Los secretos de un parto feliz

Fragmento

Prólogo

UN SUEÑO

Si tienes un sueño persistente... es bueno escucharlo con mucho cariño. Siempre tendrá cosas importantes que revelar. Mas no tengas prisa.

Y si sientes un deseo insoportable de contarlo, pon mucho cuidado. Muchos sueños no se realizaron porque los soñadores no supieron escoger a sus confidentes.

Hay confidentes que nunca soñaron. Son pocos los que saben entrar en el sueño del otro. No conocen los gestos, el lenguaje de los sueños. Los sueños nacen del corazón. Es otra cultura, no es de la cabeza. Es bueno averiguar si al posible confidente le gustan las estrellas. Si le gustan los niños, o siente placer jugando con ellos en el barro.

De lo contrario, no lo cuentes... realiza tu sueño.

Cuando Marta me pidió que escribiera el prólogo de este maravilloso libro, comencé a pensar qué tiene ella en común con todas estas personas a las que ha entrevistado, y qué comparten ellas entre sí. El poema de Dorli Signor me devolvió la respuesta: son personas que sueñan... y luchan por hacer realidad ese sueño. Algunos lo han contado, otros no lo pudieron compartir porque no tuvieron confidentes, quizá muchas fuimos castigadas por pensar diferente... pero todas y todos decidimos poner a nuestro modo un grano de arena para realizar nuestro sueño: ver un día a las madres y los bebés viviendo el nacimiento en libertad, contacto y amor, con los cuidados necesarios y la intimidad para vivenciarlo como un acto privado y familiar, seguro, vibrante, enriquecedor. Mujeres pariendo en libertad, con todo su poder, y bebés jamás separados de nuevo.

Es un sueño realmente poder leer las palabras de personas tan diferentes, unidas por un mismo objetivo, por un sueño. Que gestar, parir, nacer, amamantar con placer y dignidad ya no sea patrimonio de los hippies, de mujeres subversivas, del poder de unos o la habilidad o conocimiento de otros.

La aprobación de la Estrategia de Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad de España, por representantes de cada una de las comunidades autónomas en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, fue la materialización de este sueño, tras muchas reuniones y un largo y consensuado proceso en el que por primera vez en la historia nos sentábamos a dialogar y a construir juntos ginecólogos, matronas, políticos, gestores, mujeres, usuarias y usuarios de diferentes colectivos, y profesionales de tantas otras ramas del saber.

En este barco estamos todas y todos, aquellas y aquellos a quienes se pone nombre pero, sobre todo, tantas profesionales anónimas que trabajan en la callada penumbra del acompañar, en medio de la larga noche. Y cada cual ha regalado su generosa aportación a esta construcción colectiva, al desaprender los patrones ya caducos de atención y arte en el nacer: quienes desde hace décadas apostaron por una atención directa al proceso fisiológico desde la medicina y atención privada, en centros acogedores y familiares. Quienes han atendido a cientos de mujeres en su casa para un nacimiento en la intimidad con todas las garantías de seguridad. Quienes apostamos por permanecer dentro del sistema sanitario público en un intento de imaginar lo que parecía imposible hace años, cambiar las cosas desde dentro, mientras trabajar allí era a veces dejarse la piel entre contradicciones, desvelos y acusaciones. Quienes llegaron a ocupar puestos de poder y, desde ellos, no se vendieron, apostando por un mundo mejor donde nacer fuese la primera experiencia de salud y bienestar. Quienes decidieron no volver a permitir la violencia sobre sus cuerpos y sus vidas y las de sus bebés, y dedicaron días y noches en una lucha generosa, con las manos y el corazón siempre dispuestos a colaborar. Quienes, a partir de la aplicación de los programas de formación en la atención al parto normal, se han atrevido a desandar caminos, a abandonar parcelas de poder, a ponerse a disposición del bienestar y la salud de mujeres y bebés, de la futura humanidad.

Todos, a lo largo de un camino que a veces se llena de escollos, donde en ocasiones avanzar parecía retroceder, o donde el desgaste emocional era a veces un precio demasiado alto por conservar la integridad. Todos, sin dejar de creer en un sueño.

Para mí, colaborar con las mujeres y profesionales que desde el Observatorio de Salud de las Mujeres (OSM) han impulsado con toda su pasión este proyecto, ha sido un sueño apasionante; y coordinar su desarrollo, un reto en el que cada día me he sentido intensamente en deuda con todas las personas que se dejan la piel a diario, trabajando, pariendo, naciendo... y que en este libro han cedido generosamente sus testimonios.

Marta ha realizado un trabajo increíble plasmando en cada entrevista el lado más humano, comprometido y pasional de cada mujer, hombre, profesional... y, por otro lado, aportando mucha precisión al ilustrar la base científica que avala estas buenas prácticas que nos relatan sus protagonistas. Este libro es la mejor manera para entender el espíritu de cooperación que ha permitido impulsar este cambio imparable; Marta recoge en esta obra el testimonio de personas muy diversas, todas testigos y actores del cambio que permitirá a la humanidad no destruir ese primer abrazo al nacer.

PILAR DE LA CUEVA,

coordinadora científica de la

Estrategia de Salud Reproductiva del

Ministerio de Sanidad y Política Social.

Mujer, madre y ginecóloga.

INTRODUCCIÓN

La historia de Isabel o por qué es más seguro

respetar la fisiología del parto

Su nombre es Ana, pero también podría ser Raquel, Silvia o el de muchas de las otras mujeres que tendrán voz en este libro. Tiene 30 años y está embarazada de nueve meses. Empieza a sentir contracciones una noche, ya entrada la madrugada. Al ser primeriza, no sabe si son de parto. Se levanta, nerviosa, y llama al hospital. La comadrona de guardia la tranquiliza: «Es normal, no acuda hasta que éstas se repitan de forma regular, cada cinco minutos». Pero es difícil soportar un dolor desconocido con un cronómetro en la mano. Se sube al coche y se desplaza con su pareja al centro sanitario. Allí le indican que se tienda en una camilla y le colocan unas correas entorno al abdomen para monitorizar el ritmo cardíaco de su bebé: puede oír su latido acompasado. Todo está bien y la matrona le comunica que algunas contracciones son de parto, pero no todas. Sigue tumbada en la camilla. Le hacen un tacto vaginal y compr

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