Política para adultos

Mariano Rajoy

Fragmento

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Introducción

Para que una familia o una escuela o la misma sociedad funcionen, es imprescindible que alguien se resig­ne a hacer de adulto.

GREGORIO LURI

Escribió Lamartine que «la casualidad nos da lo que nunca se nos habría ocurrido pedir», y a mí no se me hubiera ocurrido escribir este libro sin un hecho tan fortuito y casual como fue que la periodista Sonsoles Ónega me llamase para pedirme una entrevista. Quería que participara en un programa especial que pretendía realizar a propósito del décimo aniversario del movimiento 15-M y deseaba contar con mi testimonio. Hasta ese momento ni se me había pasado por la cabeza que en este año 2021 se cumplía una década de aquel fenómeno acogido con tanto alborozo y tanta expectación por quienes veían en aquellas acampadas de la Puerta del Sol la ocasión de renovar la política española, supuestamente anquilosada por el bipartidismo. La propuesta de la periodista era reflexionar sobre lo que fue y significó aquel movimiento: cómo lo recordaba, cómo había evolucionado y qué quedaba de él diez años después de su irrupción estelar en nuestro sistema político.

El momento no podía ser más tentador para entrar en profundidad en el fenómeno, o acaso sería más adecuado decir que para hacerle la autopsia: Pablo Iglesias estaba a punto de saltar del Gobierno para intentar defender la super­vivencia de su partido en las elecciones autonómicas de Madrid, y el deterioro de su imagen pública era indiscutible y galopante. Su popularidad declinaba de manera acelerada como antes le había ocurrido a Albert Rivera, que abandonó la política por la debacle de su partido en las elecciones generales de noviembre de 2019. Iglesias y Rivera encarnaban el final inapelable de aquella «nueva política» que tanto entusiasmo había cosechado años antes. Ambos hicieron grandes carreras al rebufo de una ola de descontento e insatisfacción general y ambos creyeron que podrían sustituir a los viejos partidos mayoritarios afianzados a lo largo de nuestro casi medio siglo de historia democrática; sin embargo, sus estrellas políticas eran volátiles y se apagaron con la misma celeridad con la que prosperaron. A mi juicio, en el caso de Iglesias, con muchas y más fundadas razones que en el del líder de Ciudadanos. Esto es algo de lo que hablaré con más calma en este libro.

Pero este no es un libro sobre el 15-M. Inevitablemente, la reflexión sobre el 15-M y el movimiento de los indignados ha sido, en buena medida, el punto de partida. No es fácil sustraerse a la tentación de proceder a un pequeño ajuste de cuentas. Sin acritud y sin afán vindicativo, pero al menos con la satisfacción de comprobar que ni ellos eran tan buenos ni los demás éramos tan malos. Bien es verdad que para que esta circunstancia sea reconocida de forma general tuvieron que pasar algunos años.

Los protagonistas de aquel movimiento se proclamaron los apóstoles de la «democracia real» y los heraldos de la renovación de nuestro sistema político frente a unos presuntos vejestorios autoritarios que circulábamos por los pasillos del Congreso de los Diputados ajenos e insensibles a la realidad del país. Se pasaba por alto que no habíamos llegado al Parlamento por un misterioso y elitista dedo divino, sino por los votos de los ciudadanos y en una proporción muy superior a los recién llegados. Pero este importante detalle —el voto de los ciudadanos— se volvió irrelevante ante la emoción de la democracia deliberativa, el movimiento asambleario y todas las ocurrencias aparentemente regeneracionistas que tuvimos que tragarnos por aquel entonces. Tiempo habrá a lo largo de este libro de repasar dónde han ido a parar aquellas promesas de ejemplaridad y transparencia en la vida pública, porque este asunto concreto es uno de los que mejor reflejan la enorme distancia que separa las encendidas promesas de antaño de las decepcionantes realidades de hogaño.

En este asunto de la rectitud de la política, como en tantos otros, se nos brinda la oportunidad de analizar, con la perspectiva que nos ofrece el tiempo transcurrido, lo que supuso aquel movimiento y cuáles fueron sus resultados reales en la política española. El 15-M desapareció pronto, al igual que sucedió en otros países donde tuvieron lugar acampadas similares, pero sus efectos sobre nuestra arquitectura política y en el discurso público que se construyó a partir de entonces se han dejado sentir de forma muy intensa en la política española en los últimos años.

El origen de este libro está en esas primeras reflexiones, pero luego vinieron a sumarse muchas otras, y el proceso iniciado de manera casual fue adquiriendo vida propia hasta convertirse en lo que usted, generoso lector, tiene en sus manos. No podía ser de otro modo porque a poco que abramos el foco sobre estos diez años, lo que encontramos es una profunda transformación de la política en todo el mundo, a la que España no ha sido ajena. Después del 15-M vino la crisis del euro, aparecieron y desaparecieron varias veces Varoufakis y Beppe Grillo, luego todos los eurófobos de extrema derecha en Europa y los euroescépticos de la más diversa condición. Llegaron también el referéndum del Brexit y el shock que provocó su resultado, luego el ascenso y la caída de Donald Trump y, finalmente, una pandemia que, además de cobrarse millones de vidas y provocar una crisis económica de dimensiones históricas, ha acabado por desor­denar lo poco ordenado que quedaba en el panorama político y social. Difícilmente encontraremos una década con tantos y tan dramáticos cambios en nuestras vidas.

Hace diez años casi nadie hablaba del populismo, ni tampoco de la polarización. Hoy estos conceptos son obligados en cualquier texto político del mundo. Por supuesto, las derivas populistas poco tienen que ver con la irrupción de la pandemia, pero sí afectan y mucho a la manera en que los gobiernos y el conjunto de la sociedad nos hemos enfrentado a ella. No es lo mismo hacerlo desde el afán de consenso que desde la polarización, ni es lo mismo que las instituciones puedan contar con la confianza de los ciudadanos que enfrentarse a retos tan exigentes en medio del descrédito general. Una circunstancia tan desgraciada como una pandemia global u otro tipo de situación crítica pone a prueba todos los mecanismos de nuestro propio Estado democrático, de nuestra organización territorial y de las instituciones multilaterales. Lo que dictaría el sentido común es elevarse sobre la trifulca partidista de cada día para buscar un entendimiento que dé seguridad a los ciudadanos en un momento de dificultad máxima, pero son pocos los países que han conseguido hacerlo y España no se encuentra entre ellos.

La política debiera aportar certidumbre, sobre todo en momentos de zozobra. De ese convencimiento nace en parte el título de este libro. «Política para adultos» no significa política para mayores ni para viejos. Significa política hecha por personas responsables para ciudadanos igualmente responsa­bles, sea cual sea su edad. La madurez no es tanto una cuestión de años como de asunción de límites: los límites que nos pone la realidad, los que nos marcan las leyes y también los de nuestra propia contención.

El populismo, con sus falsedades y su polarización, nos aleja de esa condición de ciudadanos adultos porque nos promete un mundo sin límites y sin responsabilidad. Un mundo inexistente. Pero el daño que esa ficción produce e

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