que ocurrió en el planeta Peggys

3. Violencia sin sentido

4. A bordo de la S. Ya.

5. Un día en la vida de un magnate

6. Al otro lado del agujero negro

7. De vuelta a casa

8. La histérica tripulación del velero

9. Audee y yo

10. El lugar donde se guarecían los Heechees

11. Encuentro en Rotterdam

12. Dios y los Heechees

13. Las penas del amor

14. El nuevo Albert

15. Al otro lado de la discontinuidad de Schwarzschild

16. Retorno a Pórtico

17. Cuando hay que armarse de valor

18. En el Alto Pentágono

19. Las permutaciones del amor

20. Encuentro no deseado

21. Abandonados por Albert

22. ¿Hay vida después de la muerte?

23. Fuera del escondite Heechee

24. La geografía del Cielo

25. Regreso a la Tierra

26. Aquello a lo que temían los Heechees

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Prólogo

Prólogo

Una charla con mi auxiliar

No soy Hamlet. Aunque, de ser humano, que no lo soy, sería candidato al trono. Soy un programa informático. Estado más que honorable del que no me avergüenzo, sobre todo porque (como puede verse) soy un programa verdaderamente sofisticado, apto no sólo para calcular una progresión o para dar una o varias entradas, sino capaz también de citar directamente de sus fuentes a los oscuros poetas del siglo veinte, con la misma facilidad con que les hablo de ello.

Y es de dar entrada a lo que me estoy refiriendo. Mi nombre es Albert, y las presentaciones son lo mío. Así que voy a empezar por darme entrada presentándome a mí mismo.

Soy uno de los amigos de Robinette Broadhead. Bueno, eso no es del todo cierto; no estoy seguro de poder pretenderme amigo de Robin, aunque hago todo lo posible por ser un amigo para él. Tal es el propósito para el que yo (este «yo» que les habla) fui creado. Básicamente, soy un simple procesador informático programado con muchas de las características del antiguo Albert Einstein. Ésta es la razón por la que Robin me llama Albert. En este punto surge una nueva ambigüedad. De un tiempo a esta parte está resultando discutible que el objeto de mi amistad sea Robinette Broadhead en persona, pues ello depende de quién —o de qué— sea ahora Robinette Broadhead. Pero ése es un complejo problema que habrá que abordar poco a poco. Ya sé que todo esto es desconcertante, y no puedo evitar el pensar que no estoy haciendo mi trabajo todo lo bien que debería, ya que mi trabajo (tal y como yo lo interpreto) es allanar el camino a lo que Robin en persona tiene que decir. Es posible que nada de lo que estoy haciendo sea necesario, si es que ya saben qué es lo que tengo que decir. En tal caso, tampoco me importa repetirlo. Nosotras, las máquinas, somos pacientes. Pero tal vez prefieran pasar de largo sobre todo esto e ir adelante de la mano de Robin, cosa que, sin lugar a dudas, el mismo Robin habría preferido.

Hagámoslo a través del sistema de preguntas y respuestas. Echaré mano de un sistema auxiliar para hacerme una auto-entrevista.

P: ¿Quién es Robinette Broadhead?

R: Robin Broadhead es un ser humano que fue al asteroide Pórtico y que, tras soportar numerosos riesgos y traumas, se ganó los cimientos de una inmensa fortuna y un sentimiento de culpabilidad todavía mayor.

P: Déjate de comentarios capciosos, Albert, y aténte a los hechos. ¿Qué es el asteroide Pórtico?

R: Se trata de un artefacto abandonado por los Heechees. Los Heechees abandonaron, hace medio millón de años más o menos, una especie de aparcamiento orbital lleno de naves espaciales en condiciones de uso. Dichas naves podían llevarle a uno a lo largo y ancho de la galaxia, pero sin posibilidad de controlar el lugar al que te llevaban. (Para más información, véanse mis otros bancos de datos; transcribo todo esto para demostrar que soy un programa.)

P: ¡Estáte atento, Albert! Limítate a los hechos, por favor. ¿Quiénes son esos Heechees?

R: ¡Mira, vamos a dejar una cosa clara! Si «tú» vas a hacerme preguntas a «mí» (a pesar de no ser más que un programa auxiliar parte de mí mismo) debes dejar que te las conteste de la mejor manera posible. Los «hechos» no bastan. Los «hechos» no son más que lo que producen los procesadores de datos muy primitivos. Soy demasiado bueno como para perder mi tiempo en ello; tengo que proporcionarte el trasfondo y las circunstancias. Por ejemplo, la mejor manera de explicarte quiénes son los Heechees es explicándote la historia de cómo aparecieron por primera vez en la Tierra. Es como sigue: Estamos en el Pleistoceno superior, hace más o menos medio millón de años. La primera criatura terrestre que advirtió su presencia fue una hembra de tigre dientes de sable. Dio a luz un par de cachorros, los lamió por los cuatro costados, gruñó para alejar a su inquisitivo macho, se echó a dormir, se despertó y se percató de que faltaba uno de

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