Guía para el vegano (Im)Perfecto

Marta Martínez Canal

Fragmento

El veganismo

El veganismo

La palabra «veganismo» es de reciente creación y nace en Gran Bretaña. En concreto, el término vegan fue utilizado por primera vez en 1944 por Donald Watson, uno de los fundadores de la Vegan Society de Inglaterra. De hecho, celebramos el Día Mundial del Veganismo el 1 de noviembre precisamente porque es la fecha de la fundación de esa sociedad.

¿Para qué una nueva palabra, si ya teníamos el término «vegetariano»? Lo cierto es que no había ninguna que englobase realmente lo que es el veganismo, en sentido amplio. Cuando alguien se autodefine como «vegetariano», habitualmente se refiere a que es ovolactovegetariano. En realidad, está comúnmente aceptado que un vegetariano es aquel que no consume carne ni pescado, pero sí huevos y lácteos. Sin embargo, con la palabra «vegetariano» nos quedamos con una parte muy pequeña de todo lo que abarca el veganismo.

¿Qué significa ser vegano?

Un vegano es una persona que ha decidido no consumir, utilizar ni explotar a los animales de forma alguna. En ningún ámbito y en ningún momento. Suena utópico, y realmente lo es; por eso hemos querido advertir que solo llegarás a ser un vegano imperfecto. ¡Que no te importe! Por ahora es más que suficiente.

«Veganismo» es un término en disputa, también dentro del movimiento. Lo cierto es que no hay una sola definición, la que mencionamos solo es la más extendida y aceptada. Lo podrás ver catalogado como dieta, también como estilo de vida, como postura ética o política. Seguramente las dos últimas sean las más acertadas.

Para empezar, no tendrás la suerte de encontrarte nunca con un grupo de veganos homogéneos. Las primeras generaciones educadas en el veganismo están ahora creciendo y no son muy numerosas, así que la mayoría de las personas veganas nos hemos criado como no-veganos o carnistas, para ser más precisos. No compartimos una educación en el veganismo, ni tampoco una determinada tendencia política, una misma fe o una cultura similar. Quizás otros grupos que se unen por una misma causa tengan muchas más cosas en común, pero nosotros carecemos de ese punto de unión más allá de la postura ética ante el consumo de animales.

El grupo que conformamos los veganos en el mundo es heterogéneo porque nuestras motivaciones también lo son. Nuestra postura ética —el reconocimiento de que los animales no son diferentes en derechos a los humanos— nos mueve en la misma dirección. Esa afirmación de igualdad entre todos los animales, humanos y no-humanos, es lo que llamamos antiespecismo.

Hay tres grandes motivaciones, que luego sirven para clasificar erróneamente a los veganos:

Animalismo. Te mueve la compasión por los animales.

Ambientalismo. Quieres salvar el planeta de la degradación provocada por los humanos.

Dietética. Te preocupa tu salud y quieres comer más bien para sanarte o sentirte mejor.

Las razones raramente son únicas, pero seguro que encajas mejor en una que en otra. Sin duda, también hay otras más personales. Todas son válidas para dar el paso. Aunque el veganismo va mucho más allá del contenido de nuestra nevera, es habitual empezar a eliminar la carne del menú planteándote qué comes e investigando cómo llega la comida a tu plato.

La cultura y la religión son también dos motores importantes del vegetarianismo en todo el planeta. La India es el país que encabeza el ranking de población vegetariana mundial, tanto en porcentaje (según la FAO del 20 al 42%) como en número total de habitantes. Diferentes estudios indican que, incluso entre quienes consumen carne, hay un 30% que lo hace con poca frecuencia. Efectivamente, como imaginábamos, el porcentaje de personas veganas también es muy alto.

El vegetarianismo está bien organizado en la India desde hace tiempo, y es habitual que los productos vayan marcados con un punto verde si son vegetarianos o con un punto marrón o rojizo si no lo son. También hay algunos productos definidos como vegetarianos «puros», ya que la mayor parte de la población india vegetariana es lactovegetariana, es decir, su comida suele incorporar lácteos. No es nada extraño, ya que tanto el hinduismo como el jainismo son religiones con mucho peso en el país. Estas dos creencias comparten el principio filosófico ahimsa de noviolencia y de respeto a la vida.

En la ciudad de Palitana, el sacrificio animal está prohibido desde que hubo una huelga de hambre de los monjes jainistas de la zona. En el caso de Israel, las restricciones alimentarias propias del judaísmo han facilitado que un porcentaje muy elevado de la población se declare vegetariana, y haya un porcentaje de veganos superior al de otros países.

China tiene un 5% de población vegetariana. Es un país que suele estar relacionado con el maltrato animal, sobre todo debido a la celebración del festival de Yulin, en el que se consume carne de perro. No olvidemos que, en realidad, en un país de sus dimensiones, ese porcentaje modesto supone millones de personas. Si bien dicho festival continúa conmemorándose, también es cierto que no son pocos los activistas que luchan por prohibirlo.

Por singular que parezca, esta práctica tiene muchos puntos en común con las matanzas de cerdo o de corderos de otros países, el toreo, los rodeos, los circos con animales o los zoos.

Límite: el dolor y la sintiencia

¿Por qué el veganismo distingue entre plantas y animales? La línea entre los dos reinos de seres vivos no la puso un vegano, sino que existe desde hace mucho más tiempo. La diferencia principal para el veganismo entre unos y otros es el dolor. Cada cierto tiempo, se publica un estudio sobre la capacidad de sentir de las plantas. En el mundo vegetal también hay sensores que procesan información y formas para que esa información viaje no solo a una parte de ese individuo, sino a todo él. Las raíces de los árboles y las plantas detectan cambios en el suelo (la humedad y el nivel de nutrientes) y generan compuestos químicos que son detectables por otras raíces cercanas.

El hecho de que el reino vegetal tenga estas capacidades no implica que las plantas sientan dolor. El dolor es una respuesta que da el cerebro ante un estímulo que procesa el sistema nervioso. Reconocer y procesar un estímulo externo, aunque sea negativo, no siempre conlleva sufrimiento.

En el caso de los moluscos, existe un debate sobre la capacidad de sintiencia de algunas especies: los mejillones, por ser bivalvos, no cuentan con un encéfalo definido como los cefalópodos (el pulpo). Sin embargo, además de un extenso sistema nervioso periférico, sí que se observan ganglios encefálicos y viscerales, que cumplirían funciones parecidas. A día de hoy no hay unanimidad entre la comunidad científica sobre si los bivalvos solo disponen de

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