Conversaciones con Dios II

Neale Donald Walsch

Fragmento

Título

pleca
AGRADECIMIENTOS

Siempre quiero poner al principio de mi lista de agradecimientos a Eso Que Es Todas Las Cosas y la Fuente de todas las cosas, incluyendo este libro. Algunos de ustedes eligen llamarlo Dios, como yo, pero no importa qué nombre le den a La Fuente. Fue, es y siempre será La Fuente Eterna.

En segundo lugar, quiero mencionar que tuve unos padres maravillosos y a través de ellos fluyeron la fuente de vida que es Dios y tantas de las más importantes remembranzas en mi vida. Juntos, mi mamá y mi papá fueron un equipo fantástico. No todos los que los vieron desde afuera estarían de acuerdo, pero ambos lo tenían muy claro. Se llamaban entre ellos “Peste” y “Veneno”. Mi mamá decía que papá era una “peste” y mi papá decía que mamá era un “veneno” que no podía resistir.

Mi madre, Anne, fue una persona extraordinaria, una mujer de infinita compasión, de profunda comprensión, de un perdón silencioso e interminable, de una generosidad aparentemente ilimitada, de una paciencia constante, de una sabiduría dulce y de una fe imperturbable en Dios, tan fuerte que, momentos antes de su muerte, el sacerdote joven, recién ordenado, que le había administrado la extremaunción de la Iglesia Católica Romana (y estaba claramente nervioso), se acercó a mí lleno de admiración. “Por Dios”, murmuró, “ella me estaba reconfortando a mí”.

El más grande tributo para mi madre fue decir que no me sorprendió.

Mi padre, Alex, tenía pocas de las gracias de seres más gentiles. Él era tempestuoso, arisco, podía ser vergonzosamente desagradable y hay quienes dicen que solía ser cruel, particularmente con mi madre. No estoy dispuesto a juzgarlo por eso (ni por otra cosa). Mi madre se rehusó a juzgarlo o condenarlo (al contrario, lo alabó incluso con sus últimas palabras), y no puedo imaginar cómo es que me serviría ignorar su claro ejemplo, quedándome por debajo de él.

Además, mi papá tenía un montón de características enormemente positivas, las cuales mi madre nunca perdió de vista. Incluían una inamovible creencia en la indomabilidad del espíritu humano y una profunda claridad en que no se logra cambiar las condiciones que necesitan modificarse sólo quejándose, sino con liderazgo. Me enseñó que yo podía hacer cualquier cosa que me propusiera. Fue un hombre del que su mujer y su familia pudo depender y dependió hasta el último momento. Fue una absoluta personificación de la lealtad, de nunca mirar los toros desde la barrera, sino de siempre tomar una postura, de rehusarse a aceptar un “no” por respuesta por parte de un mundo que venció a tantos otros. Su mantra frente a los eventos más apabullantes era, “No hay más que decir”. Yo usé ese mantra en cada momento difícil de mi vida. Funcionó cada vez.

El mayor tributo para mi padre es decir que no me sorprendió.

Entre los dos, me sentí retado y dentro de un lugar de suprema confianza en mí mismo, así como de un amor incondicional por todos los demás. ¡Qué combinación!

En mi libro anterior agradecí a algunos de los miembros de mi familia y de mi círculo de amigos, quienes hicieron una enorme contribución a mi vida y todavía lo hacen. Ahora quiero incluir a dos personas especiales que llegaron a mi vida después de que se escribiera el primer tomo, y que han tenido un impacto extraordinario en mí:

El doctor Leo Bush y la señora Letha Bush… quienes me demostraron con su vida diaria que las recompensas más grandes de la vida se encuentran en los momentos de solidaridad desinteresada con la familia y los seres queridos, de preocupación por los amigos, de bondad hacia los necesitados, de hospitalidad hacia todos y de una fe y un amor inquebrantables el uno para el otro. Me han enseñado e inspirado profundamente.

También quiero agradecer en este espacio a algunos de mis otros Maestros, ángeles especiales que me envió Dios para darme un mensaje particular, que ahora tengo claro que era importante que escuchara. Algunos me conmovieron personalmente, algunos a distancia y algunos desde un punto en la Matrix tan distante que ni siquiera saben que existo (a un nivel consciente). Aun así, recibí su energía aquí, en mi alma. En esta vida en particular, he sido dotado y beneficiado por estos seres:

Dolly Parton… cuya música, sonrisa y personalidad han bendecido a una nación, además de alegrar mi corazón muchas veces, incluso cuando estaba roto y yo estaba seguro de que nunca más se alegraría. Ése es un tipo de magia especial.

Terry Cole-Whittaker… cuyo ingenio, sabiduría, percepción, alegría por vivir y absoluta honestidad han estado ahí para mí como un ejemplo y un estándar desde el día que la conocí. Miles han sido engrandecidos, mejorados y animados por ella.

Neil Diamond… quien ha alcanzado el fondo de su alma por su arte, y así ha llegado al fondo de la mía y tocado el alma de toda una generación. Su talento y la generosidad emocional con que lo ha compartido son monumentales.

Thea Alexander… quien, a través de su escritura, se ha atrevido a despertarme a la posibilidad de expresar los afectos humanos sin límites, sin ser hiriente, sin propósitos escondidos, sin celos amargos y sin necesidad o expectativas. Ha reavivado en el mundo el espíritu inquieto del amor sin límites y de nuestro deseo más natural de celebración sexual, volviéndolo maravilloso, hermoso e inocentemente puro de nuevo.

Robert Rimmer… quien ha hecho exactamente lo mismo.

Warren Spahn… quien me enseñó que alcanzar la excelencia en cualquier área de la vida significa establecer los estándares más elevados y rehusarse a caer de ellos; exigiendo lo máximo de uno mismo, aun cuando el aceptar lo mínimo, difícilmente se note (tal vez, especialmente entonces). Un héroe deportivo de primer nivel, un héroe bajo fuego en el campo de batalla y un héroe en la vida que nunca ha dudado de su compromiso para sobresalir, sin importar cuánto trabajo le cueste hacerlo.

Jimmy Carter… quien valientemente insiste en jugar a la política internacional no jugando a la política, sino hablando desde el corazón y desde lo que sabe que es correcto bajo la Ley Principal. Es una brisa de aire tan fresco, que este mundo viciado casi no ha sabido qué hacer con él.

Shirley MacLaine… quien ha demostrado que el intelecto y el entretenimiento no se excluyen mutuamente, que podemos levantarnos sobre la base y lo banal y el común denominador más bajo. Ella insiste en que podemos hablar de cosas más grandes, así como de pequeñas; de cosas más pesadas, así como de ligeras; de cosas más profundas, así como vanas. Lucha por elevar el nivel de nuestro discurso, y con ello de nuestra conciencia; por utilizar constructivamente su enorme influencia en el mercado de las ideas.

Oprah Winfrey… quien está haciendo exactamente lo mismo.

Steven Spielberg… quien está haciendo exactamente lo mismo.

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