La primera familia

Mike Dash

Fragmento

Prefacio

Se han escrito cientos de libros sobre la Mafia, pero este es diferente de los demás. Se centra específicamente en el origen de la rama estadounidense de dicha sociedad en el período 1892-1930, un período que, según he podido constatar con asombro, ha sido casi enteramente ignorado hasta hoy. Pocos libros se han preguntado cómo exactamente surgió la Mafia en Estados Unidos. Es lo que hace La primera familia.

Asimismo, la inmensa mayoría de los «libros sobre la Mafia» resultan notoriamente poco fiables: recopilados a partir de rumores, habladurías, supuestos descabellados y los errores de anteriores autores que se han repetido de forma ininterrumpida. La primera familia se propone corregir esos defectos. El libro se basa minuciosamente en fuentes primarias, sobre todo en los detallados documentos del Servicio Secreto estadounidense, cuya oficina de Nueva York fue la única agencia federal, estatal o municipal que mantuvo a los primeros mafiosos bajo una vigilancia sistemática. Los informes diarios de esta oficina que abarcan los años clave de 1899 a 1916 llenan cincuenta y nueve enormes volúmenes, cada uno de ellos de más de un millar de páginas, y entre todos configuran el que representa con mucho el más valioso tesoro de información fiable sobre los años en que se configuró la Mafia; y forman, asimismo, el fundamento sobre el que se ha basado esta obra. Para mi sorpresa, no he encontrado indicio alguno de que ningún otro autor de los que han escrito sobre el tema se haya molestado nunca en examinarlos.

Para obtener una visión equilibrada en la obra, también se han utilizado otros documentos no menos importantes pero igualmente olvidados: más de diez mil páginas de un siglo de transcripciones judiciales, la detallada confesión de un miembro clave de una importante red de falsificación de la Mafia —que apareció nada menos que en la Biblioteca Presidencial Hoover—, y las cartas y memorias personales de varias de las personas relacionadas con el tema, sobre todo William Flynn, que fue jefe de la oficina del Servicio Secreto en Nueva York, con un único y breve intervalo de discontinuidad entre 1901 y 1917. Las memorias de Flynn, que fueron publicadas por entregas en varios periódicos de la época y hasta ahora habían escapado también a la atención pública, se han complementado con la copiosa cobertura informativa diaria de sucesos proporcionada por más de una docena de diarios de comienzos del siglo XX. En conjunto, todo este material hace posible reconstruir los acontecimientos sucedidos hace un siglo a menudo hasta el más mínimo detalle.

La historia que de ello se deriva difiere en muchos aspectos vitales de los incompletos relatos que se han ofrecido hasta ahora. Han pasado varios años desde que abordé el tema, extremadamente contaminado de desinformación. Cuando inicié mi investigación, hace cuatro años, leí que Giuseppe Morello, el primer gran capo de la Mafia neoyorquina, había nacido en 1870, o bien, decían algunos, en 1880. Tras ponerme en contacto con el Registro Civil de su pueblo natal, Corleone, en Sicilia, descubrí que la fecha correcta era el 2 de mayo de 1867, un hecho que su propia familia parece haber ignorado, ya que la fecha inscrita en la lápida de su tumba es la de 1870. Leí, asimismo, que Giuseppe tenía un hermano, Antonio, que le precedió como capo en Nueva York y que en una ocasión mató a tiros al temido jefe de la banda rival, la Camorra. Las maltrechas transcripciones del juicio por asesinato de Antonio Morello, rescatadas de un contenedor a comienzos de la década de 1980 y hoy archivadas en una oscura biblioteca de derecho, mostraban que ni fue miembro de la Mafia ni mantuvo relación alguna con su célebre «hermano», y, asimismo, que el hombre al que mató era un organillero manco sin antecedentes penales que había insultado groseramente a su esposa.

Dado que la historia derivada de mis propios años de investigación resulta francamente asombrosa, quisiera también dejar claro que nada de lo que sigue es ficción o historia «imaginada». Ninguna de las conversaciones reseñadas en estas páginas es inventada; todas y cada una de ellas fueron recordadas, palabra por palabra, por algunas de las personas que intervinieron, o transcrita por un periodista. Como debe hacer todo historiador, enumero mis fuentes de información párrafo por párrafo, y línea por línea en caso necesario, y pueden verificarse en las correspondientes notas.

En resumen, La primera familia no es un refrito de los superficiales, inexactos e inventados cuentos que el lector pueda haber leído hasta ahora.

Es lo que realmente ocurrió.

MIKE DASH

Londres, 1 de septiembre de 2008

Nota sobre las notas

La primera familia es historia narrada, pero también pretende ser buena historia. He proporcionado las notas sobre las fuentes documentales más precisas que he podido. Por desgracia, las restricciones de espacio han supuesto que las prolijas notas aclaratorias que acompañaban a mis libros anteriores se hayan tenido que omitir en este. Pese a ello, y dado que se trata de un tema de considerable importancia, he redactado en cualquier caso unas notas bastante detalladas que suponen alrededor de cuarenta mil palabras de material adicional, casi la mitad de las que contiene el texto principal del libro. A quien quiera saber exactamente dónde he obtenido mi información y por qué la he interpretado como lo he hecho, o a quien desee disponer de un análisis más completo, ver las transcripciones de los documentos originales y otro material de base, y leer una discusión mucho más voluminosa de diversos puntos conflictivos, le invito a consultarlas. Se han depositado copias de ellas en la Biblioteca del Congreso estadounidense, la Biblioteca Pública de Nueva York y la Biblioteca Británica de Londres. Los lectores también pueden descargarse libremente las notas visitando las páginas de La primera familia en mi sitio web www.mikedash.com.