La cocina de Masito

Dámaso Vélez

Fragmento

cap

Introducción

Si estáis leyendo esto, es porque habéis decidido comprar mi libro. Solo por ese gesto, os estaré eternamente agradecido y os doy un millón de gracias; espero que lo disfrutéis mucho pues lo he cocinado con todo mi cariño.

Ya que habéis decidido comprarlo, dejadme que os cuente un poco sobre mí. Me llamo Dámaso, aunque gracias a mis hermanos pequeños, Antonio y Adela, me llaman Masito. Les saco 17 años y cuando eran pequeños empezaron llamándome Damasito, continuaron llamándome Masito y así me he quedado hasta hoy.

Nací en mi querido Madrid, allá por 1972. Mis padres, Mercedes y Julio, siempre han procurado que no me faltara de nada. Viví en Alcorcón hasta los 13 años, cuando ellos se separaron y mi vida cambió radicalmente. En la actualidad, una separación es casi lo más normal, pero en aquella época, no. Yo no entendía por qué mi familia se tenía que separar, y yo me iría con mi padre y mi hermana Mónica con mi madre. Además, me pilló estudiando en Segovia y tuve que volver de allí para vivir sin mi madre y sin mi hermana. Jamás lo llevé bien, caí en un buen pozo.

Fueron años muy duros, perdí el norte, la cabeza… No sabía lo que quería, ni lo que hacía, no tenía horarios, ni normas, ni valores. Todo lo bien educado que había sido hasta entonces se me vino abajo.

Cambié de localidad, de colegio, de amigos, salí de mi paz y de mi zona de confort, me fui a vivir a Boadilla. Resumiendo, fueron 4 años muy duros y difíciles, tanto para mí como para mis padres, especialmente para mi madre, que era la que no me tenía y cuando podía hacerlo, no me encontraba en muy buenas condiciones. Siento esos años, madre.

Digo que fueron 4 años duros, porque por suerte, a los 17 empecé a salir con la que, aún hoy, 30 años después, es la madre de mis hijos y sin duda alguna la mujer de mi vida, la que tuvo la paciencia para esperar y cambiarme. Sin ella, a día de hoy, no sé si estaría aquí, o qué sería de mí.

Desde que tengo uso de razón me ha encantado comer, siempre he disfrutado de un buen plato de comida. Recuerdo perfectamente cuando venía mi abuela Flora a casa y nos preparaba las rosquillas, nos encantaba estar con ella y prepararlas. Tengo recuerdos de mi abuela Adela en la gran mesa de la cocina, separando las lentejas para quitarles las piedras o pelando las hebras de las judías verdes, mientras me contaba «sus cositas». Me acuerdo de los guisos de mi madre, que cocina de maravilla y que siempre ha tenido una mano estupenda para la cocina.

Una vez que te casas, los inicios en la cocina son graciosos, como las llamadas a tu madre o a tu suegra preguntando «¿y cómo se hace un sofrito? o «¿la sal a las croquetas cuándo se le echa?», «¿a qué temperatura se fríen?», «¿todas juntas o de una en una?». En fin, qué os voy a explicar que no sepáis de los inicios...

Ahora os voy a contar cómo empecé este mundo de las redes sociales. La primera red que utilicé fue Facebook y allí subía muy a menudo fotos de las recetas que preparaba, pero solo la foto, hasta que un día un amigo me dijo: «Masito, deja de subir solo las fotos a Facebook y dinos también la receta». Y eso empecé a hacer. Investigué un poco cómo se podía hacer un blog y allí que iba yo, dispuesto a subir mis recetas a un blog.

¡Imaginaos! No tenía ni idea de cómo se hacía y ahí me teníais escribiendo día tras día, haciéndome de nuevas redes sociales y disfrutando con lo que hacía. Os diré que como odio la televisión, no me gusta nada, disfrutaba cada día pegado a mi ordenador haciendo las recetas e investigando cómo funcionaba este mundo virtual.

Sin saber por qué fui creciendo en seguidores, a día de hoy me sorprende el número que sois, y os lo agradezco muchísimo. No entiendo cómo un chico sin estudios de cocina ni nada parecido puede tener tanto tirón, pero ahí me tenéis, ¡hasta con canal de YouTube!

Gracias a este mundillo virtual he conocido a gente maravillosa, muchísimos blogueros y compañeros que a día de hoy son parte de mí, y a muchos de vosotros, los seguidores, ¡desvirtualizaros es una gozada!

El colofón de este mundo culinario que se ha generado en torno a mí es este libro. Yo, que he debido leer 2 libros en mi vida, aquí estoy, con mi propio libro y todo es gracias a vosotros que me seguís y apoyáis cada día.

De corazón, ¡un millón de gracias!

Con este código QR podéis ver la primera receta que subí al blog y que no cambiaré nunca:

imagen

cap

imagen

imagen

cap-1

Cebolla caramelizada

¡Sin azúcar!

3 horas

Ingredientes

• 1 kg de cebolla

• sal

• 1 cucharadita de vinagre

• aceite de oliva virgen extra

ELABORACIÓN

1. Pelamos la cebolla, le quitamos la primera capa y luego la partimos en dos sobre su eje, es decir, desde el tallo a la raíz.

2. Picamos la cebolla en juliana, siempre en paralelo a la veta de la cebolla, de nuevo desde el tallo a la raíz, y quitamos estos dos extremos. Hacemos una juliana fina.

3. Ponemos a calentar aceite de oliva virgen extra en una cazuela ancha y profunda, y añadimos la cebolla. La cocinamos a fuego medio-bajo durante 3 hor4. Es un proceso lento y largo pero merece mucho la pena, ya que la cebolla soltará sus jugos y caramelizará sobre ellos.as aproximadamente, removiendo muy a menudo.

5. Pasado este tiempo, tendremos pequeños hilos de cebolla de color marrón. Añadimos la sal y el vinagre, removemos y servimos.

CONSEJOS

• Para acelerar mucho el proceso podemos echar azúcar moreno a los 20 minutos de pochado, rehogar 10 minutos más y ya la cebolla estará lista. No será lo mismo aunque quedará muy rica, pero es mejor hacerla sin azúcar.

• No os asustéis si la cebolla merma mucho; durante el proceso de caramelización perderá el agua, con lo que de 1 kg de cebolla es fácil que solo obtengáis 300 g escasos.

Con este código QR podéis ver una receta donde la cebolla caramelizada iría de maravilla:

imagen

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos