Prólogo de Carles Puigdemont
130.º presidente de la Generalitat de Catalunya
El prólogo de este libro debería llevar por título general una nota que dijera «Aviso al lector» a modo de advertencia que sugiriera, aun antes de empezar a leerlo, de qué tipo de material está hecho y en qué circunstancias está escrito. Me gustaría que antes de sumergirse en un fragmento, en una fecha o en una referencia que llame mucho la atención, el lector empezara leyendo esta reflexión sobre un trabajo que es el resultado de un esfuerzo que viene de lejos y que se ha visto alterado al mismo tiempo que los acontecimientos alteraban al país y nuestra vida.
Lo más sencillo y cómodo habría sido no escribir este libro. Durante bastante tiempo he barajado la posibilidad de guardarlo en un cajón cuya llave heredasen generaciones futuras menos implicadas directamente en la gestación e inicio del proceso de independencia de Cataluña, pues pensaba que la mirada que había que proyectar sobre esta etapa de nuestra historia debía estar desprovista de vínculos directos de tipo partidista, político y también emocional. Las implicaciones directas siempre son un inconveniente a la hora de abordar explicaciones que, aunque nunca puedan ser del todo neutrales, aspiren a ofrecer una aproximación plausible a la verdad. Pensaba que era necesaria una perspectiva temporal que nos ayudara a reducir la importancia de lo circunstancial, lo anecdótico, lo particular de nuestra vivencia histórica —de aquello que nos envuelve a menudo como una primera piel—, y contribuyera a centrarnos en lo más trascendente, relevante y general.
No ha sido un ejercicio pacífico del cual se pueda salir con una conclusión limpia y bien cincelada que resuelva las dudas y los temores. Teniendo en cuenta el tema que nos proponíamos abordar, quizá no podía ser de otro modo; tampoco era posible resolver de manera nítida e incontrovertible las dudas y temores propios de un proceso como el nuestro. He tenido que resolver las contradicciones no derrotándolas, sino privilegiando el interés superior por encima de los temores o las inclinaciones más particulares, y el resultado es, inevitablemente, incómodo y complejo.
Si he decidido publicarlo es porque he creído que su contenido podría ser útil no solo para entender mejor el pasado y el presente, sino, especialmente, para prepararnos para el futuro. En el futuro reconocimiento internacional de la república catalana habrá un momento fundacional, que sin duda será el referéndum del 1 de octubre y la declaración de independencia. Las primeras veces en las que me referí al proceso de independencia como president de la Generalitat, señalé siempre que no existía un botón que, con solo pulsarlo, apareciera instantáneamente la república. Es un proceso de construcción que se alarga en el tiempo y que requiere mucha perseverancia, paciencia y persistencia, sobre todo cuando llegan los inevitables momentos de dificultad. Pero es un proceso que ya ha empezado y no tiene marcha atrás, y este libro intenta documentarlo desde una mirada circunstancialmente privilegiada.
No obstante, que sea útil y positivo no significa que esté libre de algunas amarguras que todos habríamos querido ahorrarnos: no es un relato blanco, ni conformista ni falto de autocrítica. A causa de la metodología que propuso Xevi Xirgo desde el inicio de mi presidencia, es un relato narrado en algunos momentos de viva voz, como una narración casi en directo.
Por eso he pensado que a este libro le vendría bien un manual de instrucciones. Debe entenderse y aceptarse en su conjunto. Extraer un fragmento, una frase, un pensamiento o una decisión y aislarlos de su contexto político y temporal conducirá con toda seguridad a un serio error que se alejará totalmente de nuestra intención al escribirlo y publicarlo. Manipular su contenido es fácil y puede utilizarse para dividir y enfrentar, aunque eso solo puede hacerse desde la mala fe y un concepto muy perverso de la legitimidad para derrotar al adversario.
Este libro nace de la necesidad de explicar y explicarme. Su publicación surge de la necesidad de contrastar una determinada corriente narrativa que algunos, cometiendo una grave irresponsabilidad que solo puede entenderse por esa mirada perversa a la que acabo de referirme, han intentado imponer desde los días de octubre de 2017. Tal vez por eso habrá quien se sorprenda, pero no porque ciertas cosas no las haya contado antes, sino porque la fuerza arrolladora del dominio sobre la construcción del relato las ha hecho caer en el olvido, las ha vuelto invisibles... y algunos se han encargado de sustituirlas por cosas fáciles de ingerir: buenos y malos, responsables e irresponsables, moderados y radicales, valientes y cobardes, dar la cara o huir, sensatos e insensatos, etc., etc., etc. Algunos ilustres obreros de la narrativa han puesto la pluma y los micros al servicio de esa ingeniería. No importa: la batalla por el relato a corto plazo ha sido, para mí, una batalla que siempre he considerado perdida; era imposible enfrentarse al tsunami ofensivo que me ha llegado de dentro y de fuera. Por eso he actuado siempre con mirada larga, a medio y largo plazo; no me he dedicado a responder uno por uno a todos los ataques que he recibido y recibo. Dije que me explicaría después de la sentencia de nuestros líderes y compañeros injustamente encarcelados porque en modo alguno quería que nada interfiriera en las estrategias de su defensa. No quería ni tampoco quiero echar cuentas ni vengarme de nadie, como falsamente han difundido y publicado algunos para condicionar negativamente lo que comparto con vosotros a través de este trabajo. Mirada larga y serenidad, aunque las provocaciones no han escaseado.
Cuando baje la efervescencia, cuando el edificio del relato impuesto empiece a presentar señales de fatiga y una parte de la gente que lo ha comprado aplique aquello tan saludable para el pensamiento abierto y no sectario, el principio de la duda, buscará respuestas, algunas de las cuales las encontrará en este libro. Es lo que he procurado. No están todas las respuestas a todas las preguntas; muchos pasajes se han suprimido para no comprometer a personas que no se han visto involucradas en ningún proceso judicial y a las que no tengo ningún propósito de señalar. Pero se hará una idea mucho más completa que se complementa con otros trabajos que también se han propuesto aproximarse a la realidad de los hechos.
Este es un libro que resiste mal la fragmentación —dejadme parafrasear una vez más a Aurora Bertrana: no lo condenéis sin leerlo— y la velocidad. Debe leerse, si se me permite la sugerencia, de manera reposada y con el cerebro algo más distanciado del papel de lo que pueden alejarse los ojos. Y también es un libro cuyo final se escribirá en condiciones muy diferentes de aquellas en las que lo empezamos y, seguramente, con autores también diferentes.
Finalmente, estas páginas que leeréis, si tenéis la bondad de hacerlo, piden unas dosis de indulgencia y generosidad porque, pese a la honestidad y al sacrificio incuestionable de todos, en algunos pasajes de esta historia no quedamos bien. Yo tampoco, por supuesto.
Enero de 2020
El maestro y el escorpión
Un maestro oriental vio un escorpión que estaba ahogándose y decidió salvarlo. Cuando lo cogió para sacarlo del agua, el escorpión le picó. El maestro sintió una punzada de dolor y lo soltó. El animal volvió a caer al agua y comenzó a ahogarse de nuevo. El maestro intentó sacarlo otra vez, y el escorpión volvió a picarle. Alguien que lo había observado todo se acercó al maestro y le dijo: «¡Perdone... pero es usted muy testarudo! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua le volverá a picar?». El maestro le respondió: «La naturaleza del escorpión es picar, pero eso no hará cambiar la mía, que es ayudar». Dicho lo cual, valiéndose de una hoja, sacó al escorpión del agua y le salvó la vida. No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño, pero toma precauciones.
Prólogo de Xevi Xirgo
El libro que el lector tiene en sus manos (y también su segunda parte, que se publicará en unas semanas) es fruto de los más de sesenta encuentros —algunos de ellos en situaciones bastante rocambolescas— que he mantenido a lo largo de los últimos cuatro años con el president Puigdemont. Cuando hacía ya un mes que era president de la Generalitat (y acababa de salir al mercado una decena de libros intentando explicar quién era), consciente de que la suya no sería una legislatura normal, pensé que lo más interesante de su biografía sería lo que ocurriría a partir de ese momento. Por eso le propuse que nos viéramos periódicamente para hablar tranquilamente, ver qué pasaba en cada momento, tomar notas y dejar constancia escrita de todo ello en este texto que ahora ve la luz en forma de dietario.
Siempre le estaré agradecido. Porque me dijo que sí, y porque nunca, por más complicadas que fueran las circunstancias, me ha negado ninguna conversación, por incómoda que fuera y por incómodas que resultaran las preguntas, algunas de las cuales entraban en el terreno personal más que en el político. Nos hemos reunido en el Palau, en la Casa dels Canonges, en su casa, en áreas de servicio de autopistas o aprovechando trayectos en coche. Lo que no hubiera imaginado nunca es que tuviéramos que vernos en hoteles y apartamentos de Bélgica o de Alemania, ni, obviamente, en la prisión de Neumünster; tampoco que la vida se nos complicaría tanto a todos, especialmente a él y a su familia.
El contenido de los libros (me resulta incómodo ser yo quien lo dice) tiene mucho valor, ya que no retrata hechos (muchos de ellos ya se han explicado en otros libros o están en las hemerotecas de los periódicos), sino, sobre todo, las vivencias personales de quien ha sido president de la Generalitat. No está todo, porque, de ser así, en lugar de dos volúmenes habría salido una enciclopedia; y hay un montón de actividades y reuniones de su agenda como president que no aparecen reflejadas, puede que el lector eche en falta algunas de ellas. Están, en todo caso, aquellas a las que él daba más relevancia y sobre las que hablamos.
Es importante que el lector tenga presente cómo está elaborado este texto; esto es, a partir casi exclusivamente de grabaciones de la voz del president. Los hechos se narran tal y como él me los contó en su momento, y solo en alguna ocasión —como comprobará el lector— he creído que era imprescindible recurrir a otras fuentes. He disimulado todo lo que he podido mi presencia mientras conversábamos: él se explicaba y yo le hacía preguntas, y si en alguno de los hechos aparezco directamente, lo he mantenido porque no hacerlo podía no ser honesto.
El libro sintetiza todo lo que grabamos. Como resulta evidente, no podía reproducir las conversaciones enteras porque el texto sería infinito. Espero haber sabido respetarlo, y, a la postre, él lo ha revisado y no solo no me ha enmendado la plana, sino que incluso me ha confesado, algo trastornado, la desazón de reconocerse claramente en él. Siempre que he podido he utilizado frases literales suyas, que aparecen entrecomilladas. También cuando él me relataba un diálogo que había mantenido con terceros lo he transcrito punto por punto. Algunas de sus opiniones, como podrá comprobarse, se matizan o se reafirman con el paso del tiempo. Mi tarea ha consistido en ser una esponja con voluntad notarial, retratando, siempre que me ha sido posible, no solo al president de la Generalitat, sino también a Carles Puigdemont como persona a quien un buen día, cuando vivía feliz como alcalde de Girona, se le trastocó para siempre la vida tras una llamada del president Artur Mas.
En este libro no está todo. Faltan aquellos hechos o conversaciones que el sentido común, la prudencia, la oportunidad o las advertencias de los abogados han aconsejado dejar para más adelante. Confío en poder publicarlo todo dentro de unos años.
Esa es la razón por la que en esta edición el lector encontrará algunos pasajes (en algunas ocasiones párrafos enteros y en otras simplemente nombres) tachados en negro. Es también una forma de que, al leerlo, no olvidemos las circunstancias que vive el país y en las que se ha escrito el libro.
He dicho que con el president Puigdemont nos hemos reunido en numerosas ocasiones a lo largo de estos años, y que he redactado este dietario prácticamente en directo, en el momento en que sucedían los hechos, con un desfase de solo unas semanas, y cuando su memoria de lo vivido era reciente. Pero también es cierto que, por circunstancias personales y porque los acontecimientos así lo aconsejaron, interrumpimos estas conversaciones (que no los encuentros) durante varios meses de 2018. De ahí que en el libro, como en la propia vida del president, haya dos partes claramente diferenciadas: la etapa del govern y la etapa del exilio. Una se recoge sobre todo en el primer volumen; la otra, en el segundo. El relato de este segundo período contiene menos detalles sobre los hechos explicados por él, y en algún momento de estos años de exilio el dietario cambia a menudo de estilo y se convierte en un diálogo entre él y yo, en una entrevista camuflada, más que en un relato de los acontecimientos: hay, sin embargo, en esos fragmentos más profundidad y más reflexión, como comprobará el lector en el segundo volumen. Me ha parecido que era importante incorporarlos, aunque también quería que el formato de dietario se alterara lo mínimo posible. De este modo ha quedado constancia no solo de algunos hechos, sino también del momento exacto en que mantuvimos algunas conversaciones que adquieren un tono de confesión.
Escribir este relato ha sido un privilegio. Porque me ha permitido no solo vivir en directo muchos de los hechos trascendentales de la historia reciente de este país, sino también hablar de ellos con sinceridad con su principal protagonista. Puigdemont —no quiero dejar de decirlo— se ha sentido a menudo incomprendido, y en algunas ocasiones decepcionado y solo. Pero es un hombre de convicciones firmes. Ha sido coherente con lo que ha perseguido desde siempre, que no es más que conseguir la independencia de su país de manera pacífica, democráticamente. Son el Estado, y Europa en algunas ocasiones, los que le han fallado. Pero también