Dime qué como ahora

Blanca García-Orea Haro (@blancanutri)

Fragmento

cap-1

Prólogo

En los últimos años he dedicado parte de mi labor a investigar el estrés, el trauma, la somatización y su influencia en la salud mental. Entender cómo la mente y el cuerpo están íntimamente unidos me parece un tema primordial en pleno siglo XXI y sigo con atención los avances al respecto para poder sanar a mis pacientes y divulgar los descubrimientos que se van produciendo.

Conozco a Blanca desde hace tiempo. Experta en comunicación, ha llevado a la «calle» el mundo de la flora intestinal y lo ha hecho con cercanía, sencillez y base científica. Sabe que soy una psiquiatra «peculiar»: estudio el aparato digestivo y su interrelación con la psiquiatría, en cómo está estrechamente ligado con los niveles de inflamación que, a su vez, provocan el agravamiento de problemas psiquiátricos.

A lo largo de los años, he observado a las personas que somatizaban a nivel digestivo y me di cuenta de que había que unir ambos campos. Casi la mitad de la población se queja de molestias digestivas, y esto se incrementa en aquellas personas que padecen una sintomatología psiquiátrica.

Blanca nos acerca a la microbiota, ese conjunto de microorganismos que tanto afecta al desarrollo de nuestro sistema inmune desde el nacimiento y que ejerce una función defensiva esencial, ya que impide que múltiples elementos agresores accedan a nuestro organismo. Una buena gestión de nuestro aparato digestivo puede ser la puerta de entrada para evitar, sanar o, al menos, paliar enfermedades crónicas, inflamatorias o neuropsiquiátricas. La microbiota se va modificando en función de nuestros hábitos: la salud de la boca, el tipo de parto, la higiene del sueño, el estilo de vida –sedentario o más activo— etc. Y la clave consiste en saber que existe una conexión bidireccional –cerebro-intestino— a través del nervio vago que es determinante en la configuración de nuestro organismo. Soy una fiel defensora de la divulgación de estas cuestiones, puesto que tengo la convicción de que en el futuro el estudio de la microbiota será uno de los grandes pilares de la medicina.

La inflamación se ha convertido en uno de mis focos de estudio y del tratamiento que empleo con mis pacientes. ¡Cuántas veces he repetido que vivimos inflamados y que el XXI es el siglo de la inflamación! La inflamación es un proceso natural que ocurre, por ejemplo, ante una lesión con edema en un momento puntual. Ese instante es necesario para que el cuerpo se recupere de la lesión, y ahí es cuando se ponen en marcha los mecanismos de reparación celular. El proceso inflamatorio es necesario para la curación. ¿Cuándo tenemos que preocuparnos? Ante estados de alerta mantenidos, ya sea por causa de preocupaciones reales o imaginarias. No olvidemos que ese estado de alerta puede deberse también al estrés, a la mala alimentación, a hábitos poco saludables como el sedentarismo, el alcohol y el tabaco o a problemas laborales o familiares. Nuestro organismo no está diseñado para mantener un sistema inflamatorio constante y se daña cuando se activa la inflamación de bajo grado que deteriora gravemente el sistema inmune.

Esta inflamación de bajo grado es la base de muchos de los síntomas que nos acechan: dolores musculares, problemas dermatológicos o digestivos, enfermedades autoinmunes o determinadas depresiones.

En los últimos tiempos, los psiquiatras hemos empezado a tratar algunas depresiones resistentes con remedios antiinflamatorios: dietas simples, productos naturales o incluso fármacos. Este nuevo libro de Blanca, tan ameno y apasionante como los anteriores, dedica un apartado a la dieta antiinflamatoria. En un momento de exceso de información, contar con unas nociones claras y concisas puede ayudarte a equilibrar tu sistema inmune. No siempre hará falta cumplir una dieta cuidada y estricta, pero es sano y positivo conocer cómo funciona nuestro organismo ante diferentes alimentos y hábitos. Mi consejo es animar a cada persona a que se conozca y entienda cómo responde su cuerpo ante el estrés o el miedo. Con ese esquema y entendiendo cómo la alimentación puede regularte, el camino hacia la sanación y la armonía es mucho más sencillo.

Los consejos de Blanca para el día a día, pautas y ejemplos útiles para personas que sufren alguna sintomatología psicológica o física te ayudarán a comprender cómo reacciona tu organismo.

Es importante no abrumarse al adentrarse en el libro. El exceso de información puede provocar que percibas una sensación de culpa por no saber cuidarte o por mantener hábitos alimenticios poco saludables. Los cambios suceden poco a poco, así que empieza por saber cuáles son los mecanismos que te regulan y ya decidirás luego por dónde emprender el camino.

Estoy segura de que este nuevo libro de Blanca te ayudará a acercarte a un estilo de vida más sano, lo que, a la larga, potenciará tu bienestar físico y psicológico.

Dra. MARIÁN ROJAS
Médica, escritora y psiquiatra

Madrid, a 22 de junio de 2022

cap-2

Introducción

En mi libro Dime qué comes y te diré qué bacterias tienes hablaba sobre los microorganismos que tenemos dentro del cuerpo, sus funciones, cuáles son sus beneficios, su relación con la inmunidad, etc. Ahora vamos a hablar sobre los microorganismos que podemos encontrar en los alimentos y que introducimos en el cuerpo. En muchos casos estos microorganismos podrían ser indeseables y no bienvenidos, ya que tienen la capacidad de causarnos infecciones, intoxicaciones o enfermedades.

Controlar lo que ingerimos es importante, porque podría hacernos daño o desequilibrar nuestras bacterias beneficiosas (microbiota), así que es fundamental para que todo funcione bien en nuestro interior.

Un trabajo en equipo

No estamos solos, siempre vamos acompañados de billones de bichitos o microbios que viven sobre nosotros y dentro de nuestro cuerpo. Sin ellos no podríamos vivir, pero en algunos casos pueden entrañar peligro y hacernos enfermar. Por ejemplo, las bacterias que tenemos en la boca pueden producir caries si no nos lavamos los dientes a menudo, o los microorganismos de los alimentos en mal estado podrían tener efectos nocivos en nuestro cuerpo. Los microorganismos no siempre son buenos, pero, en general, si hacemos las cosas bien, sí lo son.

Los microbios son la forma de vida más pequeña que existe en la Tierra; no podemos verlos a simple vista, son muy muy pequeños y tienen diferentes formas y tamaños. A todos los microbios que viven dentro de nuestro cuerpo se les llama «microbiota» y son un conjunto de microorganismos (virus, bacterias, hongos, parásitos, arqueas, etc.). Tenemos bacterias en la piel, en la nariz, la boca, el oído, los pulmones, en el ombligo, en el estómago, en el intestino, etc.

Recordemos que estos billones de bacterias conviven con nosotros en una relación de simbiosis, es decir, nosotros les proporcionamos la casita donde viven (nuestro cuerpo) y el alimento (la comida que comemos) y ellas, a cambio, nos reportan grandes beneficios.

Nadie tiene los mismos microorganis

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