A la espera en una luna radiante

J.Y. Yang

Fragmento

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El cuerpo llega durante el segundo estribillo. Cae en el disco de recepción con el sonido húmedo de la carne correosa, y la agente de procesado, una joven flamante de mundogermen, grita.

Es el grito lo que te pone alerta. No ves entrar el cuerpo, no presencias su chabacana y desgarbada materialización a través del blanco del portal. Elevar la voz en un concierto, con tu hermana de armonía en mundogermen, es un acto que te consume. 怒发冲冠、凭栏处。Estás embelesada. No ves ni oyes nada más que la música que surge de vuestras dos voces combinadas. 抬望眼、仰天长啸、壮怀激烈。Os disolvéis desde la garganta hacia fuera mientras deformáis los límites del universo: 三十功名尘与土、八千里路云和月。 Dejáis de ser personas y os convertís en ansibles, transmitís materia y energía a través de años luz gracias a vuestra canción.

El grito de la mujer hace jirones el trance como si de una zarpa se tratase. Te saca de las estrofas y los estribillos. Miras y lo ves tumbado en la tarima: desnudo, con la piel despellejada y abierta como pétalos. Ha atravesado el portal que tu hermana y tú habéis creado a través de las profundas grietas del espacio. Es un hombre, pálido y con los ojos abiertos. No hay sangre.

Gritas. En cierto sentido, también es una canción pavorosa que se expresa en tonos disonantes.

El miedo da paso al sonido de pies que atraviesan la puerta a la carrera. Los primeros en entrar son dos soldados con el uniforme rojo de seguridad y las armas en ristre. Hacen una mueca al ver el cuerpo.

Luego se oye un zumbido, similar al de la marea, grave e inexorable. La agente de procesado se envara a tu lado. Todos los de la colonia conocen ese ruido.

La astromaga llega preparada para un enfrentamiento, con el traje iluminado y chisporroteante, y formas draconianas que revolotean por la superficie. El corazón te da un vuelco cuando le ves la cara. La agente Ouyang Suqing tiene un porte severo, abstraído y con la intensidad del láser. Crea una barrera alrededor del cuerpo, un contorno traslúcido de astroluz, delgado como un cristal y blanco como el fuego. Clava una rodilla en el suelo sin articular palabra, te da la espalda y empieza a examinar al cadáver mutilado. Ves cómo levanta el brazo y atraviesa con él la barrera. El traje le ondea en las esbeltas muñecas y se pliega al entrar en contacto con las vísceras de debajo. Se hace el silencio, a excepción del zumbido del traje, que atruena al ritmo del pulso de la astromaga.

Los agentes de seguridad mantienen las armas preparadas y no han dejado de apuntarte. Comprendes el miedo y la sospecha que los atenazan: al fin y al cabo, el Verdugo Imperial llega a la colonia esta semana para ajusticiar a los rebeldes. Viene a poner fin a la vida de una traidora, pero ¿quién sabe cuántas cabezas rodarán antes de que se marche? Cualquier titubeo a la hora de aceptar una orden podría ser fatal. Prefieres que la responsabilidad por cualquier posible error recaiga en ellos antes que en ti, ¿verdad? No eres más que una ansible, una unidad sustituible.

La agente Ouyang se pone en pie. Una vez erguida, la astromaga sigue examinando el cuerpo durante otro angustioso rato. El corazón se te acelera como el de un niño asustado. Se gira hacia ti, con ojos oscuros y abiertos como platos bajo la máscara del traje.

—¿Estás bien?

La máscara distorsiona su voz, que suena afilada como una sierra; las vocales abiertas se convierten en ondulaciones cuadradas. Esperabas que te preguntase qué había ocurrido y estabas lista para describir la situación e informarla. Boqueas. Tus labios parecen una válvula.

La astromaga frunce el ceño y repliega su máscara, lo que deja al descubierto sus marcados pómulos.

—Ansible Xin, ¿estás bien?

Asientes sin decir nada. Mientes.

Te coge la mano izquierda entre sus guantes y presiona un poco. Su don refulge y envía una oleada de calma a través de tu cuerpo, un regocijo que se extiende desde tu muñeca hasta tu corazón. Todo se vuelve más pesado. Empiezas a respirar más despacio y el mundo se espesa, como si fuera miel. Sientes el zumbido de su traje grave y lánguido en tu pecho.

—Deberías descansar —sugiere la agente Ouyang—. Debe de haber sido una experiencia terrible.

Se gira hacia los agentes de seguridad.

—Tranquilos. No hay peligro.

Los agentes dudan, pero solo un instante. La palabra de un astromago es ley, y la que tienes delante lleva el apellido Ouyang. Saben quién es su padre y, por extensión, quien es la madre de su padre. Vuelven a enfundar las armas, que regresan a una posición neutral. La expresión de sus rostros no. El hombre de la izquierda pregunta:

—¿Abriremos una investigación por asesinato?

La agente Ouyang frunce el ceño.

—Habrá una investigación, sin duda, pero aquí no se ha cometido crimen alguno. —Señala el cadáver envuelto en la astroluz—. Este hombre fue asesinado mucho antes de llegar. No entra en nuestra jurisdicción.

Os vuelve a mirar a ti y a la agente de procesado.

—¿Con qué jurisdicción os habéis conectado?

Tienes la lengua demasiado dormida como para responder, así que es la agente quien lo hace.

— Grandeza, los quintos días nos conectamos con mundogermen. Todo el mundo lo sabe.

—Claro.

La astromaga aparta la mirada. Ves en su rostro una frialdad y quizás un atisbo de afrenta.

La agente de procesado traga saliva.

—Lo siento, Grandeza. No quería...

—Silencio —espeta la astromaga. Reprime a la perfección sus expresiones para que su rostro sea ilegible. Se gira hacia ti—. Ansible, ¿puedes hablar?

Te enfrentas a esa marea de abotargamiento que ha implantado en ti y asientes.

—Su humilde sierva puede hablar.

—Bien —dice. No te pide que vuelvas a hablar. En lugar de ello, comenta—: Se te relevará para que puedas recuperarte.

Sientes un hormigueo en la muñeca cuando la astromaga te toca, un fosfeno de su tacto que se transmite por tus nervios. Te preguntas qué habrá ocurrido al otro lado de la conexión interrumpida. ¿Cómo ha llegado aquí el cuerpo? ¿Cómo estará Ren, tu hermana de armonía en mundogermen?

Los (dos) soldados siguen nerviosos y no han dejado de intercambiar miradas.

— Grandeza —dice el de la izquierda—. ¿Los acontecimientos retrasarán la ejecución?

La agente Ouyang no aparta la mirada del cadáver encapsulado.

—No retrasará nada. Hablaré con el

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