Lecciones de epicureísmo

John Sellars

Fragmento

doc-1.xhtml

PRÓLOGO

 

 

 

 

¿Qué necesitamos realmente para llevar una vida feliz? Muchos invertimos una cantidad desmedida de tiempo y esfuerzo en intentar conseguir las cosas que creemos que necesitamos para vivir bien. Pero ¿cuántos nos hemos parado a pensar qué es lo que necesitamos de verdad para sentirnos satisfechos? Eso es justamente lo que hizo el filósofo griego Epicuro hace más de dos mil años: pensó en lo que deseamos de verdad y en lo que necesitamos o no para satisfacer ese deseo. Su respuesta es en apariencia sencilla: el placer; lo que deseamos de verdad es el placer. Hoy en día solemos asociar la palabra «epicúreo» con el disfrute de la buena comida y el buen vino, la satisfacción ávida de los apetitos físicos y la autogratificación excesiva. Pero todo eso está muy lejos del ideal de vida placentera que propugnaban los epicúreos originales. A Epicuro le importaban más los placeres intelectuales que los materiales, y en algunos aspectos le importaba más evitar el dolor que perseguir directamente el placer. Su concepto de la existencia humana ideal no se centraba en la satisfacción de los apetitos físicos, sino en alcanzar un estado libre de todo sufrimiento mental que él llamaba ataraxia: literalmente, «imperturbabilidad», aunque la mejor traducción quizá sea «serenidad». Eso, según él, es lo que todos buscamos en realidad, y decía saber la mejor forma de conseguirlo.

¿Cómo podemos superar el sufrimiento mental y alcanzar ese estado de serenidad? Epicuro creía que, en primer lugar, hay que identificar las causas de nuestras preocupaciones y, a continuación, argumentos que nos demuestren que estas carecen de fundamento. No existen motivos de peso para preocuparnos por las cosas que nos preocupan. Epicuro identificó cuatro fuentes de estas y planteó argumentos para contrarrestarlas, lo que hizo que uno de sus seguidores denominara la filosofía epicúrea «el cuádruple remedio».

A lo largo de los siglos, el epicureísmo no siempre ha salido bien parado. Se le ha asociado con el ateísmo, la inmoralidad y la avidez sensual. Por eso, durante mucho tiempo fue demonizado como una doctrina peligrosa y corruptora. Nada más lejos de la realidad. Epicuro defendía una vida sobria basada en los placeres sencillos, todo ello con el fin de alcanzar la serenidad de espíritu aquí y ahora. El mensaje de Epicuro es que ya tienes todo lo que necesitas; basta con que te des cuenta. En cuanto lo entiendas, todas tus demás preocupaciones se desvanecerán.

Este libro es, según cómo se mire, un complemento o un rival de mis Lecciones de estoicismo. Epicuro fue contemporáneo del fundador del estoicismo, Zenón, y en la Antigüedad las dos escuelas se presentaban a menudo como filosofías rivales. De hecho, los epicúreos y los estoicos con frecuencia discutían entre sí. Mientras que los estoicos abogaban por el cultivo de un carácter virtuoso y veían la naturaleza como algo racionalmente ordenado, los epicúreos defendían el placer y creían que el mundo natural era el producto fortuito del caos; sin embargo, también tenían muchos puntos en común. Ambas escuelas creían que todo nuestro conocimiento procede de nuestros sentidos, que todo lo que existe es material y que morimos con nuestros cuerpos. También sostenían que para vivir bien no hace falta una gran cantidad de posesiones materiales y afirmaban que lo más importante es alcanzar la serenidad de espíritu. En la Antigüedad, el estoico Séneca citaba a menudo tanto a Epicuro como al poeta epicúreo romano Lucrecio cuando consideraba que habían dicho algo de valor universal. A principios del siglo XIX, Johann Wolfgang von Goethe comentó que algunas personas poseen un temperamento medio epicúreo y medio estoico, lo que contradice la opinión tradicional de que estas dos escuelas filosóficas son radicalmente incompatibles. Ya en el siglo XX, Albert Ellis —fundador de la terapia racional emotiva conductual— incluyó a Epicuro, junto con los estoicos Epicteto y Marco Aurelio, entre los antiguos precursores de la psicoterapia cognitiva moderna.

El epicureísmo tiene mucho que enseñarnos hoy en día. En una época plagada de ansiedad, ofrece un camino hacia la paz de espíritu. En una cultura de consumismo desmedido, nos incita a repensar lo que necesitamos realmente para vivir bien. En una época de aislamiento social cada vez mayor, nos recuerda el valor de la amistad. Y lo que es más importante: cuando en muchas ocasiones estamos rodeados de desinformación, insiste en la importancia de la verdad pura y dura.

doc-2.xhtml

 

 

 

 

1


La filosofía como terapia

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos