Misericordia auxiliar (Imperial Radch 3)

Ann Leckie

Fragmento

Capítulo 1

1

En determinado momento estaba dormida y, al siguiente, me despertaron los familiares sonidos de alguien que estaba preparando un té. Pero me habían despertado seis minutos antes de lo que yo tenía previsto. ¿Por qué? Amplié mi percepción.

La teniente Ekalu estaba de guardia. Por alguna razón estaba enfadada; incluso un poco indignada. La pantalla que tenía delante mostraba una vista de la estación Athoek y de las naves que había a su alrededor. La bóveda que cubría los Jardines apenas resultaba visible desde aquel ángulo y la mitad del planeta Athoek estaba oscurecida por las sombras mientras que la otra mitad brillaba con sus colores blanco y azul. Los sonidos de fondo de las comunicaciones me indicaron que todo estaba en orden.

Abrí los ojos. Las pantallas de mi habitación mostraban la misma vista del espacio que la que veía la teniente Ekalu desde el puente de mando: la estación Athoek, las naves, el planeta, y también las balizas de los cuatro portales interestelares del sistema. Yo no necesitaba que las pantallas me mostraran esa vista porque podía verla en cualquier momento y desde cualquier lugar simplemente con desearlo. De hecho, no había pedido verla a través de las pantallas, así que debía de tratarse de una iniciativa de Nave.

Seivarden estaba preparando té en la encimera que había en un extremo de mi habitación de tres por cuatro metros. Utilizaba el viejo juego esmaltado de té del que solo quedaban dos tazones. Uno de ellos estaba descascarillado como resultado de los primeros y torpes intentos de Seivarden de ser útil, hacía ya más de un año. Había transcurrido un mes largo desde que actuó como sirvienta mía por última vez, pero su presencia me resultaba tan familiar que, al despertarme, la acepté sin darle mayor importancia.

—Seivarden —la llamé.

—En realidad soy Nave. —Inclinó la cabeza hacia mí pero solo levemente, sin apartar la atención del té. La Misericordia de Kalr se comunicaba con la tripulación sobre todo por medio de implantes auditivos y visuales: nos hablaba directamente al oído o mostraba palabras o imágenes en nuestro campo de visión. Me di cuenta de que eso era lo que hacía en aquel momento y de que Seivarden leía las palabras que Nave le transmitía—. Ahora mismo soy Nave. Mientras dormía, hemos recibido dos mensajes para usted, pero nada que requiera su inmediata atención, capitana de flota.

Me senté y aparté la manta. Tres días antes, tenía el hombro cubierto por un correctivo que anestesiaba e inmovilizaba mi brazo y todavía valoraba la recién recuperada libertad de movimiento.

—Creo que, a veces, la teniente Seivarden echa de menos esto —continuó Seivarden. Los datos que Nave obtenía de ella y que yo podía percibir solo con desearlo, nos indicaron que se sintió ligeramente aprensiva y avergonzada, pero Nave tenía razón, estaba disfrutando de aquel breve retorno a nuestros antiguos roles, aunque me di cuenta de que yo no lo hacía—. Hace tres horas, la capitana de flota Uemi envió un mensaje. —La capitana de flota Uemi era mi homóloga al otro lado de uno de los portales, en el sistema Hrad. Estaba al mando de todas las naves militares radchaai emplazadas en aquel sistema con las implicaciones que eso conllevaba, ya que el espacio radchaai estaba enfrascado en una guerra civil y tanto la autoridad de la capitana de flota Uemi como la mía procedían de la parte de Anaander Mianaai que, en aquel momento, dominaba el palacio Omaugh—. El palacio Tstur ha caído.

—¿Tiene sentido que pregunte en manos de quién?

Seivarden se volvió con un tazón de té en una de sus enguantadas manos y se acercó a mí, que seguía sentada en la cama. Después de tanto tiempo, me conocía demasiado bien para que le sorprendiera mi pregunta o le incomodara el hecho de que todavía no me hubiera puesto los guantes.

—En las manos de la Lord de Mianaai, ¿de quién si no? —replicó mientras esbozaba una leve sonrisa. Y me tendió el tazón de té—. La que, según la capitana de flota Uemi, siente muy poco aprecio hacia usted, capitana de flota, o hacia la misma capitana de flota Uemi.

—Ya.

Para mí había muy poca diferencia entre cualquiera de las partes de Anaander Mianaai, la Lord del Radch, y ninguna de ellas tenía razones para estar complacida conmigo. Pero yo sabía a cuál de esas partes apoyaba la capitana de flota Uemi. Posiblemente incluso era esa parte. Anaander disponía de multitud de cuerpos y solía estar en docenas, por no decir cientos de lugares a la vez. Pero ahora era menos numerosa, se había fragmentado y había perdido muchos de sus cuerpos clonados en la lucha contra sí misma. Yo estaba casi segura de que la capitana Uemi era una segmento de la Lord del Radch.

—La capitana de flota Uemi añadió que la Anaander que se ha adueñado de Tstur también ha conseguido cortar la conexión consigo misma fuera del sistema Tstur, así que el resto de sí misma no sabe qué pretende. La capitana de flota Uemi dice que, si ella fuera Anaander Mianaai, ahora que ha tomado el palacio, dedicaría la mayor parte de sus recursos a garantizar la seguridad del sistema, pero que también enviaría a alguien para que, si pudiera, acabara con usted, capitana de flota. La capitana de la flota Hrad también desea señalar que recibió la información de una nave situada en el palacio Omaugh, de modo que tiene semanas de antigüedad.

Bebí un sorbo de té.

—Si la tirana fuera lo bastante estúpida para enviar naves aquí nada más asumir el control de Tstur, lo antes que podría llegar sería... —La Misericordia de Kalr me mostró unos datos—, dentro de una semana.

—Esa parte de la Lord del Radch tiene razones para estar sumamente enfadada con usted —señaló Seivarden en nombre de Nave—. Y tiene antecedentes de reaccionar drásticamente frente a quienes la enojan lo suficiente. Si hubiera podido, habría venido a acabar con nosotras antes. —Seivarden frunció el ceño al ver las siguientes palabras que aparecieron en su visión, claro que yo también podía verlas y sabía qué diría a continuación—. El segundo mensaje es de Giarod, la gobernadora del sistema.

No respondí enseguida. La gobernadora Giarod era la autoridad designada para regir en la totalidad del sistema athoeki. También era, más o menos indirectamente, la causa de que hubiera sufrido las heridas de las que justo acababa de recuperarme. De hecho, casi había fallecido debido a ellas. Por ser quien era y lo que era, yo ya conocía el contenido del mensaje. No era necesario que Seivarden lo leyera en voz alta.

En el pasado, la Misericordia de Kalr tenía auxiliares: cuerpos humanos sometidos a su inteligencia artificial y que constituían sus ojos, oídos, manos y pies. Aquellas auxiliares ya no estaban, le fueron arrebatadas, y ahora la tripulación de Nave era enteramente humana. Yo sabía que las soldados comunes que había a bordo a veces actuaban en su nombre: hablaban por ella y hacían cosas que ella ya no podía h

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos