El viaje de nuestros genes

Johannes Krause
Thomas Trappe

Fragmento

Prólogo

Prólogo

Europa no había vivido todavía nada parecido. La oleada de inmigrantes que avanzó hacia el centro del continente atravesando los Balcanes representó una auténtica nueva era en el sentido literal de la expresión. Nada sería ya como antes. Llegaron innumerables familias marcadas por la agricultura y que deseaban una cosa por encima de todo: la posesión de nuevas tierras. Los antiguos europeos arraigados en esas regiones no pudieron evitarlo. Al principio se retiraron; posteriormente, esa antigua cultura europea acabó desapareciendo. Los seres humanos que habitarían Europa a partir de entonces tenían un aspecto diferente de aquellos a quienes habían desplazado. Se trató de un intercambio de población.

Han transcurrido 8.000 años desde aquella drástica oleada migratoria y, sin embargo, no ha sido sino muy recientemente cuando hemos logrado conocer datos mucho más exactos sobre ella. Armados con una tecnología revolucionaria, trituramos huesos antiquísimos hasta convertirlos en polvo, y de su ADN destilamos las historias que vamos a narrar en este libro. La joven rama científica de la arqueogenética aprovecha los métodos desarrollados en la medicina para descifrar un genoma que, en parte, tiene cientos de miles de años de antigüedad. Esta especialidad está apenas despegando; no obstante, el conocimiento que hemos adquirido es ya inconmensurable. En los huesos humanos de un pasado lejano no solo reconocemos los perfiles genéticos de los fallecidos, sino también el modo como se expandieron sus genes por Europa, es decir, sabemos cuándo llegaron y de dónde procedían nuestros ancestros. Ahora bien, la llegada de los anatolios hace 8.000 años es solo uno de los muchos movimientos migratorios en la historia de nuestro continente. La arqueogenética demuestra que no existen seres humanos con raíces europeas «puras», y que estas probablemente no existieron nunca. Todos nosotros poseemos un trasfondo migratorio, y nuestros genes nos ofrecen su relato.

Cuando en el año 2014 demostramos la migración anatolia de la Edad de Piedra, no intuíamos la actualidad que adquiriría ese hecho poco tiempo después. En el verano de 2015 tuvo lugar de nuevo una migración hacia la Europa central a través de los Balcanes, a consecuencia de la cual se produjeron graves agitaciones en muchos estados europeos, y sus repercusiones políticas a largo plazo todavía no son, ni de lejos, previsibles. La frase realmente inofensiva de Angela Merkel, «Conseguiremos manejar esta situación», fue capaz de dividir a la sociedad en dos bandos en parte irreconciliables. En la actualidad, esa frase la citan quienes se oponen a la migración, y la pronuncian casi únicamente como caricatura y para expresar justo el sentido contrario. En su opinión, la migración de masas no es algo que pueda manejarse y no es, en absoluto, algo que tenga que aceptarse así sin más. La potencia explosiva de este asunto quedó patente incluso en los debates en torno al Pacto Mundial sobre Migración de la ONU. En Alemania se alzaron voces para no aceptar el acuerdo, y muchos estados retiraron su apoyo al texto porque no limitaba la migración, sino que la fomentaba. Se trata de conflictos políticos en los que la arqueogenética no debe, ni pretende en absoluto, comprometerse a ejercer de árbitra. Ahora bien, lo que sí puede hacer es ayudar a poner en perspectiva las diferentes cuestiones y a entender Europa como lo que sin duda es: una historia de progreso que se extiende a lo largo de varios milenios, una historia que no habría sido posible sin la migración ni la movilidad de los seres humanos.

La idea de escribir este libro nació como una consecuencia de la «crisis de los refugiados» de 2015. La arqueogenética puede contribuir a muchos de los debates sociales que se han generado al respecto desde entonces. Dejar que este conocimiento repose en el polvo de los huesos sería despilfarrar los esfuerzos de los investigadores. En las páginas siguientes expondremos las grandes oleadas migratorias que, desde la prehistoria, marcaron a Europa, y también aquellas que partieron de ella y fundaron el mundo occidental. Entre otros asuntos, nos ocuparemos de la ruta eterna de los Balcanes y de los conflictos que han surgido desde tiempos inmemoriales, asociados a las migraciones. Explicaremos por qué los primeros europeos tenían la piel oscura y por qué los análisis del genoma pueden situar en el mapa a individuos europeos concretos, pero que no pueden delimitar genéticamente los pueblos, y muchísimo menos las nacionalidades. Trazamos un arco desde la Edad de Hielo, en la que comenzó el viaje genético de los europeos, hasta la actualidad, en la que estamos casi a punto de asumir nuestra propia evolución. Cabe señalar que este libro no está pensado únicamente para abordar controversias políticas, sino que también es la primera obra en lengua alemana en la que se resumen los conocimientos de la arqueogenética sobre la historia de Europa.

Estos conocimientos nuevos no sirven para esos debates de o todo blanco, o todo negro. Con absoluta certeza, los inmigrantes dejaron su impronta en Europa, y sin ninguna duda los desplazamientos poblacionales que acarrearon trajeron consigo mucho sufrimiento a los cazadores y recolectores, que fueron desplazados por los agricultores anatolios. La historia de la migración es también la historia de las enfermedades mortales, la de la peste, por ejemplo, que se remonta hasta la Edad de Piedra. Es muy probable que trazara un reguero de muertes a través de Europa, allanando el camino a aquellos humanos cuyos descendientes prepararían posteriormente la Edad del Bronce. Somos conscientes de que este libro aporta argumentos tanto para quienes son receptivos a la migración como también para quienes quieren ponerle unas fronteras estrictas. Ahora bien, es de esperar que tras su lectura nadie niegue que la movilidad forma parte de la naturaleza humana. Como es evidente, lo que más les gustaría a los autores sería que los lectores se acercaran a su punto de vista de que la sociedad global que ha sido ensayada desde hace milenios también será en el futuro la clave del progreso, incluso, y sobre todo, para Europa.

En este libro hemos trabajado dos autores. Johannes Krause, que a partir del siguiente capítulo asumirá el papel de narrador en primera persona, es (y esto lo escribe el segundo autor con modestia) uno de los expertos más sólidos en el campo de la arqueogenética en todo el mundo y es director del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia de la Humanidad, ubicado en Jena. Al coautor, Thomas Trappe, no solo se le encomendó la tarea de condensar en una narración breve todo el conocimiento de Krause, sino también proporcionarle un marco contemporáneo e incorporarlo a los debates políticos actuales. En estos últimos años, Trappe ha colaborado repetidamente con Krause en labores periodísticas, además de ocuparse del tema del nacionalismo y de su ideología más reciente. En muchas de las conversaciones entre ambos autores surgió la voluntad de reunir en un libro conjunto la ciencia y los debates de actualidad.

Comencemos con una rápida galopada por los fundamentos de la arqueogenética. Y con una falange que influyó de un modo decisivo en la carrera científica

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