Miedo

Patricia Simón

Fragmento

Prólogo

Prólogo

Hay una canción de Astrud que me encanta, «Miedo a la muerte estilo imperio»:

Miedo a la muerte estilo imperio.

Depresiones Biedermeier.

Mal rollo Luis XV, mal rollo.

Y mira lo en serio que me lo tomo.

Y mira el asco que doy,

cómo se me dispara el factor cursi.

Que me quieras, te digo.

Una canción que es casi tan buena como este libro de Patricia Simón, aunque a ella nunca se le dispare el factor cursi. La queremos igual; la queremos más, incluso. Porque Patricia nos habla de miedos reales e imaginarios sin imaginar ninguno. Porque este miedo de Patricia está escrito a partir de narraciones y certezas de quienes tenemos razones más que de sobra para temer. Patricia escucha, piensa, escribe, no juzga, piensa otra vez y acaba elaborando un relato a través de voces que sobre el papel no tiemblan. Otra cosa es lo que hagan nuestras manos mientras sostenemos el libro y lo leemos. Porque a veces el temblor es inevitable:

Somos una sociedad traumatizada y embrutecida por la crueldad sistémica a la que hemos sido expuestos durante los últimos años.

Somos lo que pensamos porque nadie resiste hacer permanentemente lo contrario de lo que piensa; porque hacemos aquello que creemos posible y, en la mayoría de las ocasiones, las ideas que nos dictan el siguiente paso que dar son las transitadas un millón de veces; porque activar la imaginación y mantenerla encendida requiere que alguien alguna vez te haya mostrado que las cosas se pueden hacer de muchas maneras y que crear es cosa de todos los humanos, no solo de artistas.

Aunque las manos de Patricia, cuando escriben, también nos confortan:

Ser periodista es mi forma de luchar contra la impotencia, narrar me regala el espejismo de sentir que puedo hacer algo con todo lo que nos pasa, aunque sea clasificar, disponer en cajas ordenadas, todo lo que no nos debería pasar. Un catálogo que quemar.

Y mueven a un pensamiento posible, que es al que suelen conducir los buenos libros como el suyo. Porque el de Patricia es un mapa trazado con intención que recorre los lugares donde la autora fue en busca de la verdad para acabar convirtiéndose en el territorio mismo, en el territorio de los miedos que nos unen, nos paralizan y también nos mueven, queramos o no:

Al final, un momento histórico se define por lo que decidimos ver y lo que decidimos ignorar: los líderes políticos, los medios de comunicación, la ficción, el arte... definen nuestra forma de interpretar el mundo a través de dónde fijan la mirada y desde qué plano.

Este libro habla del miedo y por lo tanto de nosotras, de nosotros, de nosotres. Y de cómo ellos utilizan nuestros temores para hacerlo todo peor, más difícil, más feo y más cruel:

Pero para sentir miedo y odio por el pobre hay que hacerle responsable de su situación, en lugar de ser el resultado de un sistema económico, el neoliberal, que necesita agigantar perpetuamente la desigualdad para ser exitoso. Y ese es el trabajo que están haciendo desde hace tres décadas la derecha más escorada y la extrema derecha: embrollar el debate público para que se olvide que la economía y el mercado no son fenómenos naturales, sino que siguen una lógica que provoca el empobrecimiento de una mayoría en pos del enriquecimiento de una minoría. Esto desmiente uno de los pilares en los que se ha sustentado el sistema democrático liberal en las últimas décadas, la meritocracia.

Ese libro que estás a punto de empezar a leer es, sobre todo, un antídoto contra el cinismo:

El cinismo tiene una gran capacidad de expansión porque, al practicarse, se hace pedagogía de la indecencia y porque su objetivo es desterrar la idea y el horizonte del bien como virtud a la que aspirar.

Y una forma de entender que no es cierto que el miedo sea libre; el miedo ya tiene dueños, los mismos que poseen muchas de las cosas importantes, las mismas que deberían ser comunes y darnos alegrías, no terrores.

Ojalá.

BOB POP

Nota para la lectora, para el lector

Nota para la lectora, para el lector

A lo largo de las siguientes páginas encontrarán que uso tanto el masculino genérico como el femenino genérico, así como términos que nos incluyen a todas las personas como «ciudadanía» o «quienes». La razón es obvia: el lenguaje es una herramienta que nos permite representar el mundo y crear imaginarios, y aspiro a que mis palabras contribuyan a crear una sociedad en la que todas las personas tengamos derecho a ser nombradas y a proyectar unos imaginarios en los que todas tengamos derecho a participar desde nuestra identidad. Puesto que la lengua es puente para el conocimiento y la comprensión mutuas, nunca me cansaré de malearla y buscarle las vueltas para que, además de decir, cuide y respete.

Introducción

Introducción

Primero, el miedo.

Después, si no estás atento,

la crueldad lo invade todo.

ISABEL BONO

El día que dejamos de saber qué debíamos hacer y nos dijeron que la mejor opción era quedarnos en nuestra casa, ya no hubo manera de acallar nuestros miedos como sociedad. Poco a poco, el mundo empezó a pararse hasta que un 60 por ciento de la población del planeta quedó confinada, encerrada, aislada. En España, donde se decretó uno de los confinamientos más estrictos, ir al centro de las ciudades en los primeros días del estado de alarma nos trasladaba a una estampa postapocalíptica: apenas coches, apenas algún transeúnte; las calles vacías y sus pobladores más fieles, sentados acá y allá: las personas sin hogar, de repente, eran más visibles que nunca. Cuando menos testigos tenían, más atención atraían

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