ÍNDICE
Portadilla
Índice
Advertencia
Dedicatoria
Introducción
Primera parte. El nada saludable trigo integral
Capítulo 1. ¿Qué barriga?
Capítulo 2. No son las magdalenas que hacía tu abuela: la creación del trigo moderno
Capítulo 3. El trigo deconstruido
Segunda parte. El trigo y la manera en que destruye la salud de los pies a la cabeza
Capítulo 4. Oye, tú, ¿quieres comprar unas pocas exorfinas? Las propiedades adictivas del trigo
Capítulo 5. Se te ve la barriga de trigo: la relación entre el trigo y la obesidad
Capítulo 6. Hola, intestino, soy yo, el trigo. El trigo y la enfermedad celiaca
Capítulo 7. El país de la diabetes: el trigo y la resistencia a la insulina
Capítulo 8. A disminuir el ácido: el trigo como el gran enemigo del pH
Capítulo 9. Cataratas, arrugas y jorobas: el trigo y el proceso de envejecimiento
Capítulo 10. Mis partículas son más grandes que las tuyas: el trigo y las enfermedades cardiacas
Capítulo 11. Todo está en tu mente: el trigo y el cerebro
Capítulo 12. Cara de bagel: el efecto destructivo del trigo en la piel
Tercera parte. Dile adiós al trigo
Capítulo 13. Adiós, trigo. Plantéate una vida sana, deliciosa y sin trigo
Epílogo
Apéndice A. En busca del trigo en todos los lugares equivocados
Apéndice B. Recetas saludables para perder la barriga de trigo
Agradecimientos
Notas
Sobre el autor
Créditos
ADVERTENCIA
Este libro ha sido pensado exclusivamente como texto de consulta, no como un manual médico. La información proporcionada te ayudará a tomar mejores decisiones sobre salud. No pretende reemplazar ningún tratamiento recetado por el médico. Si sospechas que tienes un problema de salud, te recomendamos que busques ayuda médica competente.
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Para Dawn, Bill, Lauren y Jacob,
mis compañeros en este viaje sin trigo
INTRODUCCIÓN
Si hojeas los álbumes de fotos de tus padres o de tus abuelos, es probable que te sorprenda lo delgado que parece todo el mundo. Las mujeres probablemente usaban vestidos talla 34 y los hombres tenían una 42 de cintura. El sobrepeso era algo que se medía en unos cuantos kilos; la obesidad era poco común. ¿Niños con sobrepeso? Casi nunca. ¿Cinturas de talla 52? Aquí no. ¿Adolescentes de 90 kilos? Claro que no.
¿Por qué las June Cleaver de las décadas de 1950 y 1960 —las amas de casa y la mayoría de la gente de esa época— eran mucho más delgadas que las personas que ahora vemos en la playa, en el centro comercial o en nuestro propio espejo? Mientras que en aquella época las mujeres por lo general pesaban entre 50 y 55 kilos y los hombres de 70 a 80 kilos, hoy cargamos con 20, 30 y hasta 90 kilos más.
Las mujeres de entonces no hacían mucho ejercicio, que digamos. (Se consideraba indecoroso, como tener pensamientos impuros en la iglesia). ¿Cuántas veces has visto a tu madre ponerse las zapatillas de deporte para salir a correr 5 kilómetros? Para mi madre, hacer ejercicio significaba pasar la aspiradora por las escaleras. En la actualidad, cuando hace un buen día, salgo y veo a docenas de mujeres corriendo, caminando, andando en bicicleta..., algo que prácticamente nunca veíamos hace 40 o 50 años. Sin embargo, cada año engordamos más y más.
Mi esposa es triatleta y entrenadora de triatlones, así que todos los años veo varios eventos de este duro deporte. Los triatletas entrenan intensamente durante meses o años antes de nadar entre 1,5 y 5 kilómetros en aguas abiertas, recorrer en bicicleta de 90 a 180 kilómetros y terminar corriendo de 20 a 42 kilómetros. El simple hecho de terminar la prueba es en sí mismo una hazaña, dado que requiere varios miles de calorías y una resistencia espectacular. La mayoría de los triatletas tienen hábitos alimentarios bastante saludables.
Entonces, ¿por qué una tercera parte de esos hombres y mujeres disciplinados presentan sobrepeso? Para mí tienen todavía más mérito porque deben cargar con esos 15, 20 o 25 kilos de más. Sin embargo, con ese nivel de actividad intensa y constante y con un programa de entrenamiento tan exigente, ¿cómo es que no logran perder peso?
Si seguimos la lógica convencional, los triatletas con sobrepeso necesitan hacer más ejercicio o comer menos para perder kilos. Pienso que esa es una idea francamente ridícula. En este libro voy a argumentar que el problema en la dieta de la mayoría de los norteamericanos no son la grasa y el azúcar, ni tampoco el surgimiento de I