La emoción de aprender

César Bona

Fragmento

cap-2

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ERES DIFERENTE

Piensa en algún personaje de una novela, una película o una serie. En la construcción de los personajes se tienen en cuenta características físicas (edad, apariencia, sexo...), psicológicas (personalidad, actitud, complejos, temperamento...) y sociales (profesión, cultura, religión, educación...). Todo personaje evoluciona a lo largo de la historia. En el transcurso del relato, este pasa por diversas situaciones que le hacen reaccionar de una manera u otra porque, claro, los personajes tienen emociones. Además, si es un buen personaje puede presentar una complejidad psicológica, mostrando rasgos contradictorios que lo dotan de más profundidad. Por ejemplo, puede ser un personaje amable con los extraños pero que en casa se muestra desagradable. Cada uno posee sus propias características, cada uno con sus inquietudes, sus sueños, sus preocupaciones o sus ilusiones. La lista de rasgos es casi interminable, infinita. Aun con esto, la realidad supera a la ficción. Piensa que en lugar de estar hablando de un personaje estás hablando de tu hija, o de los alumnos que tienes en el aula.

Alrededor de 7.450 millones de personas habitamos el planeta. Ninguno de esos seres humanos es igual a otro. Así es el ser humano, al que se ha definido como un ser individual cuando es, sobre todo, un ser social. No estamos solos, así que además de aceptarnos a nosotros mismos también se trata de cultivar una relación con los que nos rodean lo más cordial posible. La asertividad, la empatía, la compasión, el respeto mutuo son algunos de los ingredientes que aparecen sobre la mesa en nuestras relaciones, que parecen tener una importancia obvia, pero que hemos de aprender poco a poco, sin que nadie nos enseñe, a base de ensayo y error.

Y con todo, confieso que en los muchos años que pasé estudiando en la universidad, primero Filología y después Magisterio, o en el instituto o en la escuela, nunca nadie me enseñó a tratar con las diferencias. Y mucho menos me dieron herramientas para poder enseñar a otros. Cuando hablamos de las diferencias es importante que recordemos que el fin no es conseguir que todos sean iguales, porque va a ser un reto más que difícil. Se trata de entender esas diferencias y sacar partido de ellas. Te pongo unos ejemplos cortitos con dos pinceladas (no voy a hacer aquí una descripción amplia del caso) con preguntas que confío en que te inviten a reflexionar. No esperes que te dé las respuestas. Estas han de estar en nosotros, y hay tantos niños y niñas que necesitan que encontremos una respuesta adecuada:

Los niños con TDA (Trastorno por Déficit de Atención) presentan dificultades a la hora de centrar la atención, y a veces les falla la memoria selectiva. Así, cuando parece que está pensando en otra cosa mientras tú le hablas, no es que no quiera prestarte atención, sino que presta atención a otras cosas porque le cuesta focalizar en lo que tú quieres que focalice. ¿Merece un castigo por eso? ¿Piensas que pasa de ti? ¿Cómo has de actuar? Una niña con hiperactividad puede presentar dificultades a nivel social, en las relaciones con los demás. Puede que se mueva mucho, le cueste permanecer sentada mucho rato. Puede que, a veces, diga cosas sin pensarlas, como si no tuviera filtro por esa impulsividad, y eso genere conflicto. A nivel académico también puede que encuentre alguna dificultad, porque muchas veces, aunque conocen la respuesta, responden con precipitación. A veces, quizá sea desordenada y presente los trabajos no tan pulcros y cuidados como a ti te gustaría. ¿Qué herramientas crees que necesitaría para mejorar esto? ¿Merece una reprimenda por levantarse sin permiso? ¿Piensas que lo está haciendo a propósito o que actúa con dejadez? ¿Es realmente necesario que siempre que necesiten moverse pidan permiso? Seguro que esta pregunta crea cierta controversia. Pues bienvenida sea. Puede que nuestro hijo, sin que nosotros como padres sepamos cómo, haya aprendido a leer a los tres años y nos sorprenda con preguntas cuya respuesta no conocemos, y sin embargo, en la escuela, no sea capaz de relacionarse con otros niños, o que parezca un pasota o busque llamar la atención, o que presente malos resultados académicos cuando le interesan tanto otras cosas. No sería la primera vez que un niño o una niña con altas capacidades las oculten para evitar el rechazo de los compañeros.

En Ciudad de México tuve una reunión con la directora de una escuela que está consiguiendo retos muy interesantes, especialmente relacionados con la inclusión. La escuela se llama Giocosa y ella, Maricruz. Me contó esta anécdota que casi con toda seguridad nos hará reflexionar. Te reto a que averigües hacia dónde va la reflexión:

Para aprender la práctica de la escritura en los primeros cursos de Primaria suelen usarse páginas con renglones, que se distribuyen de dos en dos para que así los niños puedan escribir en línea recta; ¿recuerdas esos cuadernos? Maricruz había preparado unas líneas para que niños y niñas pudieran practicar. Entre esos niños estaba Marco.

Cuando llegó al día siguiente, de las diez líneas que debería haber escrito Marco entregó solo una. Los demás renglones estaban vacíos.

—¿Qué tal lo he hecho? —preguntó Marco.

—¡Muy bien, cariño, te ha salido genial! Pero te faltan unos cuantos por acabar...

Marco agarró el cuaderno, lo miró, levantó la mirada hacia Maricruz y le dijo:

—Entonces, si esta línea está bien, ya no necesito hacer más.

Marco había dado un argumento de peso, así que Maricruz le dijo que no era necesario que rellenara el resto de los renglones.

Tantas veces habremos confundido el comportamiento de los niños con su personalidad, ¿verdad? Podría ser que se comporten de cierta manera ante ciertos estímulos y lo que tengamos que hacer no sea atribuirlo a su personalidad «difícil» sino a que el estímulo puede ser equivocado. En nuestro desarrollo influye la genética, nuestra personalidad y el ambiente. Y es ahí donde se producen las infinitas combinaciones que nos hacen únicos.

Somos complejos. Hay que hacerse a la idea. El entender las características del comportamiento de niños y niñas y por qué actúan así ayudará a predecir cómo pueden reaccionar ante distintas situaciones y nos permitirá atenderlos con la comprensión necesaria. Lo sé. No es tan fácil como acabas de leer, pero qué menos que ser consciente de que la educación no solo se basa en cómo sean los niños, sino también en nuestra mirada.

Las broncas que se habrán llevado por nuestro desconocimiento del ser humano. O cuántas veces habrá pasado que un niño repite curso porque no hemos sabido entender esa diferencia. En casa, en cuántas ocasiones habrán estado castigados sin entender la causa. Cuántas veces habremos dicho el famoso «Puede, pero no quiere»... Echo la vista atrás a aquel primer curso en el instituto y ahí veo a un César de catorce añazos, mirando su cuaderno de matemáticas y diciendo: «No, si querer, yo quiero, pero ni por esas». Y ni con todos los ánimos de mis padres o la presión de la profesora. Por mucho que me empeñara en querer, no pude. Y lo que era un problema de comprensión dio un paso adelante y se transformó en un problema emocional. Aún me pregunto cómo conseguí salir de ahí.

Sería necesario estudiar psicología, socio

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