Emilia Pardo Bazán (pack que incluye: Cuentos | Los pazos de Ulloa | Insolación)

Emilia Pardo Bazán

Fragmento

cap

INTRODUCCIÓN

1. PERFILES DE LA ÉPOCA

La segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX fue una época de grandes cambios sociales, políticos y culturales, que se reflejan, como es natural, en la obra de doña Emilia Pardo Bazán.

Cuando la escritora nace, en 1851, el Romanticismo está prácticamente agotado y solo la obra tardía de Bécquer y Rosalía de Castro en España se pueden encuadrar todavía en ese movimiento, junto con las obras, ya de vejez, de Zorrilla, que sobrevive a su tiempo.

El movimiento literario que marcó la carrera de doña Emilia fue el Naturalismo, iniciado en Francia con la figura de Emile Zola, que aplicó a la literatura las ideas del médico fisiólogo Claude Bernard.

El naturalismo además de una manera de escribir representa una concepción de la vida. En ella el ser humano aparece movido por fuerzas que no solo condicionan sino que determinan su destino.

Claude Bernard (1813-1878) se considera el creador de la fisiología moderna. Instauró en la Medicina el método experimental y describió los procesos vitales en función de las condiciones físicas y de las reacciones químicas del organismo. Zola quiso hacer lo mismo en la literatura: demostrar que la trayectoria de un individuo está determinada por fuerzas ajenas a su voluntad. El creía que la herencia fisiológica, el medio ambiente y las circunstancias históricas determinan de modo inapelable la trayectoria vital. No admite el libre albedrío y considera la libertad una mera ilusión.

Doña Emilia, que estuvo siempre muy atenta a los problemas de su tiempo, ataca el fondo filosófico de la doctrina zolesca pero defiende los hallazgos literarios que trajo consigo: la objetividad narrativa, el uso del discurso indirecto libre, el carácter simbólico de las novelas; o procedimientos narrativos como las llamadas “lecciones de cosas”. Su crítica al movimiento, que está recogida en el libro La cuestión palpitante es inteligente y medida, sabe distinguir los aciertos literarios de los errores ideológicos.

La sociedad de la época no supo entender la postura de Pardo Bazán, que se convierte en la capitana de los naturalistas españoles, a su pesar y cuando su actitud había sido más bien crítica que laudatoria hacia el movimiento.

Hacia finales de siglo se desarrolla otra corriente literaria que desbanca al Realismo-Naturalismo del siglo XIX y que va a tener dos vertientes: el Modernismo y la Generación del 98, que hoy la crítica tiende a unificar.

Del Modernismo dijo Juan Ramón Jiménez que era un “gran movimiento de entusiasmo y libertad hacia la belleza”.

El gran difusor del movimiento fue el poeta nicaragüense Rubén Darío, aunque tuvo importantes precursores en Hispanoamérica, entre los que es de justicia citar al colombiano José Asunción Silva. La publicación en 1888 de Azul de Rubén Darío marca el comienzo de la expansión de este movimiento que se extendió rápidamente por Europa. Su lema poético “Música ante todo”, lo habían tomado del poeta simbolista francés Paul Verlaine, y, en efecto, la musicalidad de los versos fue el rasgo más llamativo de la nueva escuela.

Otros rasgos fueron el carácter predominantemente esteticista del movimiento, el cosmopolitismo, su eclecticismo, ya que asimilaron a su estética tanto la poesía medieval y del siglo de Oro español como las últimas corrientes de parnasianismo y simbolismo. Como rasgo negativo se le atribuyó cierta superficialidad por atender más a los aspectos formales que a los problemas sociales o existenciales. Pero la crítica actual niega ese defecto, que sólo se da en algunos de sus poetas y no en las grandes figuras (el mismo Rubén, Juan Ramón, los Machado o Valle-Inclán).

Pardo Bazán incorporó a sus últimas novelas (La quimera, La sirena negra, Dulce Dueño...) rasgos de este movimiento.

La otra vertiente de la literatura finisecular en España la marcó la Generación del 98, cuyos rasgos más característicos fueron la preocupación por los problemas nacionales, la actitud crítica, el pesimismo, provocado por de la decadencia española y la perdida de las colonias, y el planteamiento de grandes temas existenciales (Dios, el sentido de la vida, la existencia o no de una vida ultraterrena...). En el aspecto formal se caracterizaron por una gran austeridad. Se ha llegado a decir que su retórica era la falta de retórica. Doña Emilia coincidió con el 98 en la preocupación por España y a ello dedicó numerosos artículos.

Otro aspecto que debemos tener en cuenta en esta época es la creciente importancia de los movimientos feministas que propiciaban la incorporación de la mujer a la vida social.

Durante siglos la mujer se había visto recluida en el ámbito familiar y, con la excepción de algunas aristócratas y de algunas monjas, su instrucción era prácticamente nula. El número de personas que sabía leer en España en el siglo XIX era escaso, pero el analfabetismo general se mantuvo mucho más tiempo entre las mujeres. En 1860 el analfabetismo masculino era del 64 % y el de las mujeres del 86 %. En 1920 el primero se había reducido a un 46% mientras que el de las mujeres estaba todavía en el 57 %.

La falta de instrucción afectaba también a las clases altas. Doña Emilia cuenta al respecto una anécdota muy significativa. Una amiga suya le preguntó a su padre dónde estaba Rusia, y el buen señor, muy enfadado, le contestó: “A las mujeres de bien no les hace falta saber eso”.

Si la educación levantaba reticencias, mucho más rechazo provocaba el trabajo de la mujer fuera del hogar y el acceso a determinadas carreras. Es proverbial el caso de Concepción Arenal, que asistía a las clases de la Universidad disfrazada de hombre.

La propia Pardo Bazán sufrió esta discriminación, que impidió que fuese elegida miembro de la Real Academia Española de la Lengua y que la apartó de la cátedra de la Universidad (a la que accedió por decreto del ministro de Instrucción Pública Julio Burell) La oposición del claustro de profesores y de los estudiantes la llevó a retirarse por falta de alumnos.

Don Juan Valera, en su artículo “Las mujeres y la Academia “resume la retrógrada actitud de la sociedad ante el tema de la emancipación femenina y del deseo de las mujeres de una igualdad social: “Es en la mujer pecaminosa rebeldía contra los decretos de la Providencia el afán de tornarse sobrado independiente del hombre y campar por sus respetos”.

Hubo, sin embargo, a lo largo del siglo algunos intentos de remediar la falta de instrucción de las mujeres y favorecer su incorporación a la sociedad y al trabajo independiente. En este sentido hay que citar la labor de la Escuela Normal Central de Maestras creada en 1858 y su red de Escuelas Normales de provincias, así como la llevada a cabo por la Institución Libre de Enseñanza creada en 1876, que defendía la coeducación y el derecho a la igualdad de educación de los dos sexos.

2. CRONOLOGÍA

AÑO

AUTOR-OBRA

HECHOS HISTÓRICOS

HECHOS CULTURALES

1851

Nace doña Emilia.

1857

Nacimiento del que iba a ser Alfonso XII.

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