El viaje sentimental

Laurence Sterne

Fragmento

cap

 

INTRODUCCIÓN

«He trazado un plan para algo nuevo, lejos del camino señalado», escribió Laurence Sterne a su hija a principios de 1767.[1] Un año después se publicó la obra, que, en efecto, resultó de gran novedad en la escena literaria. Narrada por Yorick, un viajero impetuoso que parte a Francia en un arrebato, Viaje sentimental por Francia e Italia es una historia cautivadora y sugerente sobre las aventuras de un inglés en el extranjero, y ha fascinado a los lectores desde que apareció en Londres en 1768. El protagonista de Sterne emprende una ruta que debía de ser bastante común entre los turistas británicos del siglo XVIII (viaja hacia el sur desde Calais, pasa por París y se encamina hacia la frontera italiana), pero Viaje sentimental no es el relato típico de quien visita un país por primera vez. Al inicio, Yorick se jacta de que «tanto mis viajes como mis observaciones serán de una formulación diametralmente distinta a las de mis precursores», y el diario de viaje que sigue es ciertamente una obra singular e idiosincrática. Saltando con rapidez de una escena a la siguiente, Viaje sentimental sacude al lector a través de una frenética sucesión de anécdotas, aventuras y observaciones de su protagonista, y el traqueteo de este viaje narrado va acompañado por la familiaridad con que Yorick se dirige al lector.

El foco principal de la novela recae en la sarta de trivialidades que vive Yorick en el extranjero, y Sterne se preocupa muy pocas veces de documentar detalles externos del propio viaje. Viaje sentimental constituye, por lo tanto, más bien una travesía hacia el interior, a la vida emocional del narrador protagonista, y es sin duda este enfoque íntimo y psicológico el que, junto con fuertes rasgos de comedia, ha mantenido el atractivo de la obra tanto entre los lectores como entre los novelistas posteriores. Como viajero «sentimental», Yorick acostumbra a mostrarse simpático y generoso con las personas que se encuentra en el camino, y esta sensibilidad lleva a muchos lectores a identificar en la novela una rica forma de pathos. Pero el sentimentalismo de Yorick puede resultar, en algunas ocasiones, poco sincero o motivado por un interés sensual, lo que provoca que otros lectores se sorprendan o diviertan con los dilemas eróticos con los que Yorick tropieza sin cesar, y por la dudosa inocencia con que cuenta tales situaciones. Aún quedan algunos lectores que no están seguros de cómo responder a este estilo narrativo que, exhibiendo un gran dominio sobre la ambigüedad y la sutileza, parece que, de forma continua y nada desdeñable, desvela información que contradice la versión de los hechos que nos relata Yorick. Mientras Sterne escribía la obra, le aseguró a su librero, Thomas Becket, que su última invención «probablemente atraería a todo tipo de lectores»,[2] y es evidente que Viaje sentimental ha conseguido cumplir del todo esa predicción.

LA CARRERA LITERARIA DE STERNE Y SUS DOBLES EN LA FICCIÓN[3]

Viaje sentimental fue la segunda y última gran obra de ficción de Sterne, escrita durante su último año de vida e interrumpida a causa de su muerte. Es la creación de un hombre que ya se había forjado un nombre y una reputación como escritor gracias a su actitud extravagante con respecto a las convenciones y al decorum literarios. Nacido en Irlanda en 1713, Sterne asistió a la escuela en Yorkshire y en 1733 ingresó en el Jesus College, en Cambridge. Tomó los hábitos en 1737 y ocupó la mayor parte de su vida profesional como pastor de dos parroquias rurales de Yorkshire y como prebendado de la catedral de York. Estaba casado (no del todo felizmente) y tenía una hija, y durante veinte años llevó una vida clerical relativamente desconocida iluminada por aventuras literarias puntuales. Había publicado dos sermones, un poema, algunas piezas de periodismo político y una sátira también política antes de que, a finales de 1759, despegase su carrera en las letras con La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy. Cuando se pusieron a la venta en Londres los dos primeros volúmenes de esta ingeniosa y notoriamente singular pseudoautobiografía, Tristram Shandy se convirtió en un fenómeno de masas y su popularidad pronto aupó a Sterne a la celebridad literaria internacional. Era esta una condición que había estado esperando: «No escribo para ganarme el pan, sino para ser famoso»,[4] escribió a un amigo en 1760.

El tema central de Tristam Shandy es dramatizar, con un estilo cómico y dado a las digresiones, las dificultades de encajar en un marco narrativo la infinidad de detalles desorganizados y en bruto que conforman la vida de un individuo. Tristram intenta escribir su autobiografía, pero, como el material del que le provee la vida aumenta de forma imposible, se le escapa hasta más allá de su control como escritor, y su obra acaba resultando tanto un comentario sobre el acto de escribir como la representación de su propia vida. Para Sterne y su siempre frustrado narrador, escribir una biografía constituye una empresa que se expande inevitablemente, por lo que durante los años que siguieron al éxito inicial del Tristram Shandy Sterne amplió la obra. Ya dejó abierta la posibilidad de una continuación en la primera entrega (Tristram resuelve «no andarme con prisas, sino proseguir pausadamente, escribiendo y publicando dos volúmenes de mi vida al año»).[5] Sterne, que en 1767 había escrito ya siete volúmenes más, había respetado (aunque no con mucha disciplina) los propósitos de su obra. Los críticos todavía discuten sobre si realmente la había dado por terminada cuando concluyó el noveno volumen. De hecho, el asunto es problemático sobre todo porque, al presentar una cronología deliberadamente no convencional y una forma de progresión característicamente digresiva, la obra avanza hacia un desenlace atípico. Su «humor genial», como lo define Horace Walpole, «consiste en que durante toda la narración siempre vuelve atrás»,[6] un efecto que se debe a la intención de Tristram de explicar al detalle los acontecimientos que han conformado su persona. Su método consiste en «llegar a las primeras fuentes de los sucesos que voy narrando»,[7] de tal modo que raras veces logra relatar los propios hechos. Tristram no nace hasta el cuarto volumen y, aparte de contadas referencias a su vida adulta, solo aparece en acción el Tristram niño. El peso de la obra se encuentra en las reflexiones filosóficas y humorísticas, las anécdotas subidas de tono y las historias cómicas de su excéntrica familia.

Tristram Shandy es, en efecto, muy diferente a Viaje sentimental, pero aun así contiene muchos rasgos que Sterne reutilizaría o desarrollaría en la segunda obra. Ambas están contadas por narradores de una profunda autoconsciencia, y la forma de relatar a menudo resulta tan interesante como lo que se relata. Los dos narradores también comparten la tendencia a la digresión, ya sea por incluir una anécdota, un fragmento de una historia o un pasaje de reflexión filosófica. Además, ambas obras son jocosamente conscientes de la naturaleza física de la literatura impresa: Tristram Shandy está cargada de juegos tipográficos, con capítulos fuera de lugar, páginas que faltan, una página negra por completo, una página veteada y otra en blanco, y con diversos

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