Sueños de tierra y cielo

Freeman Dyson

Fragmento

 Sueños de Tierra y Cielo

Índice

Sueños de Tierra y Cielo

INTRODUCCIÓN. Grandes patinazos de los recensores de libros

1. Nuestro futuro biotecnológico

2. Escribiendo el gran libro de la naturaleza

3. El hombre de los cohetes

4. El sueño de la hermandad científica

5. Trabajando para la revolución

6. La cuestión del calentamiento global

7. La lucha por las islas

8. Un gran salto a lo desconocido

9. Cuando ciencia y poesía eran amigas

10. ¿La gloria a qué precio?

11. El genio silencioso de la física cuántica

12. Posibilidades ilimitadas

13. Ciencia desmandada

14. ¿Cómo nos informamos?

15. La «imagen dramática» de Richard Feynman

16. Cómo disipar las ilusiones

17. ¿Qué podemos realmente saber?

18. Oppenheimer: el carácter del genio

19. Cómo estar en desventaja y ganar

20. Churchill: el amor y la bomba

21. Patinazos en la ciencia

Fuentes

Sobre este libro

Sobre Freeman Dyson

Créditos

Notas

cap-1

Introducción

Grandes patinazos de los recensores de libros

Estoy muy agradecido a The New York Review of Books por permitirme publicar esta colección de reseñas que escribí entre los años 2006 y 2014, una secuela de El científico rebelde, que abarcaba del año 1996 hasta 2006. Las reseñas de cada libro guardan aquí un estricto orden cronológico. He incluido en primer lugar un texto, «Nuestro futuro biotecnológico», que es un ensayo, no una recensión. Es un extracto de una conferencia que pronuncié en 2005 en la Universidad de Boston con el título «Reflexiones heréticas sobre la ciencia y la sociedad». Y al final he incluido el ensayo titulado «Patinazos en la ciencia», que es mi favorito.

Daniel Kahneman sugirió el título de esta introducción. Fue su amable respuesta a «Patinazos en la ciencia», una reseña en la que escribí mal su nombre de pila al citar uno de sus comentarios y atribuirlo a David Kahneman. No sé cómo, el «David» pasó inadvertido en tres correcciones de pruebas. El libro de Kahneman Pensar rápido, pensar despacio, reseñado en el capítulo 16, explica cómo se producen patinazos como este. Todos tenemos dos formas de pensar: la rápida para las operaciones rutinarias, y la lenta para las situaciones que requieren un juicio cuidadoso. Los autores somos malos correctores de pruebas porque tendemos a usar el cerebro rápido, impacientes por terminar el trabajo cuanto antes. El cerebro rápido no cuida la exactitud. Los mejores correctores son los profesionales pagados por horas, no por páginas.

«David» es un pequeño patinazo. Los grandes patinazos de este libro no son accidentales, sino intencionados. Son opiniones que yo opongo a las imperantes. Como están respaldadas por pruebas que puedo recabar, creo que son verdaderas. Y como van contra la opinión de la mayoría, admito de grado que puedan estar equivocadas. The New York Review of Books me da la oportunidad de defender puntos de vista que son políticamente incorrectos y provocadores. Trato de usar este privilegio con moderación, y estoy agradecido a los lectores que me escriben cartas corrigiendo mis errores.

Ejemplos de grandes patinazos en esta colección son personajes dudosos, como Immanuel Velikovski y Arthur Eddington (capítulo 13), o William James y Sigmund Freud (capítulo 16), a los que dispenso un trato solidario. Cada uno de ellos construyó un universo de su propia imaginación fuera de los límites de la ciencia convencional, y cada uno de ellos fue rechazado por los defensores de las creencias ortodoxas. Los presento como héroes porque me gusta romper las barreras que separan a la ciencia de otras fuentes de sabiduría humana. Los patinazos brillantes rompen barreras y abren el camino hacia una concepción más amplia de la naturaleza.

Otro tipo de patinazo que valoro tiene que ver con la política más que con la ciencia. Simpatizo con Wernher von Braun (capítulo 3) y lo reivindico como un héroe, a pesar de haber pertenecido a las SS y de su complicidad en la utilización de víctimas de los campos de concentración para construir sus cohetes. Me opongo a la idea, popular entre mis amigos progresistas, de que los crímenes de guerra deben ser juzgados a perpetuidad y nunca olvidados. La historia nos enseña que, después de haberse librado hasta el final una guerra, la paz y la reconciliación son más importantes que la justicia. La perpetuación del odio y el resentimiento es una enfermedad crónica de las sociedades humanas, y la amnistía su única cura.

Mi oposición a la idea dominante en relación con el cambio climático y el calentamiento global es a la vez un extravío político y un extravío científico. No pretendo entender del clima. Solo sostengo que los expertos que asesoran a los gobiernos sobre el clima tampoco lo entienden. Hay aquí una conexión directa entre mi concepción de la ciencia del clima y el ensayo «Patinazos en la ciencia». Uno de los patinazos descritos en esta reseña es el cálculo que de la edad de la Tierra hizo William Thomson (lord Kelvin) en 1862. Kelvin hizo un cuidadoso cálculo, basado en su conocimiento de la física y la termodinámica, que arrojó el resultado de que la edad de la Tierra tenía que ser de aproximadamente cien millones de años. Ahora sabemos que el resultado era erróneo en un factor de cincuenta, y ello porque dejó fuera del cálculo algunos enrevesados procesos que no podía calcular, como las erupciones volcánicas y los flujos de lava.

En mi opinión, los cálculos actuales en relación con el calentamiento global son similares al cálculo de la edad de la Tierra por Kelvin. Los expertos realizan cálculos cuidadosos y exactos empleando modelos computarizados del clima. Estos son como la idea que Kelvin tenía de la Tierra: realizan un cálculo exacto de determinados procesos y descuidan otros. Los modelos computarizados hacen un cálculo exacto de la dinámica de fluidos en la atmósfera y en los océanos, pero hacen caso omiso de algunos procesos enrevesados que no pueden calcular, como la variable que constituyen las partículas de alta energía procedentes del Sol y el comportamiento real de las nubes en la atmósfera. Darwin estaba seguro de que el cálculo de Kelvin era erróneo porque la evolución de la vida requiere mucho más de cien millones de años. Yo estoy bastante seguro de que los modernos cálculos del calentamiento global son erróneos porque no dan una buena razón de los cambios climáticos que se produjeron en el pasado. No estoy afirmando que lo sean en un factor de cincuenta, pero no me sorprendería que las predicciones del futuro calentamiento resultasen ser erróneas en un factor de cinco.

Cuando la ciencia se e

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