Blues para un planeta azul

Juan Fueyo

Fragmento

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Prólogo

¿Se puede contar ciencia como se interpreta un blues?

Se puede. O al menos Juan Fueyo puede.

Juan Fueyo interpreta, transporta, viaja, instruye, evoca y, cuando termina, te deja en tu silla de lector como te dejaría un artista en un club de jazz después de que te hubieras impregnado de sus notas maravillosas.

Una vez más, con la sencillez de quien se reclama sobrino de minero, descendiente del carbón de nuestra tierra común, el autor suelta a borbotones «erudición sin molestar», hechos contrastados, hilados a la perfección en una partitura exquisitamente amena.

No es fácil entender el cambio climático ni lo es seguir los complicados caminos de las tediosas negociaciones entre Gobiernos para hacer algo que la ciencia, y tal vez el sentido común, nos dicen que deberíamos haber hecho hace tiempo: reducir emisiones.

Necesitamos entender mejor cómo hemos llegado hasta aquí para poder salir lo más rápido posible sin perdernos. Necesitamos conocer al detalle al tan inmerecidamente famoso CO2, o, como lo llama nuestro autor, «ese genio hostil escapado de una botella».

Sin entrar en fórmulas químicas, necesitamos entender el metano, un potente gas de efecto invernadero, y para ello en este libro nos cuentan lo que pasa en «vacalandia», en el estómago de millones de vacas del mundo destinadas al consumo humano.

No es fácil comprender el cambio climático, pero bien narrado, en una mezcla de constatación científica, anécdotas, citas magníficas cuidadosamente seleccionadas, todo ello acercado a nuestra realidad, las cartas de navegación que nos ofrece este libro-joya se vuelven más fáciles de descifrar, más útiles.

A veces me asombra cómo se escribe la historia. Una mujer, Eunice Newton Foote, científica americana, inventora y activista, demostró las propiedades de absorción de calor del dióxido de carbono y su efecto potencial sobre el clima. «Una atmósfera de ese gas [CO2] le daría a nuestra tierra una temperatura alta», declaró Foote en el artículo en el que describía su trabajo. Pero quizá a causa de su género las innovadoras conclusiones de Foote cayeron en la oscuridad. Durante un siglo y medio el mundo ha recordado a John Tyndall, un físico irlandés, como la persona que descubrió el potencial de calentamiento del dióxido de carbono y el vapor de agua, aunque publicó sus hallazgos tres años después que Foote. Historias como esta figuran en el libro.

En este viaje con notas de blues, hablarás con Platón, con Malthus, con Keeping, pero también sabrás más sobre las carboneras, las minas de carbón y los mineros de Asturias. Tendrás entrada en primera fila para entrevistas con personajes brillantes que compartirán conocimientos sobre el calentamiento global, la perentoria transición energética, la llamada «civilización» y la extinción.

Destapando un poco la trama, muy poco, os diré, queridos lectores, que hay un capítulo sobre la sexta extinción, esa en la que ya andamos metidos. Cierto, podríais pensar que esto estrecha el espacio al optimismo, pero el libro culmina con un capítulo sobre regeneración, con ideas, con luces que guían hacia una salida, para que nos enganchemos a ella de forma inteligente.

Necesitamos una acción más rápida, más ambiciosa, más estratégica en la próxima Cumbre del Clima, la COP27, en Egipto. Y, para reclamarla, precisamos una sociedad formada, que entienda lo que está en juego, lo que aún depende de nosotros; una sociedad que entienda la imprescindible transformación radical en la forma en la que producimos, en la que consumimos, en la que nos movemos, en la que reciclamos; en las fuentes de energía que usamos, en la producción de alimentos, en la planificación de nuestras ciudades.

Se nos hace imprescindible una recuperación pos-COVID-19 saludable, verde y justa, y que de forma urgente minimice el riesgo de enfermedades infecciosas emergentes, que ahora está aumentando por las presiones humanas en los ecosistemas, desde la deforestación hasta las prácticas agrícolas intensivas y contaminantes.

Las economías son un producto de sociedades humanas saludables que a su vez dependen del medio ambiente, de la naturaleza, la fuente original de todo: el aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que consumimos. Es importante que nos «llevemos bien» con el planeta; en esta lucha absurda los perdedores seremos siempre nosotros.

La elección entre eliminar de manera gradual los combustibles fósiles o continuar en el camino actual es muy clara:  es una cuestión de vida o muerte. Calor extremo, inundaciones, sequías, incendios forestales y huracanes: 2021 ha batido muchos récords. La crisis climática está ya con nosotros, impulsada por nuestra adicción a los combustibles fósiles.

Las consecuencias para nuestra salud son reales y a menudo devastadoras. Adoptar medidas rápidas y ambiciosas para revertir la crisis climática traerá muchos beneficios, también para la salud. Y esos beneficios para la salud pública, resultantes de mitigar el cambio climático, superarían con creces su coste. Tal vez el argumento «salud» sea el definitivo para acelerar la acción en los asuntos del cambio climático.

Uno de mis científicos preferidos, Arquímedes, el inventor griego (aunque de Siracusa, en Sicilia) del siglo III a. C., uno de los mejores matemáticos de la historia, físico e ingeniero, decía: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo».

Para encontrar esa palanca, ese punto de apoyo desde donde vamos a mover el mundo en la buena dirección, con la fuerza transformadora de esos jóvenes que nos lo piden en las calles, hay que leer y releer Blues para un planeta azul.

El cambio climático ha dado mucho que hablar; con este libro dará aún más.

Ahora, siéntate, lector, abre este libro y saboréalo despacio dejando sonar de fondo notas de blues.

MARÍA NEIRA

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Prólogo y agradecimientos

No hace falta tener una excusa para escribir un libro. La visión de una tragedia inminente, obvia para muchos, fue el motivo que me empujó a componer Blues para un planeta azul. El título está inspirado en otro que Carl Sagan utilizó en un capítulo de Cosmos, pero, a diferencia de aquel, aquí lamentamos el futuro aciago de la Tierra, no la pretérita desaparición de la vida del planeta Marte.

El primer género literario fueron las pesadillas. Este libro abunda en ese estilo narrativo porque intenta dar fe de la última pesadilla de la humanidad. No se trata de una metáfora sin sentido o de una hipérbole imprudente: nos adentraremos en un terror auténtico; la crisis climática puede precipitar el colapso de la civilización y la sexta extinción.

Séneca pensaba que los animales, entre los que no incluía al ser humano, solo percibían el presente, que vivían sin ser conscientes del ayer o el mañana. No es descabellado pensar que el ser humano es el único animal con plena consciencia de que existe la muerte, y si algo debería caracterizar a la humanidad de este siglo e

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