Nucleares, ¿por qué no?

Manuel Lozano Leyva

Fragmento

Introducción

Introducción

Éste es un libro de divulgación científica. Esto quiere decir que está escrito por un científico profesional que trata de explicar a las personas curiosas y no especialistas una serie de conceptos sin la ayuda de supuestos conocimientos previos ni de las matemáticas. Trata de la energía nuclear; más concreta, pero no exclusivamente, del uso que se le puede dar tanto en provecho como para desgracia de la humanidad.

Infinidad de conocimientos científicos y técnicos de los diversos campos del saber, quizá todos, tienen esa doble posibilidad de beneficiar y perjudicar, pero ninguno tiene tanta resonancia mediática y política como el uso de la energía nuclear para producir electricidad. Tan controvertido es el asunto que la pasión desatada por la división de opiniones es inaudita. La máxima expresión de ese marasmo es que hay países cuya fuente principal de energía eléctrica es la nuclear y otros que la tienen prohibida, siendo ambos vecinos y totalmente democráticos. Sirvan como ejemplo Francia e Italia o Suecia y Dinamarca. Para colmo, la disparidad de criterios llega al seno de los propios protagonistas de las políticas nacionales. Un hecho que constituye un misterio para este autor es que, tradicionalmente, los partidos conservadores han sido «pronucleares» y los progresistas, entre ellos los grupos y partidos ecologistas, «antinuclea res». Pero, paradójicamente, los intereses de la industria de la energía pasan hoy día más por las llamadas renovables (subvencionadas) que por las nucleares, y tanto en los partidos socialdemócratas como en el ámbito ecologista se encuentran firmes partidarios de la energía nuclear.

El autor parte del supuesto de que lo que falta es información y por eso ha escrito este libro. Naturalmente, el lector tratará de averiguar dónde encasillar al autor, si en el grupo nuclear o en el antinuclear. Quizá la mayoría de los lectores lo tildarán de abanderado de la energía eléctrica de origen nuclear, por más que desde el título hasta las conclusiones el libro se mantendrá (tratará de mantenerse) tercamente en su postura: informar y dar datos. El título aprovecha un emblema ecologista que se convirtió en el símbolo antinuclear. Borra una respuesta contundente, el «No, gracias», y lo sustituye por una pregunta: «¿Por qué no?», que lo mismo se puede interpretar como una afirmación a favor que como un anuncio de las razones para estar en contra. Si al final el lector queda decepcionado porque esperaba que el libro le «iluminara» sobre el asunto, éste habrá cumplido su misión, porque lo que pretendía era darle los elementos para que pueda decidir. Ésta es la aportación que el autor, funcionario del Estado que no tiene interés ni partido, considera que debe hacer al debate nuclear desencadenado en Europa y prácticamente en todo el mundo. Una vez leído el libro, el lector tendrá que esforzarse en adoptar una postura. Ése es el objetivo: que el ejercicio de la democracia se sustente en opiniones basadas en la información y el conocimiento y no en los prejuicios e intereses de unos y otros.

Por supuesto, el autor no es ni neutral ni desapasionado, por algo lleva toda una vida estudiando el núcleo atómico habiendo llegado a considerarlo, poco a poco, lo más fascinante e íntimo de la naturaleza. Si el lector aprecia «tendenciosidad» en algún que otro pasaje, seguramente lleve razón, pero se ruega la disculpa, pues estará más motivada por el cariño a una rama científica que por otras cosas.

No hay en el libro muchas ilustraciones bonitas, ni una inmensidad de datos tabulados, ni gráficas exhaustivas, ni más referencias que las imprescindibles, todo lo cual el lector puede encontrar en internet con todo detalle y colores. En Wikipedia y en las páginas de asociaciones y foros que se definen tanto a favor como en contra de las nucleares se pueden consultar y ver infinidad de gráficas. Lo que busca el autor es motivar al lector para que haga sus exploraciones en este sentido. Si lo hace sirviéndose del libro como guía, no sólo supondrá un orgullo para quien escribe esto sino que tendrá la esperanza de que el lector se percate del afán de objetividad, ilusión y mesura que le ha guiado. Lo que sí encontrará el lector en el libro serán aspectos humanos y sencillas (y espero que originales) biografías de las principales figuras que estuvieron detrás de la energía en general y de la nuclear en particular. Creo que no se debe desgajar esta vertiente de la ciencia y la técnica.

A Adela Muñoz Páez le agradezco muchas correcciones y sugerencias al texto. Aunque es una excelente científica profesional, su ayuda ha sido esencial como mujer de vasta cultura y gran divulgadora de la ciencia. Ella, entre otras mejoras, ha hecho comprensibles muchos pasajes oscuros del manuscrito.

También agradezco el pulido que le ha hecho al texto inicial José Manuel Quesada Molina, compañero, vecino de oficina y, contra mucho hábito extendido, buen amigo. Es un profesor de física nuclear que trabajó como funcionario de la Unión Europea en su organismo EURATOM controlando el combustible de las centrales nucleares europeas. Pero lo que deseo resaltar de él es algo que quizá se pueda considerar fútil o inadecuado. Su «cultura» proviene del anarquismo antinuclear. La del autor tiene sus raíces más bien en el paleocomunismo pronuclear. O algo así. Quizá esta información sirva para que el lector, además de esbozar una sonrisa, nos dé cierta credibilidad, porque estando José Manuel y yo en desacuerdo prácticamente en todo análisis político que entablemos, o sea, en charlas de café y de cervezas, no hemos tenido apenas discusiones sobre el contenido «ideológico» del libro.

Como todos los libros de divulgación científica del autor, éste puede leerse de manera no lineal, es decir, el lector se puede saltar lo que desee y concentrarse en lo que le interese sin perder por ello necesariamente ningún hilo ni dejar aparte los argumentos básicos que se sostendrán en él.

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