Yūshūdō. El camino de la excelencia

Antonio Liu Yang

Fragmento

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Prólogo

Enfundados en sus hakamas, con sus sables de madera preparados para la instrucción en el dojō, los jóvenes aspirantes a samuráis esperaban la lección del senséi.

El maestro alzó la voz y preguntó a sus alumnos:

—Al enfrentarse dos samuráis, ¿cuándo ganan?

Los alumnos se tomaron unos segundos para reflexionar.

El aprendiz más impulsivo contestó que ganaría el que desenvainara primero, enfatizando la importancia de la iniciativa en la acción.

El más aplicado respondió que ganaría aquel que manejara con más habilidad la técnica de la espada, realzando la capacidad de reacción ante un ataque del enemigo.

El más vehemente manifestó que no se trataba de velocidad ni de técnica, ganaría aquel que sobreviviera, es decir, el que echara a correr primero.

El senséi aguardó unos instantes en silencio. Los aprendices lo miraban expectantes, como si esperaran un premio en forma de palabras de su maestro. Este los miró uno a uno fijamente a los ojos y dijo:

—Ganan los dos cuando ninguno desenvaina.

El verdadero guerrero es invencible porque no lucha con nadie. Vencer significa derrotar la idea de disputa que albergamos en nuestra mente.

Yo bien podría haber sido cualquiera de estos alumnos cuando me decidí a intentar que me formaran en la Tenshin Shoden Katori Shinto Ryu Sugawara Ha. Esa fue la lección que me dio mi maestro al entrar en el dojō por primera vez, y nunca se me olvidará.

Buscaba, en los tiempos convulsos de la pandemia, un arte marcial que me ayudara a conectar con mi propio yo, y lo que terminé encontrando fue una filosofía y un modo de vida: el bushido.

Si bien es cierto que la implantación del código ético de los samuráis, el «camino del guerrero», respondió a una ausencia de valores (antes de ese código ético los samuráis disfrutaban de una especie de derecho de «primer corte», esto es, podían usar la katana recién estrenada con quien quisieran), es curioso que los japoneses se han regido por valores que, desde mi punto de vista, resultan básicos en la sociedad actual.

La razón principal por la que me permito el honor de alabar este libro es porque el autor y servidor compartimos un código moral, pero, sobre todo, compartimos algo que es tan difícil de enseñar como de aprender, algo que se tiene o no se tiene, algo que te mueve o no te mueve, algo que te inspira o no te inspira: la pasión.

Recuerdo que Antonio, en mitad de la grabación de un programa de televisión, se acercó a mí reconociendo símbolos que llevo tatuados y que, a través de las pocas imágenes que tengo en mis redes sociales, supo ver que yo vivía bajo un código muy parecido a lo que él trata de transmitir.

Ahí entendí que estábamos ¿condenados? a entendernos, porque él tenía la voluntad y la pasión de ensalzar lo que yo transmitía, pero a la vez deseaba fervorosamente contarme lo que estaba a punto de regalar a nuestra sociedad.

Sí, créeme, lector: lo que tienes en tus manos es un regalo. Plena dedicación de tiempo, entrega de pasión y una recopilación oriental tan bien interpretada y expuesta que te costará dejar de leer.

No se trata de un manual escolar para que aprendas acerca del conjunto de filosofías asiáticas milenarias. Este es un compendio de pensamientos para que, con total autonomía, decidas crear los tuyos desde el sentido común y la experiencia que Antonio pone en tus manos.

Hay un proverbio samurái que dice: «Tal vez solo necesites tu espada una vez en la vida, pero debes llevarla siempre».

Quizá tu espada sea este libro. Quizá sea el camino en mitad de la lluvia. Pero la lluvia solo es un problema para aquellos que no quieren mojarse. Y el viaje más largo comienza con un solo paso.

Si tu primer paso ha sido leer este libro, te has hecho un regalo inolvidable.

Arigatou gozaimasu, Antonio.

CHRISTIAN GÁLVEZ

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Nota del autor

Nuestro yuan fen te ha traído

hasta aquí

Antes que nada, voy a presentarme. Me llamo Antonio Liu Yang y llevo más de treinta años viviendo y trabajando entre Asia y Europa. Nací en Beijing y emigré a España en los años noventa.

Soy abogado, consultor JEDI (justicia, equidad, diversidad e inclusión), facilitador intercultural y emprendedor multisectorial. A lo largo de mi carrera he pasado por sectores muy diversos: he sido director de las China desks de varios despachos de abogados, proveedor de servicios de los departamentos de internacionalización de instituciones públicas, formador intercultural de grandes multinacionales y profesor invitado en una decena de másteres relacionados con Asia; he viajado por toda España llevando grupos de turistas chinos, y también he pasado por el mundo futbolístico. Quizá mi actividad laboral te parezca muy dispersa, pero, si la analizas con atención, verás que todos mis trabajos tienen un elemento en común: conectar Asia y Europa, Oriente y Occidente; de ahí que me considere facilitador intercultural. ¿Por qué te resumo mi currículum en la primera página del libro? No, no es por ego; seguramente tú has hecho cosas que yo jamás podría hacer. Escribo esto porque he logrado sacar adelante todos estos proyectos gracias a que, en muchas ocasiones, he aplicado la información que me dispongo a compartir contigo en estas páginas: la sabiduría oriental para mejorar el cuerpo, el alma y la mente.

Ahora que ya tenemos algo más de confianza, quiero darte las gracias por abrir este libro. Ya has hecho lo más importante, que es empezar a hojearlo (sí, hojear con hache, pasar las hojas y leer frases al azar), y, si consigo convencerte en dos o tres líneas, es probable que decidas leerlo e incluso que apliques la sabiduría oriental a tu vida cotidiana. ¡Empecemos!

Tranquilo, no te voy a soltar un elevator pitch de tres minutos para que te compres el libro. Si estás leyendo esto es que entre tú y yo hay yuan fen (缘分). Sí, la primera de muchas palabras que te «sonarán a chino», pero no te agobies, es más sencillo de lo que piensas. El yuan fen es un concepto en el que los chinos creemos mucho: pensamos que todo pasa por alguna razón, que no existen casualidades, sino causalidades. ¿Será el destino lo que te ha llevado a este libro? Quizá no estabas buscando nada en concreto, pero el síndrome de tsundoku (積ん読), concepto japonés de ir comprando libros interesantes con intención de leerlos después y acabar con una pila enorme de libros pendientes, te

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