Mapa para educar niños felices

Susanna Isern

Fragmento

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El porqué de un mapa para educar

Estábamos en primavera, hacía un día muy agradable y mi marido y yo salimos a pasear con nuestra hija pequeña. Era una de las contadas ocasiones en las que sus dos hermanos no nos acompañaban. Ella caminaba entre los dos, y nos cogía de la mano. Adoraba sentirse «la única» por un rato, estaba pletórica y derrochaba simpatía y cariño a partes iguales.

No recuerdo de qué estábamos hablando, pero en un momento dado, ella dijo:

—MAPA, ¿podemos ir a comer un helado?

—¿MAPA? —le pregunté, sorprendida.

—Sí, MAmá y PApá: MAPA —contestó sonriente.

Se había dirigido a los dos al mismo tiempo y, para ello, juntó las dos primeras sílabas de mamá y de papá, dando lugar a la palabra MAPA.

Una sonrisa enorme se dibujó, esta vez, en mi cara. Me pareció ingenioso por su parte, además de una preciosa coincidencia. ¡Nuestra hija nos había llamado MAPA! ¿Acaso no somos los padres un mapa para nuestros hijos? La luna en la noche, un faro que muestra la ruta correcta, un lazarillo que ejerce de guía… No importa si somos la madre y el padre, juntos o separados. O si viajamos uno solo o dos del mismo género. Nuestros hijos e hijas ponen fe ciega en ese mapa que nosotros trazamos día a día en su camino. Y, sin embargo, en muchas ocasiones, más que sentirnos un mapa estamos tan perdidos en su educación que los que necesitamos un mapa somos nosotros.

De ese paseo y de las ocurrencias de mi hija surgió la idea de crear un MAPA para educar. Un plano que, en un primer momento, quizá parezca un laberinto, una gran maraña de diferentes caminos, posibilidades y encrucijadas.

En este caso, vamos a imaginar un mapa de metro de una gran ciudad desconocida con cantidad de líneas, variedad de colores y muchas conexiones. Cuando nos encontremos delante de ese gran mapa, nos sentiremos desbordados, estresados, preocupados, incapaces… Sí, así es, educar no es fácil. Se trata de un largo viaje. Pero para eso tenemos un mapa, el mapa que iremos desgranando en este libro, y nos daremos cuenta de que no es tan enrevesado como parecía en un principio. Solo debemos montarnos en el metro e ir siguiendo las diferentes líneas, dependiendo de hacia dónde queramos viajar. Y detenernos en las paradas que decidamos, según lo que necesitemos.

En este mapa recojo mi formación como psicóloga, mi trayectoria de casi veinte años tratando con familias y niños, mi experiencia como madre de tres hijos y mis facetas de profesora de Psicología en la universidad y de escritora de libros infantiles, gran parte de ellos destinados a trabajar la educación emocional. Esto último es importante porque, desde que descubrí el poder de los cuentos y de las historias, se convirtieron en una de mis principales herramientas de trabajo a la hora de impartir terapia, tanto con niños como con adultos. No es casualidad que este viaje se halle repleto de historias: vivencias que he experimentado en primera persona, relatos basados en casos debidamente tratados para su uso, cuentos nuevos que he escrito para ti, fábulas que he seleccionado para educar en valores, metáforas que he creado al hilo de los temas que se tratan… En la línea 7, destinada a las herramientas, te hablaré con detalle del poder de los cuentos y entenderás por qué tienen un protagonismo tan especial.

El objetivo de este mapa no es otro que acompañar en un viaje donde impere el sentido común, el respeto y el amor por nuestros hijos y nuestras hijas; un recorrido en el que cabe el error, ya que podemos perdernos y volver hacia atrás y encontrar de nuevo el camino. Un trayecto donde cada uno halle su voz interior como educador, huyendo de los modelos de crianza anclados en el pasado, pero también de las modas y de aquellas «verdades absolutas» que señalan como errónea cualquier otra opción. Porque no existe un único camino, ni todos somos iguales, ni necesitamos lo mismo. Porque podemos equivocarnos o pensar diferente y eso no nos convierte en malos padres. Nuestro mapa mostrará un itinerario flexible recorriendo los puntos clave de la crianza sobre el cual cada uno podrá reflexionar, adquirir y/o trasformar lo que necesite, llegando a confeccionar un viaje a su medida y a la de sus hijos.

Y es que este es uno de los principales mensajes que quiero transmitirte: Encuentra tu camino[1].

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Los preparativos del viaje

La crianza es un gran viaje.

No te centres en el destino,

mejor disfruta del paisaje.

ENCUENTRA TU CAMINO

Para comenzar a calentar los motores, te voy a contar un pequeño cuento que he escrito especialmente pensando en este momento. Se titula «Un buen calzado de viaje», ya que algo imprescindible a la hora de llevar a cabo un largo viaje es hacerse con el calzado más adecuado.

Un buen calzado de viaje

Macarena estaba muy nerviosa por emprender aquel nuevo y desconocido viaje. Así que recibió con agrado los consejos que le daban aquellas personas que ya tenían experiencia en ese tipo de trayectos. Algo que tuvo muy claro desde el principio era que necesitaba un calzado cómodo y confortable para poder hacer frente a un itinerario tan largo e incierto.

Su amiga María le recomendó unos zapatos con cordones bien prietos para que estuvieran ajustados y que no se le cayeran; según ella, eran los mejores para ese viaje. A Macarena le gustaba que fueran unos zapatos ligeros, pero estaban hechos de un material muy duro, y unos cordones tan ceñidos le cortaban la circulación.

Carmen, la vecina de enfrente, le habló de unas botas rígidas que mantenían el tobillo bien sujeto. Sin embargo, enfundados en aquellas botas altas y pesadas, los pies de Macarena se sentían prisioneros, tenía el empeine dolorido y le salieron ampollas.

En un libro leyó que, sin duda, el mejor calzado consistía en unas sandalias abiertas para que respirara el pie y se sintiera libre. Pero con ellas Macarena se hacía heridas con las piedras del camino y se le helaban los pies cuando hacía frío.

Después de probar tantos tipos de calzado, Macarena se sentía perdida. Los zapatos que tan bien les funcionaban a los demás, a ella le resultaban incómodos y dolorosos.

Hasta que un día encontró a una anciana que tomaba el fresco a un lado del camino. Al ver a Macarena, le dijo:

—Con esos zapatos no creo que llegues a buen puerto.

—Me los ha recomendado mi prima. Dice que son fantásticos.

—Sí, pero a ti te están haciendo daño en el talón —dijo la anciana—. Por eso cojeas un poco y no vas a buen ritmo.

—He probado muchos tipos de zapatos y no encuentro ningunos que se ajusten a mí.

—¿Acaso tus pies son iguales a los de los demás? ¿Acaso el camino que debes recorrer es idéntico al de los otros? En tu viaje todo es distinto: tus pies, el terreno, las piedras con las que te vas encontrando en mitad del sendero, el paisaje, los fenómenos atmosféricos… Tienes que fabricar un calzado a tu medida, ade

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