Aléjate de las amistades peligrosas

Francisco Gavilán

Fragmento

Alejate_de_las_amistades_peligorsas

Introducción

¿Controlas tus amistades peligrosas?





Un amigo ofendido es el más encarnizado enemigo

THOMAS JEFFERSON


Durante el tiempo de ocio y el de las vacaciones es normal que confraternicemos con amigos. Sabemos que los buenos amigos enriquecen nuestra vida. Con ellos, los buenos ratos son aún mejores, y los malos, más soportables. Tener buenos amigos es como disponer de un botiquín de urgencia siempre a mano para aliviar cualquier adversidad.

Al mantener su contacto, nos dinamizan la vida y nos prestan apoyo físico, moral y emocional, pero no todos los amigos son buenos. Todos hemos tenido amigos que consumen nuestras energías, erosionan nuestra autoestima, nos decepcionan, o incluso nos traicionan. Son como una solitaria, ¡la peor forma de vida!

Como lo definiría un sociólogo, un buen amigo es sincero sin ser cruel; es confiable, cumple sus promesas, te hace favores y recibes de él la ayuda que necesitas. Es empático, no juzga, es un buen oyente y alguien con el que te puedes divertir.

Sin embargo, a los amigos nocivos o peligrosos les falta alguna (o casi todas) de estas cualidades. ¿Por qué trabamos, entonces, amistad con esta clase de personas y, además, conservamos la relación?

En primer lugar, nadie aparece por nuestra vida con un cartel en la frente que diga:


«La traición es mi lema en la vida».

«Me encanta romper promesas».

«Busco defectos incansablemente».

«Me gusta entrometerme en todo».


Toma tiempo descubrir la verdadera personalidad de la gente. En segundo lugar, la amistad es variable y las personas cambian. Un amigo que necesita hablar de sus problemas puede resultar agobiante cuando te encuentras bajo la presión de una situación complicada, pero también tu trabajo u otras obligaciones pueden limitar el tiempo del que dispones para escucharlo. La mayoría de los amigos tienen, pues, como cualquier persona, una mezcla de aspectos positivos y negativos. Sin embargo, por un amigo que te proporciona un excelente apoyo emocional, puedes pasar por alto su tendencia a ser tremendamente impuntual en las citas. Pero frente al que te traiciona, te miente, te critica o te ofende conscientemente, probablemente, debas considerar seriamente alejarte de él. Si no lo haces, es como meterte en la boca del lobo. ¡Nunca entres en un lugar del que no sepas salir!

Es útil poder identificar a priori las características potencialmente tóxicas de un amigo. Así, puedes decidir si evitas el desarrollo de esa amistad peligrosa, la continúas o te comportas cautelosamente con ella, avanzando paso a paso, para minimizar sus efectos nocivos. Se puede aprender a reconocer los tipos más comunes de amistades peligrosas y cómo tratarlos. Es posible saber quién nos da energía y quién nos la quita, también lo es descifrar los comportamientos que nos permiten mantener el equilibrio emocional. De esto trata este libro, pero antes, esbocemos qué cualidades posee un buen amigo, para establecer comparaciones con el nocivo: porque los malos amigos no se perciben tan claramente como el agua.


Un buen amigo es al que puedes llamar a las cuatro de la madrugada sin que se enoje


Seguro te has preguntado más de una vez por qué algunas personas caen bien a casi todo el mundo y son verdaderos amigos de sus amigos. No sólo es porque, en caso de necesidad, puedes interrumpir su descanso nocturno a cualquier hora de la madrugada sin que te recrimine lo intempestivo del momento, sino también por muchas otras cualidades, por ejemplo:


Un amigo es alguien que…

  • Te ayuda cuando estás atravesando una crisis.
  • Te escucha y comprende tus sentimientos. Empatiza contigo.
  • Se alegra de tu felicidad y de tus progresos, y no está celoso por ello.
  • Conoce la frecuencia de contacto que necesitas.
  • Puedes divertirte con él y compartir diversas actividades.
  • Comparte gran parte de valores, gustos e intereses.
  • Nunca (o casi nunca) rompe una promesa.
  • Te defiende ante terceros y no tolera chismorreos sobre tu persona.
  • No intenta competir ni rivalizar contigo (o lo hace en términos aceptables y abiertos).
  • Tiene un amplio conocimiento de tu vida, familia, trabajo, aficiones y otros aspectos personales, pero respeta tu intimidad.
  • No te pide favores que puedan comprometer tu dignidad o reputación.
  • Comparte sinceramente tus ideas y pensamientos y si disiente de algunos los respeta y no los juzga.
  • Recuerda las fechas o aniversarios que son significativos en tu vida.
  • Devuelve siempre tus llamadas telefónicas o tus requerimientos de comunicación.
  • Se ocupa de ti cuando estás enfermo, si no dispones de un familiar que lo haga.
  • Respeta tu independencia y los deseos de soledad que, ocasionalmente, puedas sentir.
  • Es leal, generoso, sensible, sincero, comunicativo, afectuoso y positivo.

Alguien que posea todas estas características es un amigo al que podemos considerar una obra maestra de la naturaleza. El soporte emocional de los buenos amigos se ha relacionado siempre con una mejor salud física y mental. En este sentido, diversos estudios como los del Dr. James House, director del Centro de Investigaciones de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) han demostrado que los lazos sociales de la amistad no sólo contribuyen a promover el bienestar, sino que las personas amistosas tienen una mayor expectativa de vida que las que son poco sociables. La gente con pocos amigos (o sin ellos) o sin familia tiene una tasa de mortalidad cuatro veces más alta que aquella que tiene la misma edad y goza de una red de relaciones muy buena. También es probable que no sea el número de relaciones lo que sirve de protección, sino lo que ellas significan para la persona. «Lo que más sirve —dice House— es el convencimiento de que los amigos y la familia te pueden ayudar de manera concreta. Es la calidad y no la cantidad de amigos, lo que reduce efectivamente el nivel de ansiedad y de incertidumbre que te puede generar cualquier acontecimiento futuro, esto sucede con el simple hecho de saber que puedes contar con el apoyo y la protección de un buen amigo. Frente a un buen amigo, hay que confiar en él con los ojos cerrados. Es mucho más noble decepcionarse alguna vez que desconfiar siempre. La estrecha relación con amigos trae dichas, placeres, enriquecimiento, etcétera. Pero por todos es sabido que este tipo de intimidad puede también provocar encuentros de mala calidad. Evidentemente, no es fácil encontrar un amigo que posea todas las cualidades que refleja la lista de las características deseables en una relación amistosa. Ningún amigo es perfecto y algunos pueden fallarte de vez en cuando, a pesa

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