La costilla rota de Adán

Carmina Serrano

Fragmento

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Introducción

Este libro va dirigido a las muchas personas, mujeres y hombres, que hemos padecido o seguimos padeciendo todo tipo de violencias: físicas, económicas, culturales, sociales y de género, que nos han generado sufrimientos psicológicos y problemas mentales. Existe un problema con estas violencias, pues, a pesar de que están presentes en nuestras vidas, no se perciben fácilmente porque se ejercen en su mayoría de forma sutil y silenciosa. Ocurre como con la radioactividad: nos causa profundos daños, pero no la percibimos a simple vista. El objetivo de este libro es sacar a la luz estas violencias, describir la manera en la que operan, analizar los efectos que producen en nuestras vidas y en nuestra salud, y buscar procedimientos para protegernos y escapar de ellas.

Llevo más de cuarenta años trabajando como psicoanalista y psicoterapeuta, y a lo largo de este tiempo he ido aprendiendo muchas cosas sobre el sufrimiento psicológico y las enfermedades mentales. Y he podido darme cuenta de que las enfermedades mentales y el profundo malestar psicológico que las acompaña no surgen porque sí ni se deben exclusivamente a factores genéticos, como muy frecuentemente nos hacen creer. Las enfermedades mentales son fenómenos muy complejos generados por una multiplicidad de factores: biológicos, culturales y sociales, factores que se encuentran absolutamente entremezclados, pues cualquier cambio en uno de ellos modifica a los demás y también al estado de salud y de bienestar. Por ejemplo, como iremos viendo a lo largo del libro, la violencia en general y la violencia de género en particular son factores importantísimos para comprender el sufrimiento humano.

Si alguien está sufriendo y su dolor va acompañado de una enfermedad mental, para poder recuperarse necesita comprender la multiplicidad de causas que han originado su dolencia, qué tipo de tratamientos debe recibir y qué cambios deben producirse a nivel tanto individual como social. Los seres humanos no somos seres aislados, vivimos en continua conexión con los demás. El malestar psicológico no es solo un problema individual, sino que es en gran medida de carácter social. Este cambio de perspectiva de lo individual a lo social y relacional es fundamental para comprender el sufrimiento humano y buscar el camino de la superación.

Estos saberes que quiero compartir los he adquirido en gran medida gracias al trabajo que he realizado con mis pacientes, con los que me siento en deuda. El vínculo terapéutico que han mantenido conmigo y la confianza que depositaron en mí me ha permitido profundizar en las complejidades de la mente humana y encontrar algunas herramientas que pueden ser útiles para recuperarse. El objetivo fundamental de este libro es compartir estos conocimientos con todas aquellas personas interesadas en comprender la actividad de la mente humana.

Una de las muchas maneras en las que se ejercen dichas violencias es a través de la cultura y del conocimiento; las teorías con las que nos explicamos el mundo, la vida, la naturaleza humana y las enfermedades mentales resultan muy insuficientes. Nos hemos acostumbrado a pensar de manera simplista, fragmentada y disociada, a fijar nuestra atención en aspectos parciales, y a olvidarnos de los demás. El propio pensamiento científico adolece de este problema: cada disciplina científica —biología, medicina, psiquiatría, psicología, sociología, economía, política, por citar algunas— estudia aspectos muy específicos de la realidad. Cada una ha desarrollado un amplio campo de conocimiento, pero se olvida de que los seres humanos somos seres muy complejos, interconectados con el entorno y en un estado de cambio y modificación constantes, conformados por una multiplicidad de subsistemas que interactúan entre sí, afectándose unos a otros. Cuando se producen modificaciones en uno de ellos se generan cambios en los demás y en la totalidad del ser, incluyendo el estado de salud. La pandemia ha dejado clara la capacidad de un pequeño virus para producir daños profundos en nuestra salud y en nuestra sociedad.

Para que se pueda percibir con mayor claridad las consecuencias del conocimiento fragmentado voy a poner un ejemplo, el cuento de los seis sabios ciegos. En este milenario cuento hindú narra la historia de seis sabios ciegos que cada día se reunían para compartir su sabiduría. Un día se encontraron con un elefante, un animal desconocido para ellos, y cada uno se acercó a él desde un lugar diferente y trató de comprender cómo era. El que tocó los colmillos consideró que el animal era como una lanza, el que palpó la trompa pensó que era muy parecido a una serpiente, el que se acercó a la pata creyó que era muy similar al tronco de un árbol, el que acarició su costado juzgó que era como una pared de barro, el que se detuvo en la oreja estimó que se parecía a un abanico y el que se topó con la cola consideró que era muy similar a una cuerda. Cada uno de ellos imaginó que lo que él había percibido y pensado era la verdadera forma del elefante y que sus compañeros estaban equivocados. Y este es uno de los problemas de nuestra manera de percibir la realidad, conocemos una pequeña parte y consideramos que esa es la totalidad. Todos los sabios tenían parte de razón, ya que todas las formas que habían experimentado eran ciertas, pero sin duda a su vez estaban equivocados respecto a la imagen global del elefante.

El cuento nos muestra cómo las experiencias de cada cual nos ayudan a percibir partes de la realidad, pero nos impiden ver la totalidad de lo real. Es importante asumir que nuestro conocimiento es limitado y que a veces nos puede llevar a tener ideas equivocadas. Nuestra forma de comprender el mundo, a nosotrxs mismxs y a las enfermedades mentales que padecemos también está llena de lagunas y limitaciones. Se puede rebatirme diciendo que sí es posible verlo. Sin embargo, aunque la vista nos permite tener una visión más completa de las formas externas, no podemos captar los cambios sutiles que se producen en nuestro interior, suscitados por una multiplicidad de factores biológicos, culturales, sociales y psicológicos. Estas transformaciones no se observan a simple vista, el microscopio electrónico permite captar algunas de estas transformaciones; al coronavirus que produce el covid-19, por ejemplo, no se le ve, y lxs que han padecido la enfermedad han podido saber a qué se debía su malestar porque los medios, apoyándose en la investigación realizada por personas expertas, han informado de su existencia y los daños que produce. Estos últimos no se limitan a los problemas orgánicos, sino que también han originado profundos daños en la economía y en la salud mental de las personas. Esto pone en evidencia que, aunque la economía, la salud y la enfermedad mental se estudien de forma disociada, existe una interconexión entre todos esos campos, aunque no la percibamos.

Algo similar ocurre con la violencia de género: es un virus tanto o más dañino que el covid-19 pero como no se percibe a simple vista, no captamos los daños que produce en la cultura, la economía y la salud. Solemos creer que la violencia resulta fácilmente identificable, y claro que existe una que lo es, la violencia física, pero conviven también otros tipos: cultural, económica, política, de género, emocional, sexual, publicitaria, periodística, cinematográfica, pornográfica, vicaria, por citar algunas que no se ven de una ojeada porque nos hemos acostumb

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