Hambre de hombre

Anamar Orihuela

Fragmento

Prólogo Introducción

INTRODUCCIÓN

Hambre de hombre parece una idea fuerte. Pero cuando analizamos elecciones, actitudes y acciones con las que hemos vivido y nuestra búsqueda de amor, podríamos decir que ilustra con claridad la manera en que hemos buscado ser amadas a cualquier precio.

Hambre de hombre es el resultado de muchos prejuicios colectivos respecto al amor y a lo que las mujeres deberíamos hacer para ser buenas, bonitas, aceptadas, suficientes. La familia, la cultura, la religión, las novelas, la moda y todo lo que educa, nos llevan a ideas como: “Una mujer sola es una quedada”, “No tener pareja es estar sola”, “Si pasas de los treinta y no te has casado, ¡peligro!, la caducidad se acerca.” O bien, si no tienes hijos, se piensa: “Pobre, quién la va a cuidar”, etcétera. La concepción de las mujeres solas y abandonadas, sin un hombre a su lado, hace que nos defina un sentido de urgencia y de minusvalía si carecemos de pareja.

Recordemos que la generación de nuestras madres fue educada con base en el hambre de hombre; incluso tu madre pudo ser un modelo de hambre de hombre y te heredó toda una visión del amor y las relaciones, y quizá a ello se agregó el modelo de un padre ausente, infiel, infantil, etcétera.

Este libro es el resultado de un proceso con mi propia hambre de hombre y con las mujeres a las que he acompañado a lo largo de diez años de trabajo en los talleres y las terapias que imparto. Sin duda, todo lo que nutre estas páginas son experiencias reales de mujeres que desean complacer, que buscan en los hombres al príncipe, a su padre, al amor en un hombre en quien no confían, un hombre que llene todos sus anhelos de reconocimiento, protección, caricias, afecto, sin entender que eso no existe y no es sano.

Mi historia de vida

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