Tono-Bungay (Los mejores clásicos)

H.G. Wells

Fragmento

cap-1

INTRODUCCIÓN

(Se advierte a los lectores que esta introducción
explicita detalles del argumento.)

 

De todas las grandes novelas del siglo XX, Tono-Bungay es la que ha tardado más en recibir el reconocimiento que se merece. H. G. Wells fue un escritor demasiado periodístico, disperso y prolífico como para que se le concediera en vida que estaba a la misma altura que los clásicos modernistas Joseph Conrad, D. H. Lawrence o James Joyce, pero las generaciones posteriores han comprendido de forma paulatina la profundidad y la fuerza de su profético poder literario. Tono-Bungay es la obra maestra de Wells. Es una novela perturbadora, de alcance épico y de contenido enciclopédico, aunque siempre consciente de su condición ficcional, de los autoengaños del narrador en primera persona y de las quimeras e ilusiones que conforman todos los ámbitos de la vida, desde el sexo hasta el comercio, pasando por la política o la ciencia.

Cuando en 1908 se publicó en formato libro Tono-Bungay (con fecha de 1909), el autor ya era famoso por las «novelas científicas» La máquina del tiempo (1895), La isla del Dr. Moreau (1896), El hombre invisible (1897) y La guerra de los mundos (1898); las novelas cómicas casi autobiográficas sobre temas sociales El amor y el señor Lewisham (1900) y Kipps: la historia de un hombre sencillo (1905), y por las obras de ficción y no-ficción de profecía política y tecnológica Anticipations (1902), Una utopía moderna (1905) y The War in the Air (1908). Tono-Bungay combina los temas y las técnicas de todo su trabajo previo en una extensa y cohesionada narración sobre la ambición, el triunfo, la disolución y la pérdida.

Durante su publicación por entregas en Gran Bretaña, entre 1908 y 1909, Tono-Bungay llevaba el subtítulo «Una historia sobre el comercio», pues la trama central de la novela versa sobre el tónico estimulante que le da nombre. El Tono-Bungay es un invento de Edward Ponderevo, el tío químico (es decir, farmacéutico) del narrador, George Ponderevo. «Tono» sugiere «tónico», y «Bungay» es una ciudad de Suffolk, que Edward escoge seguramente porque le gusta como suena. Anunciado como «El secreto del vigor», el Tono-Bungay tiene tanto éxito que su creador se convierte en un magnate financiero y construye un vasto imperio comercial gracias a las técnicas modernas de publicidad y marketing, a pesar de que George sepa (y Edward Ponderevo intente no saber) que el Tono-Bungay es «una engañosa basura, ligeramente estimulante, aromática, y atractiva, […] [uno de los tónicos] insidiosamente peligrosos para aquellos con problemas renales».

La epopeya financiera de Edward Ponderevo (que se refuerza con su ascenso social, pues pasa de vivir en las habitaciones ubicadas sobre su tienda de suburbio a un piso en Londres, a un hotel de lujo, a la antigua y venerable Lady Grove y, por último, a la inmensa y moderna mansión que empieza a construir en Crest Hill) es el centro de una media docena de tramas secundarias: el ascenso por méritos de George Ponderevo, que abandona su estatus de sirviente para desarrollar su vocación aclasista de científico e ingeniero; el matrimonio de George con Marion, una reprimida sexual, su aventura fortuita con Effie y el romance apasionado que desafía los límites de la sociedad de clases con Beatrice Normandy; el matrimonio sin hijos de Edward y Susan Ponderevo y el amor semiconsciente, y nunca expresado, que ella siente por George; la expedición por mar de este para encontrar el preparado radiactivo, tan peligroso como valioso, al que Wells le otorga el sugestivo nombre de «quap»; y la carrera final de George como armador de buques destructores.

Todas estas historias terminan en futilidad y fracaso. El conjunto de la novela resulta una panorámica de relaciones personales, una sociedad y hasta un universo que se desintegran. La inutilidad de las relaciones eróticas provoca que George desarrolle la teoría de que el amor sexual moderno está desconectado del pasado y del futuro: «El amor, como todo lo demás en el inmenso proceso de la desorganización social en que vivimos, es algo a la deriva, algo infructuoso aislado de sus conexiones». Un poco más adelante conecta la infertilidad del amor con la futilidad de todas las esperanzas e iniciativas de su era:

Mientras reviso el grueso montón del manuscrito ante mí, algunas cosas se me hacen más claras, y particularmente la enorme inconsecuencia de mis experiencias. Se trata, me doy cuenta ahora que la tengo toda ante mí, de una historia de actividad y premura y esterilidad. La he titulado Tono-Bungay, pero hubiera sido mucho mejor titularla Desperdicio. He hablado de la yerma Marion, de mi yermo tío, de Beatrice, desperdiciada y pródiga y fútil. ¿Qué esperanza hay para un pueblo cuyas mujeres se vuelven estériles? Pienso en todas las energías que he dedicado a cosas vanas. Pienso en mis industriosos planes con mi tío, en la enorme inutilidad de Crest Hill, en su resonante y tenaz carrera. [...] Es todo un espectáculo de fuerzas corriendo hacia el desperdicio, de gente que se gasta y no es reemplazada, la historia de un país turbulento con una desordenada fiebre de comercio sin ningún objetivo y de dinero y de búsqueda del placer.

La esterilidad y la futilidad conducen a las personas y a las sociedades a la decadencia y a la desaparición, pero George imagina finales aún más catastróficos. A medida que se aleja del hogar donde transcurrió su infancia, la gran Casa Bladesover, donde su madre trabajaba como ama de llaves y las relaciones sociales han permanecido inmutables durante siglos, se percata de que el hundimiento del sistema social es inminente. El mundo del siglo XVIII de Bladesover sigue en pie, pero ciertas tensiones ya traman su destrucción:

Es como un hermoso día de primeros de octubre. La mano del cambio descansa sobre todo ello sin sentirse, sin ser vista; descansa por un tiempo, como medio reluctante, antes de aferrarlo todo y terminar con ello para siempre. Uno se inmoviliza, y el rostro de las cosas aparecerá desnudo, saltarán las ataduras, la paciencia terminará, nuestro hermoso follaje de apariencias caerá resplandeciente en el lodo.

Los dos primeros episodios de la vida de George después de abandonar Bladesover no ofrecen ninguna pista sobre la inminencia de ninguna catástrofe (primero en el oprimido suburbio de Chatham, al este de Londres, donde escandaliza a sus primos dudando de la existencia de Dios; después en el soporífero Wimblehurst, al sur, donde su tío Edward pelea sin resultado contra una autocomplacencia de pueblo pequeño). Solo cuando George, a los diecinueve años, llega a Londres, la ciudad más grande y rica del mundo con su incipiente proliferación de suburbios, colisiona contra los procesos modernos del cambio imprevisible e incontrolable. Los distritos adinerados de la ribera norte del Támesis habían podido ocultar sus consecuencias visibles, pero incluso esta zona contempla cómo la riqueza deja de ser patrimonio de la aristocracia hereditaria para pasar a manos de la nueva clase de empresarios y magnates de la prensa. Mientras tanto, el resto de la metrópolis ha sido invadida por los cambios urbanísticos y sociales:

Las chimeneas de las fábricas arrojan directamente sus humos sobre Westminster con un desc

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