Lo que sueñan los androides

David Calle

Fragmento

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15 de diciembre de 2056 - 6.21 p.m.

El sol se oculta tras el volcán Hengill. No hay mucho que hacer en Nesjavellir, Islandia, a estas horas, más allá de consultar la previsión meteorológica con la esperanza de que hoy no haya excesiva nubosidad y el índice KP supere el nivel cuatro. O tres, con eso ya me sería suficiente.

Hoy no habrá suerte. El índice de nubosidad es del 80 %, el KP es solo de 2,33. Con tantas nubes se antoja imposible. Porque si el índice KP, el índice geomagnético que cuantifica las alteraciones del campo magnético terrestre durante un intervalo de 3 horas, es mayor de 4 (nada desdeñable, el máximo es 9) y, sobre todo, no hay nubes, mis posibilidades de volver a ver hoy la aurora boreal serán al menos esperanzadoras.

Perdonadme, no me he presentado. Me llamo Hans, me gusta creer, siendo islandés, que en honor a uno de los tres protagonistas, junto con Otto y Axel, de Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne, que empezaba aquí, en mi tierra, en el volcán Snaefellsjökull.

Pero no, el origen de mi nombre no responde a razones tan, digamos, románticas. Son las siglas de HANS (Heuristic Android non Sensitive). Soy un androide. Superior en fuerza y agilidad y al menos igual en inteligencia que los ingenieros que me crearon. Con tal grado de desarrollo y perfección que somos prácticamente indistinguibles de los humanos. Replicante me llamaban, al parecer por una película de 1982 de un director de cine llamado Ridley Scott. Blade Runner, se llama, basada en una novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

En la película, en 2019, ambientada en Los Ángeles, en una Tierra contaminada por las guerras radiactivas que acabaron con casi toda la fauna y la flora, los gobiernos alientan fuertemente el exilio al planeta Marte que está siendo colonizado. Para promover las salidas, ofrecen gratuitamente un replicante Nexus-6 a cualquiera que se vaya a Marte. La humanidad en la Tierra está prácticamente extinguida.

Es irónico, pero los ingenieros que me crearon ya no están con nosotros y la humanidad en la Tierra está totalmente extinguida. Por mi parte, estoy al cargo de la segunda central geotérmica más grande de Islandia. Mientras sea capaz de mantenerla en funcionamiento generará suficiente energía eléctrica para mi recarga nocturna y que todo siga funcionando como debe.

Completamente solo y aislado debo decir. Y por eso puede parecer nimio, pero para alguien que se encarga 19 horas diarias de que toda una central geotérmica siga operativa, preocupado en todo momento de alarmas programadas, indicadores, cuadrantes y cifras, tener alguna noche la oportunidad de contemplar las caprichosas luces del norte es de las pocas cosas que consiguen abstraerme de la rutina diaria. Los días, los meses y los años son eternos aquí. El tiempo en Islandia transcurre muy despacio.

Hace años que hasta aquí no llega red de telecomunicación alguna. Al menos me quedan miles de pódcasts y archivos, rescatados de la nube hace ya dos décadas. Hoy comienzo una nueva serie, sobre la historia de la ciencia y la tecnología pasadas. Forman parte de los guiones para futuros vídeos de un profesor español, David Calle, para su canal de YouTube (al parecer una red social de contenido audiovisual que operaba allá por la segunda década del siglo XXI). También incluye extractos de su diario personal sobre aquel fatídico verano de 2046. No recuerdo la primera vez que estos pequeños cuadernos de bitácora virtuales forman parte de mi ocio y casi podría decir de mis sueños…

Solo queda cerrar los últimos protocolos de seguridad y control e irse a descansar. Temperatura OK. Ciclo de carga activado. Presión bárica en los parámetros de seguridad normales… Todo controlado. Mañana será de nuevo un día muy largo, aunque afortunadamente en estas fechas, las horas de luz son menos…

Activo la consola de sueño, descargo el primer módulo, «¿Qué es la tecnología?». ¿En serio? No sé si la unidad de sueño está siendo despiadadamente irónica. Mi trabajo diario, mi rutina habitual podría decirse que es solo tecnológica.

Downloading, 89 %… Unos segundos más, empezamos…

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