Dataclismo

Fragmento

dataclismo-4.xhtml

 

Introducción

A estas alturas ya habrás oído hablar mucho sobre el fenómeno Big Data: su ingente potencial, sus funestas consecuencias y el nuevo paradigma, demoledor de paradigmas, que presagia para la humanidad y sus benditas páginas web. Te da vueltas la cabeza solo de pensarlo, como si te hubiesen atizado con un objeto contundente. Pero no vengo aquí a darle más bombo y platillo a este fenómeno de los datos. Vengo con la cosa en sí misma: los datos, despojados de todo el fenómeno. Vengo con un montón enorme de información real que se está recopilando y de la cual la suerte, el trabajo, la persuasión y algo más de suerte me han colocado en la posición privilegiada de poseedor y analista.

Fui uno de los fundadores de OkCupid, una web de contactos que, tras una trayectoria nada efervescente de diez largos años, ha llegado a ser una de las mayores del mundo. La fundamos entre cuatro amigos. Todos éramos de mentalidad muy matemática y la web triunfó en parte porque aplicamos esa mentalidad a las citas de pareja: llevamos algo de análisis y de rigor a lo que desde siempre habían sido los dominios de «expertos» en amor y embaucadores sonrientes como el doctor Phil. La manera de funcionar de la web no es que sea muy sofisticada —resulta que las únicas matemáticas que hacen falta para dar forma al proceso que facilita que dos personas queden para una cita consisten en un poco de aritmética básica— pero, por algún motivo, nuestro sistema ha triunfado y 10 millones de personas van a usar este año la web para buscar pareja.

Como sé por propia experiencia, a los fundadores de sitios web nos encanta alardear de grandes cifras, pero con toda certeza la mayoría de la gente que sabe usar la cabeza ha aprendido a ignorarlas: uno escucha hablar de millones por aquí y miles de millones por allá y sabe que básicamente se trata de un «Mira cómo molo» pero expresado con una ristra de ceros. A diferencia de Google, Facebook, Twitter y otras fuentes cuyos datos aparecen de manera habitual a lo largo de este libro, OkCupid es un nombre mucho menos familiar: si tus amigos y tú lleváis años felizmente casados, seguramente nunca habréis oído hablar de nosotros. Así que he pensado mucho acerca de cómo describir el alcance de nuestra web a alguien que nunca la ha usado y a quien, por consiguiente, poco le interesan las estadísticas de interacción de usuarios de una startup fundada por determinado individuo. He optado por hacerlo en términos personales. Esta noche, unas 30.000 parejas acudirán a su primera cita gracias a OkCupid. Aproximadamente 3.000 de ellas acabarán manteniendo una relación duradera. Unas 200 acabarán casándose y muchas de estas, naturalmente, tendrán hijos. Ahora mismo, ya hay por ahí niños vivitos y coleando, humanos gruñones en miniatura que se niegan a ponerse los zapatos y que nunca habrían existido de no ser por los tejemanejes de nuestro html.

No voy a venirte con la pretenciosa idea de que hayamos perfeccionado nada, y cabe señalar aquí que aunque estoy orgulloso de la web que fundamos mis amigos y yo, la verdad es que no me importa en absoluto que ya seas miembro o que te vayas a crear una cuenta en ella ni nada de eso. Nunca en toda mi vida he ido a una cita online ni tampoco lo han hecho los otros dos fundadores, así que si eso tampoco va contigo, créeme, lo entiendo. El evangelismo tecnológico es una de mis cosas menos favoritas y no estoy aquí para intercambiar mis relucientes abalorios digitales por la preciosa isla de nadie. Sigo estando suscrito a revistas en papel. Todos los fines de semana me llega el Times. Me da vergüenza publicar en Twitter. No pretendo convencerte de que uses, respetes o «creas en» Internet o las redes sociales más de lo que ya lo haces, si es que lo haces. Te ruego que sigas pensando lo que has pensado siempre sobre el universo online. Pero si hay una cosa que con toda sinceridad espero que este libro te haga replantearte es lo que piensas acerca de ti mismo. Porque de eso va precisamente este libro. OkCupid no es más que el medio a través del cual yo he llegado a esta historia.

He dirigido el equipo de análisis de OkCupid desde 2009, y mi tarea consiste en dar sentido a los datos que crean nuestros usuarios. Mientras que mis tres socios cofundadores han hecho casi todo el trabajo pesado de crear el sitio web, yo me he pasado años jugando con los números. Parte de mi trabajo nos ayuda a dirigir la empresa: por ejemplo, comprender por qué y cómo hombres y mujeres ven de manera distinta el sexo y la belleza es algo que resulta esencial en una web de contactos. Pero muchos de mis hallazgos no son útiles de una manera directa, solo interesantes. No es que pueda hacerse gran cosa con el hecho de que, estadísticamente, el grupo de música menos negro del mundo sea Belle & Sebastian, o que usar el flash en una foto haga que el modelo parezca siete años más viejo, excepto para decir «¡Qué cosas!» y, como mucho, contarlo en una cena con amigos. Eso es prácticamente lo único que hemos hecho con todos esos datos durante un tiempo; la información que hemos cosechado no ha ido más allá de alguna que otra miserable nota de prensa. Pero con el tiempo llegamos a analizar tal cantidad de información que empezaron a hacerse visibles grandes tendencias, patrones de mayor alcance dentro de los más pequeños y, lo que es aún mejor, me di cuenta de que podía emplear esos datos para examinar de manera directa temas tabú como la raza. Es decir, que en lugar de preguntar cosas a la gente por medio de encuestas o llevar a cabo experimentos a pequeña escala, que es como habitualmente se ponía en práctica la sociología en el pasado, ahora puedo ir a ver directamente lo que ocurre cuando, pongamos por caso, 100.000 hombres blancos y 100.000 mujeres negras interactúan en privado. Los datos estaban ahí, esperando en nuestros servidores. Se trataba de una oportunidad sociológica irresistible.

Seguí ahondando y al ir incrementándose los descubrimientos, como hace todo aquel que tiene más ideas que público, creé un blog para írselos contando al mundo. Tras una mejora considerable, aquel blog se acabó convirtiendo en este libro. Para hacer Dataclismo he ido mucho más allá de OkCupid. De hecho, probablemente he reunido el conjunto de datos de interacción persona a persona más denso y variado que el que haya podido recopilar ningún otro individuo por su cuenta, que abarca la mayoría de las principales fuentes de información online de nuestro tiempo, si no todas. En estas páginas me serviré de esos datos no solo para hablar de los hábitos de los usuarios de una web, sino también de una serie de patrones universales.

El debate público sobre el tema de los datos se ha centrado principalmente en dos aspectos: por un lado, el espionaje gubernamental y, por otro, las posibilidades comerciales. Respecto al primero, no creo que sepa más de lo que sabéis vosotros, solo lo que he leído. Por lo que sé, el aparato de seguridad nacional nunca se ha dirigido a ninguna web de contactos para pedir acceso y, a menos que tengan pensado crimina

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos