Delicious Martha. Mis recetas saludables y sencillas

Marta Sanahuja

Fragmento

cap-1

Prólogo

Nunca me ha interesado la cocina, a mí lo que me gusta es comer. Tampoco tengo tiempo de consumir contenido en redes porque me dedico a crearlo y, sin embargo, cada día busco las stories de Martha a conciencia y me quedo varios minutos embobada admirando las fotos de su blog gastronómico. Hay veces en que, si me concentro lo suficiente, soy capaz de imaginarme el sabor de la delicia que nos enseña. Después, me entra hambre. Ese es el efecto que Marta produce en mí. Admiración y hambre a partes iguales.

No la sigo porque quiera probar a ponerme las manos a la masa, ni mucho menos, sino por su capacidad de crear belleza, de comunicar con autenticidad y de hacerme sonreír con sus ocurrencias. Hasta ahora ninguna magdalena ha tenido tanta fuerza como la suya... porque eso es ella. Eso y mucho más.

Detrás de este libro, de cada sencilla receta para mimar tu paladar, hay un proyecto personal con una gran historia. Una historia de superación, ilusión, trabajo, innovación, creatividad y generosidad. Detrás de cada lista de ingredientes está ella, entregándose a ti, poniendo cariño en cada uno de los detalles. Es eso lo que marca la diferencia.

Y quiero darte las gracias, a ti, que tienes este libro en las manos. Porque en un mundo lleno de recetas gratuitas por doquier, comprando este recetario no solo has adquirido ideas para tus momentos de cocina, también estás acompañando a Marta en su camino. Estás valorando su trabajo, sus conocimientos y sus ganas. Estás impulsándola a seguir dando recetas al mundo. Tú eres tan importante como la cantidad exacta de harina que precisa la magdalena.

¡Que aproveche!

Ana Albiol

cap-2

Quién hay detrás de Delicious Martha y por qué tienes este libro en las manos

Delicious Martha es el alter ego de Marta Sanahuja, una chica apasionada por el mundo de la gastronomía, la comida saludable y por cuidarse y disfrutar en la cocina, nacida en Barcelona en 1990. También soy la chica que defiende fervientemente que una comida sin postre no es una comida: siempre es necesario coronarla con «la guinda del pastel». Para mí, la gastronomía traspasa fronteras y es capaz de hacer cambiar el estado de ánimo de las personas. Además, es alrededor de una mesa donde se toman las mejores decisiones.

Desde 2013 me dedico en cuerpo y alma a este proyecto que me salvó de una época muy oscura y me guio hasta que he podido vivir de lo que realmente me gusta. Gracias a ello, he logrado que mi profesión sea mi verdadero hobby. Y ya lo dicen: trabaja en aquello que amas y no tendrás que trabajar ni un solo minuto de tu vida.

Cinco años más tarde creé la Delicious Martha Shop que, aunque todavía incipiente, espero poder ir construyendo con mucho cariño y dedicación para poder ofrecer herramientas y productos de calidad muy pronto, así como todas mis recetas en formato ebook para facilitar la vida a quienes sientan la misma pasión que yo por la gastronomía.

Después de esta brevísima introducción, entiendo que te preguntes: ¿y cuál es ese pasado?, ¿por qué la gastronomía fue su salvación?

Lo primero y, ante todo, gracias. Gracias por confiar en mí y por estar leyendo estas páginas. Después de todas las experiencias vividas, llega un día en el que sientes que todo vuelve a su sitio y te inunda la paz y, en ese mismo instante, sabes que estás preparada para contarlo. Para abrirte en canal y narrar hasta la última coma. Para soltarlo todo. Todo por lo que, a veces, he pasado de puntillas o he mirado de reojo queriendo quitarle importancia. Todo lo que he callado para no preocupar demasiado a mi entorno (ni a mí misma). Porque sí. A veces todos giramos la vista hacia otro lado, pasamos de largo y hacemos ver que no pasa nada cuando realmente estamos viviendo una auténtica tormenta por dentro.

Está bien estar mal. Muy bien. Y ser consciente de ello, también. De esta manera podemos repensarnos, clarificar cuáles son nuestras prioridades y focalizarnos en alcanzar el lugar que realmente anhelamos. Quién me iba a decir a mí en 2013 que estaría aquí, ahora, terminando mi segundo libro en apenas cuatro años. A mí, la chica que pesaba 39 kilos y que no dormía más de cuatro horas por las noches. Y sí, aquí estoy.

Para mí, todo esto ha sido una gran lección y he aprendido que lo mejor de la vida, sin lugar a dudas es el amor de quienes nos rodean, nos escuchan y nos cuidan. Aunque no los tengamos cerca; pese a que se hayan ido. Sé que lloraré mientras escriba el punto final de estas líneas, pero también que eso supondrá cerrar «un cajón», el de esta etapa tan dura e intensa. Lo habré escrito, lo habré compartido, me habré abierto y aquí se acabará el drama. Todo lo maravilloso que ha venido después es lo que me sostiene y hace que me agarre a la vida con más ganas que nunca.

Desde muy joven tuve clara mi pasión por comunicar. Por eso estudié conjuntamente Publicidad y Relaciones Públicas, Periodismo y Comunicación Audiovisual, para finalmente especializarme en lo primero. Porque realmente adoraba y sigo adorando el mundo de la comunicación a través de todas sus formas. Quienes me conocen saben bien lo crítica que soy en estos aspectos: la importancia no solo de una palabra sino de muchos silencios. De narrar con gestos, con sonidos y hasta con la comida.

Como decía, me especialicé en el sector de la publicidad. Y os vendrán a la mente anuncios, creatividad, marketing, teasers... Pues no, nada de eso. Muy pronto me hicieron ver que yo no era alguien con buenas ideas ni con talento y me encaminaron hacia el sector menos innovador de este mundo: las cuentas. Gestionar clientes, explicar el concepto y tratar día a día con la rama creativa, pero sin entrar en ella. Solo lo justo y necesario para, posteriormente, saber «vender» bien la idea a la marca que te contrata para solventar sus problemas de comunicación. Hay que tener tablas para ello. Las que a mí me faltaban. Y no me funcionaba.

Terminé la carrera y, cuando quise darme cuenta, estaba trabajando en una pequeña agencia de publicidad en Barcelona, una de la que no voy a contar mucho más, porque, si en aquel momento decidí no llevarlos ante los tribunales, tampoco los denunciaré ahora. Solo diré que trabajar allí me supuso únicamente estrés, angustia, horas de trabajo sin recompensa, esfuerzo en vano e infinidad de críticas por la espalda.

Después de un año en mi primer contacto con el mundo laboral, con 19 kilos menos y totalmente perdida, dejé el empleo. Lo hice empujada por mis padres, que sufrían y veían que esa situación no tenía escapatoria. Y ahí fue cuando me dieron la vida por segunda vez. No he podido ni he querido imaginar jamás cómo hubiera sido mi vida estos últimos años si no hubiese salido de esa situación. Pero de lo que sí estoy convencida es de que eso desencadenó una nueva yo: un ave Fénix que renace de sus cenizas. Y hoy en día doy gracias por ello.

Creo que todos pasamos algunas veces por situaciones similares: puntos de inflexión que nos hacen cambiar de

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos